miercoles Ť 7 Ť febrero Ť 2001
José Steinsleger
Dolarización a la ecuatoriana
Quito. "Ecuador avanza: šRenace la esperanza! La dolarización nos beneficia a todos: Presidencia de la República". El folleto, impreso por el Banco Central, trata de explicar a la población los beneficios generales del esquema de dolarización. El folleto incluye una carta, firmada por el presidente Gustavo Noboa y Jorge Guzmán Ortega, ministro de Finanzas, fechada el 3 de marzo de 2000.
Noboa pide a los empresarios reflexionar "con objetividad y patriotismo (sic)" y propone una "respuesta patriótica y responsable, basada en la restauración de los valores institucionales que... vaya de la mano del interés y de la voluntad del pueblo para sentar las bases del Ecuador en el que vivirán nuestros hijos que todos merecemos y soñamos (ultra sic)".
La autoestima de los ecuatorianos anda por los suelos. El deterioro anímico es fenomenal. La dolarización entró en vigencia el 24 de marzo de 2000 y, al anochecer, los ecuatorianos vieron por televisión cómo el Banco Central trillaba los billetes de la moneda nacional con las imágenes de sus héroes más queridos.
"šCompre, broder, compre! šLlévate de recuerdo!". En el transitado cruce de las avenidas Los Shyris y Naciones Unidas, los vendedores ambulantes hacen negocio. La "modernización" llegó a Ecuador y aquí, frente a las faldas del volcán Pichincha, donde el mariscal Sucre ganó la penúltima batalla por la independencia, la antigua moneda nacional se vende como souvenir.
En la moneda de medio dólar, la imagen de John Kennedy vale igual a la de Eloy Alfaro, líder de la revolución liberal que en 1895 intentó hacer un país moderno; el quarter (25 cents), con la del independentista George Washington, vale igual a la de José Joaquín Olmedo, poeta de la independencia; el dime (10 cents) con la de Franklin D. Rooselvet, igual a la de Eugenio Espejo, precursor independentista cuya muerte, en castigo por su rebeldía, fue registrada en el libro reservado a indios, negros y mulatos. Y la de 5 cents, con la del esclavista Thomas Jefferson, igual a la del pensador liberal Juan Montalvo.
En el centavo ecuatoriano figura un grabado microscópico que ubica al país en el mapa. En la monedita leemos "Luz de América", equivalente al cent de cobre con la efigie de Abraham Lincoln. Pero si el valor monetario más ínfimo de Estados Unidos está dedicado al menos al mártir de la libertad, en el cent ecuatoriano ni siquiera figura Sucre, muerto por segunda vez por los tataranietos de quienes en 1830 lo asesinaron para frustrar el ideal bolivariano.
Los sucres en manos del público podrán ser canjeados hasta el 9 de marzo próximo. Sin embargo, el folleto "Conozca el dólar", del Banco Central, aclara que la moneda fraccionaria estadunidense circulará "limitadamente", debido a que el Banco Central emitirá moneda fraccionaria nacional con equivalencias similares a las estadunidenses.
El problema es que hay poca moneda fraccionada. La reserva monetaria del país es exigua. A diario, las personas buscan desesperadamente fracciones de dólar para realizar sus transacciones y evitar el redondeo de las tarifas y bienes de la vida cotidiana: pan, leche, transporte, periódicos.
Compro un par de periódicos: 55 centavos. El niño voceador devuelve 50 centavos. "Espera, te debo cinco...". El niño responde "de llevando", gerundio típico de los quiteños. "Estás perdiendo cinco centavos..." El niño dice que no tiene cambio. Un bolillo cuesta cinco centavos y la leche "popular" 15 centavos de dólar.
Siendo del mismo peso y tamaño, las monedas de dólar funcionan en las máquinas de café, parquímetros y gaseosas. No obstante, como las máquinas son importadas rechazan las monedas mishus (mestizas) que cuestan igual. En las ciudades fronterizas, los cambistas compran dólares baratos y se los venden a los campesinos que tienen sucres, a 35 por ciento más que el cambio oficial.
Los restaurantes advierten: "No se aceptan billetes de cien dólares". Los comerciantes temen que sean dólares impresos en Colombia, idénticos a los que imprime el tesoro de Estados Unidos. En el súper, las colas se demoran el triple de lo habitual. Las cajeras observan los billetes a trasluz, al derecho y al revés, pasándoles el lápiz electrónico, raspándolos suavemente con la uña y llamando al supervisor para que asuma la responsabilidad de recibirlos. šY pobre de quien entregue billetes más o menos sucios o deteriorados!
Despiadada e insensible frente a la endémica miseria del país andino, la propaganda oficial es de terror: "Menos billetes compran más bienes". El 14 de octubre pasado, como si estuviese hablando de la hecatombe económica más colosal de la historia ecuatoriana, un equipo del periódico Hoy contó los baches de la carretera panamericana, de norte a sur.
En un recorrido de 432 kilómetros, de Rumichaca a Riobamba aparecieron 47 mil 511 hoyos. La carretera panamericana empalma con una de las vías que conducen a los riquísimos sembradíos costeños de abacá, fibra con la que se elabora el dólar estadunidense.