YUCATAN: CACICAZGO FUERA DE LA LEY
El
cacicazgo priísta yucateco que encabeza el gobernador Víctor
Cervera Pacheco rechazó el fallo del Tribunal Electoral del Poder
Judicial de la Federación (TEPJF) que ordena la inmediata entrega
de las instalaciones y los fondos del Instituto Estatal Electoral (IEE)
a los consejeros electorales legalmente designados y desconoce a los que
fueron irregularmente nombrados por la mayoría priísta del
Congreso estatal. Tal desacato coloca a los poderes federales ante la necesidad
de recurrir a la fuerza pública para hacer cumplir la resolución
del máximo tribunal electoral del país, como lo anunció
ayer el secretario de Gobernación, Santiago Creel; abre, en consecuencia,
una preocupante perspectiva de violencia en la entidad del sureste y, de
prosperar, sentaría un precedente por demás indeseable de
falta de respeto y violación de la legalidad nacional por parte
de grupos priístas atrincherados en poderes locales.
Ha de considerarse, a este respecto, que algunos gobernadores
priístas siguen disponiendo del control total de los legislativos
y de los tribunales en sus respectivas entidades, en las que el principio
de división de poderes es una mera frase hueca para las ceremonias
y en las que la tarea de gobierno se ejerce de manera absolutista y feudal.
Tal es el caso de Yucatán y Tabasco, en donde los titulares del
Ejecutivo son los jefes reales de los magistrados y de las mayorías
legislativas priístas, y en donde, a través de éstas,
disponen incluso la composición de autoridades electorales dóciles
e incapaces de garantizar el cumplimiento de las reglas democráticas
elementales. En esa lógica, la rebeldía de los cerveristas
ante las decisiones del TEPJF tiene el propósito de mantener las
condiciones que permiten la realización de operaciones electorales
fraudulentas y preservar, de esa forma, su dominio oligárquico de
la entidad.
Cervera Pacheco pretende presentar su desacato a la legalidad
como una gesta a favor de la autonomía estatal, y en ese afán
recurre a un inadmisible, provocador y riesgoso chovinismo regional: los
yucatecos no son "cobardes" y deben enfrentar a los "traidores" que pretenden,
según él, imponer a la entidad la condición de "colonia
del imperio". Semejante discurso entraña el peligro de generar o
exacerbar actitudes separatistas entre sectores sociales ajenos a la mafia
priísta enquistada en las instituciones locales, que es la que realmente
protagoniza la confrontación en curso contra las autoridades federales.
Adicionalmente, la subversión cerverista coloca
al gobierno del presidente Vicente Fox en una situación por demás
difícil, toda vez que lo orilla a utilizar la fuerza pública
para imponer el fallo del máximo tribunal electoral del país
y restablecer el estado de derecho en la entidad.
En tales circunstancias, cabría esperar que el
PRI nacional se comportara a la altura de las circunstancias y, en congruencia
con los principios republicanos y en tributo a la sensatez, presionara
al gobernador rebelde y a sus subordinados formales y reales --esto es,
los diputados locales priístas y los integrantes del consejo electoral
espurio-- para que acataran la ley.
Finalmente, no puede dejar de señalarse que las
autoridades federales deben actuar con criterios uniformes y no, como ha
ocurrido hasta ahora, con un doble rasero, ante las resistencias a la democratización
por parte de cacicazgos locales, que se presentan también en Tabasco,
en donde las maniobras ilegales de última hora de Roberto Madrazo
para asegurarse un sucesor dócil y obsecuente fueron avaladas por
el Ejecutivo federal y el partido en el poder.
|