MARTES Ť 6 Ť FEBRERO Ť 2001

ƑLA FIESTA EN PAZ?

Leonardo Páez

CELEBRACIÓN CHAFA

ƑCÓMO CELEBRAR, bien, el 55 aniversario de algo o de alguien? Hombre, muy sencillo: tratando de complacer a ese algo o a ese alguien en sus propios términos, honrando su trayectoria con una parte de aquello que más lo ha distinguido o hecho memorable.

PERO A PRINCIPIOS del siglo XXI en un país tan escindido como México es difícil honrar incluso el 55 aniversario de un coso taurino, así sea el de mayor capacidad en el mundo, que no el más importante.

COMO APUNTÓ con ironía un viejo aficionado, luego de padecer la pastorela protagonizada por el alegre juez Salvador Ochoa en la corrida de ayer: "A la Plaza México le ha faltado seriedad desde sus dimensiones hasta sus autoridades, pasando por empresarios y ganaderos".

Y TIENE RAZÓN. Aquel sentido futurista del empresario Neguib Simón para levantar en 1946 el coso, careció de una visión lo suficientemente taurina como para que tuviera sentido albergar a casi 44 mil espectadores. Claro que en aquel entonces había figuras suficientes para llenar el inmueble, gracias a sus personalidades, capacidad de convocatoria y sentido de competencia.

A 55 AÑOS DE su inauguración y con una población que ha aumentado por lo menos 300 por ciento, la Plaza México, si sigue a merced de los mismos criterios empresariales, pronto será convertida en centro comercial, cines, estacionamiento o catedral.

HOY, HOY, HOY, sin mayor posibilidad de réplica a los ases españoles por parte de nuestras figuras, sin una ideología ganadera clara en los criadores y sin voluntad política en las autoridades por preservar una tradición multicentenaria, los públicos de milagro asisten a los toros, como no se trate de un aniversario más de la plazota, con un cartel de relumbrón.

EL ZOTOLUCO, Ponce, El Juli e Ignacio Garibay, nueva carta emergente de la empresa, para que vean que sí promueve nuevos valores, enfrentaron un encierro moderno de Xajay, es decir, discreto de todo: bravura, estilo, fuerza, presencia y cabeza, así haya traído de la ídem a más de uno.

EULALIO LÓPEZ a veces anduvo eléctrico, o poniendo distancia entre él y el toro, estructurando poco y rematando peor. Si no es por su eficacia con la espada y por el criterio matraquero del juez Ochoa, esas cuatro orejas habrían sido dos.

ENRIQUE PONCE cosecha ya lo que sembró en nueve temporadas: amiguismo antes que torerismo, y pasó de noche.

EL JULI con su segundo, un buey de arado, realizó probablemente la mejor faena que haya hecho en la México, y sólo a la euforia aldeana de la autoridá se le ocurrió ordenar vuelta al ruedo a los restos del animal.

E IGNACIO Garibay, si de veras quiere ser alguien en esto, debe regresar a la brevedad a España, a seguir formándose como torero, no como triunfador de un carnaval taurino.