DOMINGO Ť 11 Ť FEBRERO Ť 2001

SEMANA POLITICA EN ESTADOS UNIDOS

Ť La felicidad de los ricos, prioridad en la Casa Blanca

Ť Clinton no se acaba de ir; su sombra sigue imperando

JIM CASON Y DAVID BROOKS CORRESPONSALES

Washington, 10 de febrero. Los ricos si-guen demostrando que son los reyes de Washington. Esta semana, tanto el ex presidente Bill Clinton como su sucesor George W. Bush rindieron ho-menajes a los mas prósperos: el mandatario dio a conocer su proyecto para reducir im-puestos y cuyos beneficios se concentrarán en el 2 por ciento de la población más rica del país, y el ex jefe de Estado está pagando las cuentas del último regalo que le dejó a un multimillonario y a su familia.

Clinton, al parecer, no acaba de irse de Washington. Dos semanas después de abandonar la Casa Blanca, sigue dominando el debate con otra controversia clintoniana: sus últimos actos como presidente incluyeron otorgar el perdón presidencial al multimillonario prófugo de la ley estadunidense Marc Rich, quien fue culpado de la evasión fiscal más grande de sus tiempos y de hacer negocios con "enemigos" del Es-tado, como Irán en los 80 (además, su fortuna también fue resultado de negocios con el régimen de apartheid en Sudáfrica).

Además, Clinton y su esposa, la ahora senadora Hillary Clinton, fueron obligados a regresar decenas de miles de dólares en obsequios de varias personas ricas a su Casa Blanca, objetos que el matrimonio decidió llevarse a la vida privada (sofás, mesas, vajilla, etcétera).

Varios legisladores ya han comenzado la investigación de algunos de las decenas de perdones presidenciales otorgados por Clinton en las últimas horas de su presidencia, pero el caso de Rich es el más sobresaliente. Resulta que Rich contrató a uno de los ex abogados del entonces presidente, y la ex esposa de Rich donó más de un millón de dólares al Partido Demócrata en los últimos años, además de sumas importantes a la campaña de relección de Clinton y, más recientemente, a la biblioteca presidencial que está construyendo Clinton.

La competencia por la nota principal en Washington esta semana fue entre las au-diencias de la investigación del Congreso del perdón presidencial otorgado por Clinton y las nuevas iniciativas del nuevo huésped de la Casa Blanca.

Bush cumplió esta semana con su promesa de campaña y dio a conocer una propuesta al Congreso que prevé un recorte de impuestos federales de 1.6 billones de dó-lares. Así comenzó el principal debate de esta capital en torno a quién debería beneficiarse con este regalo federal.

Bush presentó su iniciativa como un mecanismo para enfrentar el enfriamiento del crecimiento económico, al otorgar más ahorros a los individuos y así promover más consumo. Su propuesta es realizar el recorte tributario más amplio y profundo en dos décadas, y afirma que la iniciativa beneficiaría a todos los estadunidenses.

La propuesta de Bush tuvo respuesta in-mediata: los conservadores tratan de am-pliar aún más el recorte, y los opositores buscan reducir sus dimensiones. Lo que no está en duda, al parecer, es que este año se promulgará un enorme recorte tributario.

Para los críticos, esta iniciativa no es otra cosa más que un regalo de gratitud al segmento más rico del país, y señalan que 2 por ciento de la población más rica será la más beneficiada por la propuesta, mientras la clase media y los pobres tendrán migajas. El liderazgo demócrata del Congreso respondió con una conferencia de prensa frente al Capitolio, donde fue colocado un auto de lujo Lexus representando lo que ganarían los más ricos, un mofle representando lo que ganaría un "trabajador promedio" y un huevo de avestruz, símbolo de lo que ganarían los pobres.

El senador Tom Daschle, líder de la mi-noría demócrata, señaló que con este plan un millonario obtendría 46 mil dólares anuales en menos impuestos, y que un trabajador típico sólo 227. Según analistas, 12 millones de familias pobres y apenas sobre el nivel de pobreza tendrán nulos beneficios con este plan.

Para los conservadores, esto era revivir su gloria de los primeros años de Ronald Reagan, cuyo gobierno también se estrenó con una propuesta para reducir impuestos. Los líderes legislativos republicanos estaban felices, y varios de ellos comenzaron a trabajar para ampliar las dimensiones de esta propuesta.

Así Bush se encontró precisamente don-de desea estar, en el medio entre los dos extremos. De esta manera, espera que su estrategia resulte en su primer gran triunfo político como presidente al promover un recorte tributario.

Los ricos están felices. Algunos podrán gozar del perdón de sus pecados pasados, otros están esperando un nuevo regalo an-tes de la Navidad. Este es, a fin de cuentas, un país cristiano.