LUNES Ť 5 Ť FEBRERO Ť 2001
Ť El sábado, centró su recital en los temas de su nuevo disco Galería Caribe
Arjona, cerca de Perales, lejos de Serrat, en el primero de siete conciertos en el Auditorio
ARTURO CRUZ BARCENAS
El pasado sábado, en el primero de los siete conciertos que ofrecerá en el Auditorio Nacional (los otros serán el 8, 9, 10, 11, 16 y 17 de febrero), Ricardo Arjona fue su propia luz y sombra. Bivalente, ambivalente. Brilló ante sus incondicionales, quienes lo siguen viendo como un animal nocturno, taxista que enamora bellezas sólo vistas en sueños guajiros de mortales cédula cuarta; por otro lado, para los de oídos un poco más abiertos, golpeó la rima, asustó al ritmo de la prosa; algunas de sus letras de plano siguieron el camino de Swan: se bifurcan, agarran su propio sendero.
El repertorio fue una síntesis de los éxitos de este denominado "ladrón de historias", quien entre rola y rola lanzaba un rollo en el que él es el centro; sus vivencias, las génesis de sus canciones; sus sentimientos, el drama de los temas; su despertar sexual, el inicial hilo conductor de eso que llaman amor.
La escenografía (el interior de un café-bar con música en vivo, atendido por una mesera morena de fuego) ad-hoc para promocionar su nuevo disco: Galería Caribe, inspirado en sus viajes a Puerto Rico, Cuba y Santo Domingo. Al respecto, dijo en días pasados que al recurrir a ritmos tropicales no pretende usurpar a las figuras del género. "Es simplemente regocijarme en el placer de vestir mi trabajo con el exquisito gusto que el tiempo y las mezclas desarrollaron en esta área", precisó.
Pasado y presente
Arjona sabe que el público apenas está asimilando su Galería Caribe. Por eso interpretó canciones de sus discos Déjame decir que te amo (el primero, "el peor que he hecho", ha dicho con senceridad; incluso ha señalado la necesidad que tiene de comprar todas las copias que andan por ahí, para que nadie más las escuche), Animal norturno, Si el norte fuera el sur, Sin daños a terceros y Vivo.
El guatemalteco recibió un fuerte aplauso cuando interpretó Cuándo, de su galería musical, en la que pone el acento en las parejas que fracasan por no dejar libre al otro. Pugna el ex jugador de basquetbol en la necesidad de dejar espacios, a lo Gibrán, quien recomienda dejar "que el aire deambule entre vosotros".
Luego de dos años de no cantarla, Arjona interpretó Jesús es verbo, no sustantivo ("era una sombra", dijo), con la que define su idea de la religión, criticando la lectura al pie de la letra de la Biblia y la imitación en los templos, donde algunos se paran o se sientan cuando lo hacen los otros, sin saber por qué. Es de dudar que la mayoría de la gente le entienda la metáfora, pero da igual, pues para ayudar al mensaje se proyectó en una pantalla una animación en la que una cruz vuela entre esferas; se abre camino entre ellas. Primero fue el caos; luego el verbo. O algo así.
Intercaló sus galerías, como Carabelas, Mujer de Guanahaní, Lo poco que queda de mí. De lo tropical pasaba a la balada y al rock. Su público cautivo escucha lo que quiere escuchar. Arjona le da una lectura rápida. Les revela formas de decir situaciones comunes a todos, las que ellos (no todos, claro) no son capaces de recrear: "Si me dices que sí, piénsalo dos veces. Yo me daré a la tarea de que me digas que no..."; "Si el norte fuera el sur... yo cantaría un rap y esta canción no existiría".
Pareciera que Arjona está peleado con la rima, como si le huyera a propósito. Sorprenden, no obstante, los textos de algunas canciones de su disco Sin daños a terceros y el tema Señora de las cuatro décadas, precedida de una anécdota sabrosona de cuando andaba haciendo sus pininos en barecillos del DF y mujeres maduronas le enviaban tragos dizque anónimos.
Un buen concierto para los incondicionales del intérprete de Realmente no estoy tan solo, quien, por lo visto y oído, si compusiera rap o hip hop nada tendría que hacer ante la rima de los de Control Machete. Como cantautor, anda cercano a José Luis Perales y muy lejano de Serrat. Parafraseando a otro de la fila, no es de aquí ni es de allá. Es Arjona.