VIERNES Ť 9 Ť FEBRERO Ť 2001

Ť Se recupera del rezago de 1992, cuando su producción descendió a los niveles de 1959

La industria editorial de Cuba creció 33 por ciento en el año 2000

Ť El caso del balserito Elián González detonó una conciencia moral dentro y fuera de la isla

Ť La Feria Internacional del Libro oferta mil 400 títulos con casi medio millón de ejemplares

RENATO RAVELO

La industria editorial cubana creció en el último año 33 por ciento. Se recupera del rezago que en 1992 llevó su producción a descender a los mismos niveles de 1959. Una doble directriz marca la pauta: el reforzamiento de la identidad nacional, aunado a la gradual y controlada apertura a la larga lista de autores y asuntos pendientes.

En ocasión de la octava Feria Internacional del Libro, en 1998, se le preguntó a Fidel Castro durante la presentación de una obra:

--¿Cuáles son los libros prohibidos en Cuba?

--Los que no se pueden comprar.

Ahora que la divisa forma parte de la economía del cubano urbano medio, que la historia de Elián detonó una conciencia moral fuera y dentro islade la isla con lo que más familias acuden a Cuba con dólares, que en la televisión pública es posible escuchar a un locutor hablar de los ''derechos del consumidor", el libro persiste como objeto de consumo suntuoso y necesario, pues de sus 11 millones de habitantes, 700 mil son universitarios.

Espera para mejor comprar

Los libros prohibidos en Cuba, sin embargo, son aquellos que no se pueden comprar o que no se deben comprar en dólares.

El de Sergio Ramírez, Margarita está linda la mar, este año fue editado por Casa de las Américas, que se apoyó para el caso en la industria editorial colombiana.

La presentación del mismo, ocurrida hace unos días de manera simultánea con otras novedades de Casa de las Américas, parece a cada rato a punto de derivar en kermesse. El radio pasillo cubano eleva poco a poco los decibeles.

Si bien una buena parte atiende los discursos, en los que se habla de las obras, la mayoría está a la espera de que termine la presentación, apretujados junto al estante porque ahí se venderá a 10 pesos cubanos el ejemplar.

Con antimonopolista política, de uno por persona, el precio del libro equivale a 50 centavos de dólar, mientras que la edición del mismo en Alfaguara costaría por lo menos 20 veces más.

La misma escena se repite con los libros del periodista brasileño Fernando Morais, pero sobre todo con uno de los autores consentidos, el uruguayo Daniel Chavarría, autor de literatura policiaca.

Modesto y sostenido

El director del Instituto Cubano del Libro, Iroel Sánchez, califica de ''modesto, pero sostenido" el avance. Aunque 33 por ciento no lo expresa en una cifra concreta, de aplicarse a los cálculos de hace tres años, cuando el presidente del mismo instituto, Omar González habló del tema, se hablaría de 13 millones de ejemplares anuales.

En la isla sin embargo la mayor parte de los libros que se editan son de texto. Si en México el Estado participa con 50 por ciento de la producción, en Cuba de cada 10 millones de libros, nueve son de texto.

Cabe aclarar que el concepto libro de texto, en Cuba, tiene una connotación muy diferente a la reducida al libro de enseñanza primaria que se tiene en México. Un libro de texto puede ser lo mismo un tratado sobre química, que uno de historia. Uno de bachiller o de universidad.

La publicación en Cuba rebasa ahora mil títulos anuales. La mayoría son libros de literatura histórica, o netamente literarios, en tanto poco más de 300 pertenecen al libro de texto. Es decir, la mayor variedad de títulos se publica en ediciones más pequeñas.

Esta relación de ''muchos libros sobre pocos temas" la ejemplifica en una de las celdas de la fortaleza Moro-Cabaña, donde por segundo año consecutivo se hace la Feria Internacional del Libro, un militar estudiante de medicina, cuando se acerca al estand de Plaza y Valdés: ''¿Tiene 'algo' sobre medicina?" y regatea lo más que se puede el precio de un libro de enfermería que, aun en la mejor voluntad del editor Fernando Valdés, no puede ser menor a 20 dólares.

Hasta este fin de semana, por cierto, en esta (apenas) décima versión de la feria estarán a la venta mil 400 títulos, con cerca de 500 mil ejemplares.

La feria es ocasión para que el lector se acerque lo mismo a ediciones accesibles de El Quijote, que a las novelas de Drácula o los autores cubanos conocidos como Jesús David Curbelo. Una edición de 500 mil ejemplares del Ulises, de James Joyce empezó a circular a finales de año, si bien los libros infantiles son los más buscados.

Una variante se introduce en la industria editorial cubana, revela el ministro de Cultura Abel Prieto:

''Llevamos a cada una de las regiones equipo para que ahí puedan hacer sus propias ediciones y evitar la centralización".

Agrega: ''Pensamos acabar con ese género extraño que tiene un papel aún desconocido para la ecología y el equilibrio universal, que se llama poeta inédito".

Marxista lennonista

Prieto no parece un hombre de 50 años. Roberto Fernández Retamar, director de Casa de las Américas, lo define quizá por su cabello largo como marxista lennonista, y aquél acepta que se burló alguna vez de esa fobia a los Beatles y sugirió en un cuento que en Eleanor Regby había mensajes ocultos de la CIA. Para Prieto el asunto de la industria editorial no es ajeno a otros: ''Durante muchos años despreciamos la televisión. Hicimos programas que querían ser alternativos y eran malos, no proponían. Ahora estamos conscientes de que es un medio que debe proponer, sobre todo porque el asunto central es el de la identidad cultural".

Cuenta de un taller de creación literaria que se impartió por televisión, con un éxito de audiencia de cerca de medio millón de participantes. Y se preparan otros, asegura, que fortalezcan el sentimiento nacional de ser cubano, pero que al mismo tiempo abran al conocimiento universal.

Respecto de la publicación de revistas, dice que a cada provincia se le asignan recursos para que, desde sus propias editoras, produzcan su revista cultural: ''No todas cuentan con el respaldo de un equipo, hay que reconocerlo, por lo que terminan por hacerse boletines oficiales.

''Hay expresiones que no las pueden hacer las grandes estructuras burocráticas. Ese sentido de pertenencia sólo se da cuando hay un proyecto común, tenemos que descentralizar más, abrir nuevas opciones."

Ejemplifica: ''Algunos artistas me plantean la idea de crear nuevos estudios y sellos discográficos. En Cuba tenemos 13 mil músicos, ¿cómo podemos desde las grandes estructuras administrarlos? Creamos agencias con pequeños catálogos. Nos tenemos que mover hacia formas organizativas comunitarias. Verlas sin prejuicios, apoyarlas",

Por la red, por cierto, circulan informaciones acerca de las llamadas bibliotecas independientes de Cuba, formadas según relatan a partir de las declaraciones de Castro en la Feria del Libro y que en el país suman 18. Encabezadas por Berta Mexidor, sin embargo, en su propuesta editorial se perfilan más como otro de los organismos opositores al régimen, que cuentan con recursos del exterior.

Con sus autores pendientes de lectura, con el ''control irrenunciable" que acepta Prieto se tendrá para que Internet se popularice en la isla, con el hábito de leer creado en la población pero con una infraestuctura que está años luz (literalmente) de aquellos tirajes de 45 o 72 millones de ejemplares de la década de los setenta, la industria editorial cubana aparece, para el espectador externo, por momentos como un engranaje más de ese otro gran plan del régimen: el de regresar a la cubanidad un orgullo adormilado, que vino a despertar Elián.