JUEVES Ť 8 Ť FEBRERO Ť 2001

Ť "La izquierda tiende a adoptar actitudes globalifóbicas"

El desarrollo capitalista abre espacios al empobrecimiento cultural: Bartra

MARIA RIVERA

La derrota del PRI está inscrita en un complejo proceso de transición democrática, en la que es posible distinguir dos ciclos: el corto -que inició con la crisis política de 1988 y concluyó en el 2000- produjo la transición política a un sistema democrático, pero las causas profundas de esta transición, que implican una gran crisis cultural, se inscriben en un ciclo largo que comenzó en 1968 y que todavía no termina, afirmó el investigador Roger Bartra, durante su conferencia Mediaciones democráticas y redes imaginarias, celebrada en el Colegio Nacional, dentro del ciclo Perspectivas de la democracia en México.

En este ciclo largo, expuso el autor de Redes imaginarias del poder político, es posible contemplar la crisis de las mediaciones políticas nacionalistas y el lento crecimiento de una nueva cultura política, así como encontrar las señales de novedosas formas de legitimidad.

El Estado no se legitima únicamente con un Ejecutivo eficiente, un parlamento representativo y una vigilancia justa, agregó, sino principalmente a partir de procesos culturales, educativos, morales e informativos que constituyen redes de vasos comunicantes que no respetan las fronteras tradicionales, las que dividen a los tres poderes, las de carácter territorial o las que separan órdenes jerárquicos. En este conjunto heterogéneo -que Bartra describe como un cuarto poder- se inscriben medios masivos de comunicación, escuelas y universidades, grupos étnicos, religiosos, sexuales, editoriales, hospitales, ONG, iglesias, sectas y grupos marginales con vocación diversa.

Estas áreas autónomas de gestión, muchas de las cuales están sin legislar, podrían regir a escala nacional -a través de consejos, comisiones e institutos- espacios de cultura, autonomías indígenas, iglesias, medios de comunicación, procesos electorales, educación superior e incluso ciertas instancias de recaudación fiscal. "Su constitución implica un acercamiento de algunas instancias del poder estatal a la sociedad civil; es, en cierta forma, una "estatización" de la sociedad civil, pero también una "civilización" de la gestión estatal".

El autor de La jaula de la melancolía mencionó que la expansión de estas áreas de gestión autónomas tienden a ligarse a otro fenómeno: el surgimiento de una condición postnacional. Iniciamos, advirtió, una época en que los resortes de la gobernabilidad no se encuentran en la exaltación ideológica de los valores nacionales, situación que ha provocado la alarma de la izquierda democrática, que ha reaccionado de una manera conservadora y estrecha. "Sólo ve las amenazas de la privatización y la dependencia con respecto a las redes globales, pero no comprende que es importante impulsar otros aspectos del proceso, como la ampliación de las autonomías democráticas y el combate a la corrupción (empresarial, burocrática o ligada al narcotráfico o al crimen organizado)".

La izquierda tradicional, insistió, tiende a adoptar actitudes globalifóbicas, en lugar de analizar críticamente el proceso para descubrir aquellas facetas cuyo impulso puede auspiciar una elevación del nivel general y la calidad de vida.

Más adelante señaló que el desarrollo capitalista no conlleva necesariamente, como se creía, a una pauperización material de la población, pero sí abre espacios que contribuyen al empobrecimiento cultural y espiritual de la sociedad. Las grandes amenazas no provienen de la circulación de mercancías, ideas, valores y símbolos culturales, sino otro proceso que acompaña a la globalización: el fortalecimiento de poderes locales que, en muchos casos, recuperan tradiciones culturales parroquiales, empapadas de costumbres religiosas y fanatismos étnicos, intereses caciquiles o corporativos.

Esas fuerzas,dijo, aprovechan la autonomía de los poderes culturales para impulsar no los símbolos globalizadores del neoliberalismo, sino una mezcla de "rancios valores conservadores con la agresividad soez de los nuevos ricos, creando un coctel de globalización y parroquialismo, como el que nos ofrecen los jerarcas de la Iglesia, lo mismo que numerosos programas radiofónicos y televisivos".

Ejemplifica: la cultura del narco, "combinación de catolicismo parroquial con crueles y desenfrenados apetitos de riqueza, de cursilería ranchera con negocios transnacionales". Otro caso: la postura que adoptaron los legisladores de Guanajuato el año pasado con el tema del aborto. "Ciertas costumbres parroquiales se transforman en reglas sancionadas legalmente por municipios o estados, con el riesgo de consagrar gobiernos integristas, sexistas, discriminatorios, religiosos, corporativos o autoritarios".

En la parte final de su conferencia, Bartra señaló que el futuro de la democracia en México está estrechamente vinculado a las maneras en que la cultura política generalizará nuevas legitimidades. Consideró que es posible el país enfrente en el futuro inmediato un periodo de turbulencia política, aunque, matizó, hay indicios de que estos sacudimientos "proporcionarán elementos estabilizadores que podrían fortalecer la cohesión de las fuerzas democráticas e incrementar la eficacia del sistema democrático".

Mencionó que en este año el sistema democrático pasará su primera prueba con las negociaciones entre el EZLN y el gobierno federal. "La manera en que se desarrolle este primer acto del teatro político nos dará indicios sobre qué caminos seguirá la democracia en México. Tengo la esperanza de que este primer acto disipe tanto las tentaciones guerrilleras y provincianas de la izquierda, como la influencia de hábitos gerenciales y parroquiales en el gobierno foxista, y permita a los actores políticos mirar más allá de la conservación de sus intereses y del aprovechamiento oportunista de las ventajas coyunturales".