VIERNES Ť 9 Ť FEBRERO Ť 2001

Ť Afirma el cantante sentirse ''muy poco europeo y muy latinoamericano''

Me gustaría morir en México, pues ahí los muertos son muertitos: Sabina

Ť ''Al subcomandante Marcos no tengo nada que decirle, sino aprender de lo que me diga''

Ť Promete estrenar cinco melodías en cada una de sus presentaciones en nuestro país

CESAR GÜEMES

Tiene el raro privilegio, ganado a pulso, de ser un hombre sin enemigos. Aunque le teme a la muerte, la conjura a diario y dice en entrevista que si le fuera permitido un sitio para morir, elegiría México, sin dudarlo un momento. Joaquín Sabina está en Madrid y tiene preparado ya su inminente viaje a nuestro país a fin de ofrecer los conciertos que acompañan la salida de su nuevo disco, el álbum doble Nos sobran los motivos, bajo el sello de BMG y en el que ha dividido su labor en una parte acústica y otra eléctrica. Enchufado y desenchufado a partes iguales, anuncia generoso que durante su estancia en México estrenará un promedio de cinco piezas en cada una de las presentaciones. Se sabe un ser civil más latinoamericano que europeo, propone un monumento corazón adentro para el juez Baltasar Garzón, y ya que su presencia coincidirá casi con el arribo de la marcha del EZLN, dice sin alterar el tono de voz sobre un posible encuentro con el subcomandante Marcos: "A él no tengo nada que decirle sino aprender de lo que me diga". Joaquín Sabina, cuarto hombre al bat en la lírica contemporánea, en directo desde Madrid.

Después de 14 años he repetido la experiencia

--En tu nuevo álbum y en los conciertos que ofrecerás en México hay una parte eléctrica y otra acústica. ¿Es un regreso a tu forma inicial de interpretar?

--Lo que ocurre es que uno en su vida no tiene por qué elegir sólo entre dos opciones. Imagínate que a las personas que van al teatro a oír el concierto eléctrico los invitemos luego al cuarto del hotel para ofrecerles la otra parte del trabajo con guitarras desenchufadas. Como eso no es muy viable que digamos, tomamos la decisión de combinar los dos conceptos.

--Hay un cambio perceptible en tu voz de hace un par de discos hasta el más reciente. La interpretación es más cruda o más veraz, como prefieras llamarlo. ¿Estás consciente de esta variación?

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--Yo tenía la misma voz hace años. Incluso creo que la tengo ahora mejor. Lo que ocurre es que en los estudios hay un montón de medios para maquillarla y como yo no estaba completamente conforme con mi voz porque deseaba ser cantante, permitía cierto arreglo. He necesitado muchos años para descubrir que mi voz suena mejor sin maquillaje, sin pretender que sea otra. Desde hace tiempo mis amigos me decían que en casa sonaba distinto a lo que oían en las grabaciones y que preferían el sonido casero. Así que decidí decirle a la gente de las productoras que mi voz es así, como se oye, en seco, si les gusta, pues bueno.

--Según señalaste a la prensa de España desde hace un par de años habías cambiado la experiencia de escribir en cafés o bares para hacerlo prácticamente encerrado en tu casa y eso te trajo una numerosa producción de canciones. ¿Dónde están, Joaquín, si en Nos sobran los motivos sólo hay tres temas que no te conocíamos?

--Es verdad que he estado escribiendo canciones sin parar. Las voy sacando en los conciertos. En México, puedo decir desde ahora que estrenaré cinco o seis de ellas y muy posiblemente sean distintas en cada una de las presentaciones. Sucede también que desde hace tiempo amables escuchas me venían diciendo que querían oír un disco grabado en directo, y después de 14 años he repetido la experiencia. Lo hago para mostrar cómo han cambiado las canciones, cómo les hemos mejorado las letras o cómo han ido hacia otros ritmos. Y desde luego tengo contemplado para el próximo disco en estudio incluir sólo piezas nuevas.

--Entiendo que justamente para las grabaciones en estudio te tomas un promedio de cuatro meses, algo que es imposible pensar en las que haces en directo. Esto te da menos oportunidades de hacer algún ajuste.

--En vivo no quería hacer ajustes. Por su lado es verdad que cuando me meto al estudio puedo pasarme ahí cuatro meses o más porque soy muy meticuloso, corrijo las letras hasta el final y nunca estoy satisfecho con el resultado. En este nuevo disco he manipulado nada, no he pasado ni un día por el estudio. Simplemente quiero que si no es una película, la grabación funcione como un documental o una serie de fotografías.

Los latinos debemos reivindicar la ventaja de tener una lengua común

--De un tiempo para acá, desde El hombre del traje gris, has incrementado tus visitas a México y otros países cercanos. ¿Será que te has venido latinoamericanizando?

--Estoy totalmente de acuerdo. Me siento muy poco europeo, me siento muy latinoamericano puesto que mi trabajo es escribir canciones y leer poesía. Algo de lo que más me gusta es estar con amigos y eso lo hago en castellano, el mismo que se habla en Latinoamérica. Me siento muy privilegiado al compartir esa lengua que permite que se entienda lo dicho por mí. Creo que para los latinos nos es preciso reivindicar, de una maldita vez, la ventaja de tener una lengua común. Es más, diría que me he ido latinoamericanizando incluso en los discos. No soy un turista japonés de esos que hacen fotos y no miran lo que tienen delante. Cuando voy a cualquier sitio hablo con la gente, camino tanto como puedo por las ciudades, me meto en los bares, madrugo y trasnocho. Quiero decir que vivo la vida de las personas que están en el sitio a donde voy. Regreso con las maletas cargadas de canciones, sonrisas, colores de ojos, acentos y de modos de hacer las cosas que acaban asomándose en mis propios discos.

--En recientes fotos que se encuentran en tu biografía Perdonen la tristeza apareces en tu casa y puede observarse que hay numerosos iconos religiosos. ¿Es un ánimo de coleccionista o una necesidad interna lo que te lleva a rodearte de ellos?

--No es exactamente un afán de coleccionista. Me explico: cuando uno se pasa la vida en las carreteras, compra uno muchos objetos y le regalan también una buena cantidad de cosas. Eso se va amontonando en casa y acaba por parecer una colección. Alguien me regaló cierta vez una virgen del siglo XVIII y luego empecé a adquirir otras en diferentes sitios. Muchas de las imágenes que has visto en el libro son compradas en México. El caso es que me gusta que mi sitio esté lleno de elementos que tienen que ver con mi vida, que me recuerdan un amigo o un lugar donde he estado. Es una acumulación de objetos que van cambiando de sitio a lo largo de los años, como cambio yo.

--En distintos momentos de tu trayectoria, ya sea de viva voz o en algunas canciones hechas en primera persona, te has referido a la muerte. ¿Cómo es tu relación con ella, cómo se llevan?

--Soy muy contradictorio en todo. Creo que el único modo de luchar contra la muerte a la que le tengo un miedo atroz, es afirmar todos los días la vida teniendo en cuenta que se acaba, así que es preciso disfrutarla con intensidad. La muerte me impresiona mucho, no me gusta nada, es la negación de todo lo que amamos. Ahora, puestos a morir, no quisiera morir en ningún sitio, pero si fuera en algún lugar me gustaría que fuera en México porque allí los muertos no son tales sino muertitos. Siempre es mejor ser un muertito que un muerto.

Si la izquierda no existiera, habría que inventarla

--A lo largo de tu trabajo ha habido detractores, sobre todo en España, a los que con sonetos y décimas has ido respondiendo. ¿Hoy estás en paz?

--Bueno, la suerte de tener detractores es que uno puede inspirarse en ellos para hacer algún escrito. Trabajo ahora en un libro donde contesto a mucha de esta gente. Lo que no niega que está su perfecto derecho de no estar de acuerdo conmigo. Mi trabajo es poner canciones en los escenarios y en los discos, y me arriesgo a lo que venga. Está muy bien que haya personas en contra. Desde luego hay gente de la que no quiero ser amigo aunque no tengo enemigos. Tengo amigos y sé también quiénes no podrán serlo nunca. Por otra parte también es cierto que en mi caso me defiendo con canciones y no necesariamente con sonetos o décimas como en ocasiones he hecho. La trayectoria propia es lo que puede defenderlo o atacarlo a uno. Luego, reconozco que soy peleón, es decir, creo que a veces he hecho las mejores canciones después de una crítica mala para tratar de superarme a mí mismo.

--En tu vida civil queda bien documentado que participas con frecuencia en manifestaciones de orden social a favor de causas nobles. Ahí te han acompañado Javier Krahe o Luis Eduardo Aute, pero ya no aparece en tu vida ni en tu biografía Alberto Pérez.

-Eso es algo muy simple. Para mí aquella historia de La Mandrágora era algo que inicié con Javier. Por su parte, Alberto es alguien a quien no veo desde hace mucho tiempo, no puedo decir que sea especialmente mi amigo y por eso no hablo de él.

--Parece, pues, que incluso políticamente tus cercanías son mayores con los dos primeros.

--A los que hay que sumar a Imanol Arias. Con ellos comparto unas ganas, todavía, de pelear contra las injusticias se produzcan donde se produzcan. O al menos de levantar la voz, ya que los cantantes tenemos la suerte y la desgracia de que nos ponen un micrófono delante para que hablemos y en ocasiones consideramos que es necesario decirlo muy alto.

--¿Cuál es tu punto de vista en este inicio de siglo sobre lo que está pasando con Izquierda Unida, a quien te has ligado desde hace largos años?

--Es un poco una tragedia. El problema es que desde la caída del Muro de Berlín las izquierdas de muchos países han sufrido esa especie de menosprecio, de soberbia, de batalla ganada en la que se ve la derecha. Eso pasa en España, desde luego. Izquierda Unida ha sido un grupo de personas muy decentes, que han dicho lo que nadie quería oír a lo largo de mucho tiempo. Cuando la gente no quiere escuchar determinado tipo de cosas, eso se traduce en la pérdida de votos que podemos ver. Pero aún así, si la izquierda como tal no existiera, habría que inventarla porque es necesario oír la voz que clama en el desierto.

--En la prensa española de hoy aparecen declaraciones de Fernando Savater respecto que el voto próximo en Euskadi es muy conflictivo para los no nacionalistas. ¿Esto forma parte de la tragedia de que hablas?

--Claro, lo que está pasando en Euskadi es una cosa bastante incomprensible a esta altura de la historia. Es decir, es un nacionalismo tan estrecho, xenófobo, tan completamente sin razón, que crea en ese sitio de la península un miedo por la falta de libertad de palabra, miedo a votar y a opinar. Es un cáncer que padecemos y no tiene fácil cura. Pero sobre él, incluso con el miedo, hay que decir lo que uno piensa.

Baltasar Garzón merece un monumento

--Como cualquier país España padece enfermedades sociales. Pero también de forma similar en las naciones aparecen una suerte de médicos que pueden ser lo mismo un cantante y poeta como tú, que un juez como Baltasar Garzón. ¿Te sientes cercano a él?

--Veo que Garzón, con todos los problemas que pueda tener cualquier ser humano y cualquier tipo que participe de un modo tan activo como lo hace él en la vida social, es para nosotros un lujo. Ha hecho cosas que absolutamente nadie de los españoles creía posibles: desde dimitir de un gobierno al que pertenecía porque el organismo en general no estaba dispuesto a luchar contra la corrupción, hasta dar batallas contra el narcotráfico, los Gal, el terrorismo de ETA y desde luego su actuación frente al caso Pinochet. Creo que Baltasar Garzón merece un monumento en el corazón de todas las personas decentes del mundo.

--En los días que pasarás en México la marcha zapatista en la que viene Marcos estará muy cerca de la ciudad de México. ¿Tienes pensado un encuentro con él?

--Mira, como comprenderás, estoy muy honrado y muy orgulloso de haber tenido correspondencia con Marcos. Pero también estoy consciente, y te lo digo de verdad, que no soy nadie para buscar un encuentro con él. Sé que desde hace años quiere que nos veamos pero no sé si esos días en México, que serán agitadísimos para él, pueda darse al menos un saludo. Si existe la posibilidad de verlo, estaría encantado, pero la verdad es que a Marcos no tengo nada que decirle sino aprender de lo que él me diga.

--Mientras tomas esta llamada, en Madrid es ya de noche. Sabemos que eres noctívago y te precias de ello. Di por último para los lectores cómo ha sido tu vida nocturna en México.

--Parece que en México están todas las cosas que yo soñaba. He cantado con mariachis y a cada sitio que voy hay música. Eso ya no pasa en España. Para mí México es el mejor país para encontrarse con los amigos y emborracharse tanto por la alegría de verlos como por todas las cosas que uno ha perdido.