LUNES Ť 5 Ť FEBRERO Ť 2001
Ť Permite indagar temas desprestigiados: Sam Quiñones
El periodismo, una licencia para explorar lo escondido
Ť Es autor del volumen Historias verídicas del otro México
Ť "Veo dos países que se llaman igual pero son distintos"
CESAR GÜEMES
La historia de las paleterías La Michoacana, la de los basquetbolistas oaxaqueños, la de la comunidad travestida de Mazatlán son temas que el periodista estadunidense avecindado en México Sam Quiñones considera parte fundamental en la construcción del país.
Es por ello que ha reunido su material en el volumen Historias verídicas del otro México (True tales from another Mexico, University of New Mexico Press), que acaba de darse a conocer aquí. El reportero, con siete años de estancia en el mexicano domicilio luego de vivir en Holanda, Italia y Francia, publica regularmente su trabajo en San Francisco Chronicle, San Diego Union Tribune, Houston Chronicle, Riverside Press Entrerprise o The Baltimore Sun. Sobre su primer libro y sus diversos intereses periodísticos es la conversación.
-Quizá muchos periodistas lo somos porque buscamos algo qué decir. En ocasiones no sabemos qué es, pero el juego consiste básicamente en eso: buscar y explorar. En ese proceso se da cuanta uno de que las notas realizadas forman una entidad entre sí. La idea cuando vine a México no era ésta, desde luego, sino profundizar en una cultura ajena, conocer lo malo, lo bueno y lo complejo de otro país. El libro inició como tal hace apenas dos años. Antes, mucho del material que ahora recojo y amplío, era estrictamente para ganarme la vida. Vine, pues, con la idea de conocer tan a fondo como pudiera este país. La idea era entender la gama de elementos que conforman a México, entre ellas el idioma. Todavía batallo mucho con algunos aspectos, pero insisto. Luego me di cuenta de que los reportajes del libro tenían esa unidad que proviene de mi interés.
-Has profundizado en temas que si bien son de conocimiento común, como las paleterías de La Michoacana o la música de Chalino Sánchez, lo cierto es que no se sabe con certeza su historia. De modo que te has mexicanizado.
-De cierta forma puede ser. Soy más mexicano que cuando llegué, seguramente. Para mí decir periodismo es tener una licencia para explorar lo escondido e incluso lo desprestigiado. Aquí, dada la cultura jerárquica política y socialmente, los grupos sociales más desprotegidos, "los de abajo", casi nunca son tomados en cuenta. Los campesinos, los mojados, los oaxaqueños que juegan basquetbol dentro y fuera del país o el mismo Chalino, son temas poco trabajados. A Chalino Sánchez casi nadie lo hubiera conocido si no lo matan. Para mí, entonces, esa es la parte fascinante del país. Veo por lo menos a dos países que se llaman igual pero son distintos. Hay un México representado por los migrantes, personas muy dinámicas que han hecho su vida al margen de la cultura oficialista del país donde nacieron, y por otro lado la cultura representada por los licenciados, los priístas que se sientan en su oficina sin hacer nada. En el libro narro mi encuentro con un cierto licenciado que tenía dos personas para hacerlo feliz; una que le hacía el café y otra que le limpiaba los zapatos. Esa parte de México es muy aburrida, opresiva, sofocante. La otra parte de la nación es la que me inspira, la brillante, la móvil.
"Para mí, ése es el México del futuro, el que va contra todos los obstáculos. Mientras el licenciado se da por vencido con un papelito en donde se dice que no se puede, un paletero michoacano va en contra de todos los obstáculos y tiene éxito. Me he concentrado en esa parte del país no sólo porque me interesa, sino porque los corresponsales extranjeros, todos muy respetables, se dedican a cubrir lo que dice el Presidente o el cambio del peso con respecto al dólar. Esa nota diaria, que es importante, casi nunca me ha despertado interés, prefiero guiarme por lo que considero intuitivamente que es este país: a veces lo amo, a veces lo odio, y esa complejidad veo que conforma los varios niveles de significado en cualquier región, pueblo o historia."
-Tu libro se genera en México y aquí mismo se presenta y pude leerse. Sin embargo, no está publicado en español. ƑA qué se debe? ƑContemplaste ya la posibilidad de imprimirlo en castellano?
-Creo que hay un acuerdo entre la Universidad de Nuevo México y alguna editorial mexicana, pero debe de estar apenas afinándose. Lo que pasa también es que contiene muchas explicaciones que quizá resultarían redundantes para quienes han vivido aquí toda su vida. Aún así podría ser leído por más nacionales porque las notas no son tan comunes. Habrá muchas personas que no sepan de dónde viene la historia de las paletas de La Michoacana. En ese sentido, pienso que sí sería valioso tenerlo disponible no sólo en inglés.
-La presentación que tuvo lugar hace apenas unos días, es un indicador de que los temas son de interés para el lector mexicano.
-Eso ocurre porque el tipo de periodismo que me despierta inquietud a mí y a otros reporteros no ha sido muy atendido. Veo que aquí y en muchos países el periodismo se autolimita. A cambio, observo a México como una huerta en donde puedo pizcar prácticamente solo, nadie se preocupa por lo que yo; casi sólo falta ir a investigar los temas que ya están ahí, esperando. Cuando he publicado textos en México me doy cuenta de que la respuesta es buena, y esto lo atribuyo a que la prensa de manera normal se concentra en declaraciones de políticos, actores o deportistas profesionales, y no toma mucho en cuenta al resto de la población, que es casi el 90 por ciento restante. Pero ahí, en ese gran margen, está la riqueza del país, ahí está lo hermoso y lo terrible. En los siete años que tengo en México casi nunca reflejan ese mundo y si acaso le dan voz a todo ese otro país es para ver lo que piensan de lo que hace el diez por ciento protagónico. Si un periodismo distinto llama la atención es porque llena un hueco que claramente no estaba atendido.
-Respecto de los torneos de basquetbol organizados por migrantes oaxaqueños en Los Angeles o la serie de mujeres recientemente asesinadas en Ciudad Juárez o la comunidad travesti de Mazatlán, no hay documentación. El tipo de reportajes que ahora reúnes es estrictamente de campo.
-De suela de zapato. He caminado cientos de kilómetros de terracería en Oaxaca, Sinaloa, Michoacán o Baja California. Es un tipo de periodismo que no depende de nada oficial. Eso me agrada sobremanera porque detesto lo mismo esperar a un licenciado que aguardar a que comience una conferencia de prensa. Los expertos en narco-corridos, por ejemplo, no son los académicos en las universidades, sino los mismos cantantes en Culiacán o Los Angeles. Los expertos en migración están repartidos entre los institutos que investigan el hecho y entre quienes se van de mojados. Como free-lance nadie me regresa una llamada, así que me vi en la necesidad de buscar la información de otra manera, sin acudir a los expertos oficiales, sino a los expertos prácticos, los que viven la realidad que me inquieta.