TUMBANDO CAÑA
Ernesto Márquez
Reconstrucción de la genealogía feminista de la salsa /I parte
A mediados de los ochenta, en una entrevista del documental británico Salsa: Latin Music of New York and Puerto Rico, Celia Cruz, la Reina de la Salsa, comentó que la ausencia de mujeres en la industria musical latinoamericana, y en la interpretación de los géneros afrocaribeños en particular, se debía en parte a la falta de entrenamiento de mujeres en la música popular y, en parte, a que éstas no se atrevían a sonear en el escenario.
De hecho, a pesar de la fuerte tradición histórica
de la mujer latina como cantante e intérprete del género
romántico, a muy pocas mujeres, con excepción de Celia, se
les ha asociado con el desarrollo de los géneros del caribe y con
la industria musical que la define.
Ello no implica que la mujer no haya sido protagonista
histórica en el desarrollo de la música afrocaribeña,
sino que la histografía musical las ha tornado invisibles y ausentes.
Además, si la historia musical del Caribe reconoce a la mujer, es
exclusivamente en su papel de intérprete del bolero, es decir, dentro
del discurso sentimental en cuyo centro la inscribe la sociedad patriarcal
característica de nuestras culturas.
El bolero es un género masculinizado. Esto, si tomamos en cuenta su filosofía y política de amor no correspondido. En la trama del "te odio y te quiero" muy concurrente en su temática, y donde por lo general quien sale perdiendo siempre es la mujer, el hombre es quien aparece como ofendido y redentor al mismo tiempo; por lo que al decidir la mujer ser intérprete de boleros adopta de facto una actitud de autoflagelo que lejos de reivindicarle la hace cómplice del desprecio y sometimiento que sugieren los textos.
Y es que en las letras de los boleros (los cuales forman la ideología de la salsa), el papel prominente de la mujer latina ha sido mayormente como objeto del deseo masculino, ya sea por su ausencia física o por el despecho, situación en la cual se le define como mancornadora, perjura, traidora y bandolera; motivo que continúa siendo prevalente hoy en día. Si en los sesenta el hombre acusaba a la mujer de "aventurera", "sin corazón", "chancletera", entre otras linduras, hoy escuchamos en las canciones de los salseros esas mismas percepciones machistas.
Un mero accidente agraciado
No es sorprendente, pues, que la principal historia sobre la salsa, escrita por el venezolano César Miguel Rondón, haya reducido el papel protagónico de la mujer en la salsa a un mero accidente agraciado o pivote de cierto momento cultural como es el caso de La Lupe (exponente principalísima del canto femenino del Caribe) a quien Rondón sitúa como "figura de transición, puente de plata entre el bigband sound y la estética del barrio". Es decir, La yi yí sirvió tan sólo para afianzar el nuevo estilo urbano del barrio latino y además para abrirles paso a los futuros salseros de Nueva York, y ese fue su único valor a los ojos de Rondón quien olvidó mencionar a la gran cantante y artista performativa.
Esta es precisamente la perspectiva histórica masculinista que se cuestiona en el desarrollo del quehacer musical caribeño. Siendo el caso que el elemento feminista y crossover de La Lupe y el ejemplo de buen hacer sonero de Celia, exhibe la tensión entre ese discurso y la visión de un compendio de múltiples mujeres intérpretes, compositoras, arreglistas y voces caribeñas y latinoamericanas que siempre han existido y que los intereses y desdenes de los grandes consorcios de la comunicación han negado desde siempre
Si como ha escrito el periodista cubano Leonardo Padura Fuentes, la salsa de los sesenta y setenta fue una nueva estética que "vino a llenar un vacío cultural para toda la música popular bailable del Caribe y buena parte de América Latina y que le proveyó de un proyecto de conciencia", asimismo el discurso feminista le ha aportado un punto de vista distinto y, si se quiere, de revancha.
Aquí, si me permiten, quiero mencionar la enorme participación de las mujeres salseras en la década de los noventa y, más específicamente, el papel central que ha tenido la intérprete boricua Linda Caballero, mejor conocida como India, y que próximamente se presentará en el Salón 21.