JUEVES Ť 8 Ť FEBRERO Ť 2001

Jean Meyer

Olvidados como siempre

ƑQuiénes? Los kurdos de Irán, Siria, Turquía e Irak, esa nación sin Estado que estuvo a punto de tener su Estado después de la Primera Guerra Mundial, cuando de entre los escombros de varios imperios todavía no cuajaban tres de los cuatro estados mencionados. Esa casi-nación (la imprecisión de nuestro vocabulario es significativa. Una nación sin Estado, Ƒes realmente una nación? Todos patinamos al usar las palabras pueblo, nación, grupo étnico) está relativamente bien tratada ahora en Irán y en Siria; no ha sido siempre el caso y nada garantiza que lo sea para siempre. En alguna época los kurdos fueron bien tratados en los diversos imperios islámicos, primero el de Bagdad, después el de Estambul. Incluso en los años de la Primera Guerra Mundial, los turcos usaron a los kurdos para saquear, expulsar, violentar y masacrar a los armenios.

Luego la república turca, agresivamente nacionalista, se transformó en enemiga mortal de los kurdos, y qué decir del Estado iraquí, su cruel perseguidor desde hace medio siglo. Saddam Hussein no es más que el último de sus verdugos y si el mundo empieza a pensar que las sanciones económicas contra aquel déspota vengativo no sirven, no debería por lo mismo olvidarse tan fácilmente de la suerte de los kurdos que viven un territorio jurídicamente (has-ta nueva orden) parte integrante del territorio del Estado iraquí. La Organización de Naciones Unidas (ONU) no ha podido re-solver hasta la fecha la contradicción entre dos de sus principios fundamentales: el derecho de los pueblos a disponer de sí mismos y la soberanía de los estados (es decir la intangibilidad de sus fronteras). La única manera de resolverla es democrática, como cuando el presidente Vaclav Havel aceptó la división de Checoslovaquia en dos repúblicas, Eslovaquia y Chequia. Pero, Ƒcuál democracia en Irak?

La guerra de Kuwait, si no acabó con Saddam Hussein, permitió la emergencia de un Kurdistán autónomo en el norte de Irak, bajo administración de la ONU y protección militar (hasta ahora, o ayer) anglo-estadunidense. Ese gobierno autonómico, relativamente democrático, ha tenido éxito gracias a la ayuda internacional. Sobre 50 mil kilómetros cuadrados viven 3.5 millones de habitantes que se encuentran en la misma situación que los de Kosovo: un presente mejor que el pasado, pero amenazado por la total incertidumbre en cuanto al futuro. La ONU no puede --piensa que no puede-- proclamar la independencia de Kosovo y tampoco de Kurdistán: Ƒcuánto tiempo no permitirá a Saddam Hussein retomar el control de una región que no se resigna a perder? En los Balcanes existe una nueva esperanza con la caída de Slobodan Milosevic, Ƒpero cuándo caerá Saddam y será la democracia la que vendrá después?

Bagdad está haciendo lo imposible para torpedear el Kurdistán y no se deja desarmar por su afirmación de que es parte del Estado federal de Irak; al bloqueo económico y energético se añade una política de transplantación de refugiados palestinos en las zonas cercanas para continuar la arabización de la región emprendida en los años 80 con la destrucción de 4 mil 500 aldeas kurdas.

Los kurdos, atrapados en el juego de varios imperialismos regionales, políticamente muy divididos, han conocido 10 años de relativa bonanza material, de paz externa e interna (la ONU puso fin al en-frentamiento armado entre los dos principales partidos y sus milicias), de amplia libertad de expresión política y cultural. En ese Kurdistán autónomo se puede ver Emmanuelle y comprar El País o Le Mon-de; se abolió el viejo "uso y costumbre" de matar a las mujeres adúlteras o proclamadas tales. En una palabra, Kurdistán no es el Afganistán de los talibanes ni la Bagdad de Saddam Hussein. ƑQuién defenderá ese éxito de la ONU?

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