lunes Ť 5 Ť febrero Ť 2001

Iván Restrepo

La explotación de especies animales

El tamaño de la puerta por la que entra el contrabando a México y el apoyo oficial de que goza son tan grandes que por ella puede pasar un elefante sin ser visto por los aduanales. Así llegó ilegalmente de Estados Unidos pasando por Matamoros, Benny, el elefante del circo Hermanos Vázquez. Las autoridades decidirán en unos días más qué hacer con este enorme indocumentado.

Pero no es el contrabando ni la corrupción aduanal lo que nos interesa tratar hoy, sino la protección oficial de que gozan personas y negocios que impunemente explotan y comercializan diversas especies animales, algunas en peligro de extinción.

Los casos más visibles se tienen en Quintana Roo, donde el grupo ecologista GEMA denunció recientemente el funcionamiento irregular en Cancún del Interactive Aquarium, un negocio del cual es socio la influyente familia Constandce, propietaria del parque "ecológico" Xcaret.

En Interactive Aquarium lucran con la exhibición de más de 70 especies, entre ellas delfines, con los cuales los visitantes pueden "jugar", luego de pagar una cuota. El maltrato hacia los animales lo ejemplifican dos lobos marinos que han estado en un tráiler con agua durante varios años.

Además, la citada negociación descargaba las aguas negras a la laguna Nichupté y construía un muelle sin que se hubiesen realizado los estudios previos de impacto ambiental y, desde luego, sin las autorizaciones requeridas.

Era tal el cúmulo de irregularidades del Aquarium que las autoridades municipales lo clausuraron. Mas el gusto duró poco: levantaron la sanción "temporalmente" alegando que sus poderosos dueños tenían muy buena voluntad para resolver los problemas. Los grupos ambientalistas y defensores de los animales de Cancún han pedido también la intervención de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) con la esperanza de que ésta no deje el cumplimiento de la ley a la buena voluntad de quienes la ignoran.

Otro ejemplo de comercio y exhibición criminal de fauna marina es Aleta Bay, en Isla Mujeres, y es un desastre. Al intervenir la Profepa, quienes aparecen como dueños de las especies allí exhibidas (desde delfines hasta focas, aves y reptiles) las abandonaron y ni les pagaron a los empleados. El sábado pasado, la Profepa intentó trasladar a un sitio adecuado a los delfines, mas no pudo hacerlo porque la mamá de su propietario, Fidel Magdalena Junco, los tiene embargados. De todas formas, la instancia federal levantó las actas necesarias para proceder esta semana conforme a derecho en Aleta Bay.

Son antiguas las denuncias de pescadores y grupos sociales de Campeche y Veracruz sobre la captura de delfines que se venden en el extranjero y en Quintana Roo. La última proviene de Juan Carlos Stivalet, integrante del grupo ecologista Maracaibo, y es la siguiente: en las lagunas de Tamiahua y Nautla, en Veracruz, la empresa privada Propac captura delfines con fines de venta. Stivalet asegura que varios negocios de Quintana Roo cobran entre 40 y 80 dólares por un espectáculo de media hora con dichos animales; el permiso para capturar y comercializar un delfín cuesta 300 pesos. Stivalet propone que en vez de exhibirse en cautiverio, quienes deseen gozar de la belleza e inteligencia de los delfines puedan verlos en el mar, su hábitat natural y el de otras especies, lo que a su vez crearía fuentes de trabajo para pescadores y lugareños.

Pero no solamente se lucra con delfines, leones marinos, tortugas y erizos. Habitantes de Playa del Carmen, cerca de Cancún, han denunciado repetidamente ante las autoridades municipales la exhibición ilegal de varias serpientes y un cachorrito de león en la avenida principal de ese centro turístico internacional que realizan dos vivales. Quien desee tomarse una foto cargando un ofidio o al leoncito, deberá pagarles por llevarse un recuerdo de esas tierras salvajes. No pocos turistas han protestado, pues los animales sufren al estar en la calle; sin embargo, las autoridades locales alegan que no pueden intervenir, pues el asunto compete a Profepa, que brilla por su ausencia.

Estos ejemplos, que no son los más graves, ilustran por qué Quintana Roo es la entidad con mayor número de delitos ambientales, y por qué urge tomar medidas para acabar con la corrupción y la impunidad existentes.