LUNES Ť 12 Ť FEBRERO Ť 2001
ENTREVISTA
Alberto Aziz Nassif, analista político
La alternancia en el poder desata "focos de conflicto"
"Un buen gobierno no es suficiente para ganar unos comicios; la forma como se elige al candidato, su perfil, su discurso y el desarrollo de la campaña son más determinantes en el resultado de unas elecciones"
MIREYA CUELLAR
La alternancia en el poder suelta muchos nudos del control político, amplía los espacios de libertad y crea nuevas coaliciones de poder, por ello desata "focos" de conflicto; la relación del gobierno con los grupos sociales (empresarios, sindicatos, la prensa...) ya no está amarrada a compromisos clientelares o corporativos. No hay recetas para definir los ritmos o los tiempos del cambio y, al principio, la impresión que da la vieja oposición cuando llega al poder es de "dar bandazos"... parece que se está descomponiendo el sistema político, señala el investigador Alberto Aziz Nassif, quien ha estudiado los procesos de alternancia en algunos estados del país.
Agrega que si bien los mexicanos están conociendo a nivel federal lo que es un gobierno distinto al PRI, en varios estados del país (con las proporciones del caso) la alternancia electoral no es una novedad.
Aziz Nassif, quien ha estudiado el caso de varias entidades (en especial de Chihuahua), dice que es muy pronto para hacer pronósticos con Vicente Fox, porque "no hay un modelo único de gobierno panista estatal", y el Presidente es un panista heterodoxo, ajeno a las familias de creyentes de la doctrina. "Políticamente no se parece a los panistas, ese es un poco su éxito. El mide mucho la opinión pública y el manejo de la imagen; en general los gobernadores del PAN no cuidan de manera profesional esos aspectos".
Académico del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), Alberto Aziz presentará en breve un nuevo libro: Los ciclos de la democracia, gobierno y elecciones en Chihuahua, donde analiza si los resultados de una elección son una evaluación del gobierno en turno. En el caso de Chihuahua y Francisco Barrio (motivo del trabajo), la evaluación que los ciudadanos hacían de su administración era favorable en términos generales, sin embargo su partido no pudo relegirse. El priísta Patricio Martínez recuperó el poder para el PRI.
Ello lleva al autor a tejer otro grupo de reflexiones sobre si los partidos ganan elecciones para hacer políticas públicas, o hacen una determinada política para mantener el poder. Alberto Aziz plantea que en el caso que nos ocupa, "un buen gobierno (el de Barrio) no es suficiente para ganar unos comicios; la forma como se elige al candidato, su perfil, su discurso y el desarrollo de la campaña son más determinantes en el resultado de unos comicios que una calificación favorable en el ejercicio de gobierno".
Discurso rígido
El gobierno de Barrio tuvo muchos problemas cuando empezó: escasa sensibilidad social y un discurso muy rígido en torno a aspectos que eran muy importantes para la administración, pero no para la ciudadanía, expone Aziz Nassif. En la primera elección intermedia que enfrentó, perdió la mayoría del Congreso y buena parte de las alcaldías que había cosechado tres años atrás. Entonces viene un replanteamiento del gobierno y aplica políticas públicas que lo acerquen a la ciudadanía para remontar la frialdad entre la población y su gobierno.
En Jalisco estuvo a punto de pasarles lo mismo recientemente. Alberto Cárdenas es calificado favorablemente por los ciudadanos, pero el actual gobernador electo (impugnado en los tribunales por el PRI) resultó un mal candidato, tanto que casi empató la elección con el del PRI, cuando hace seis años el PAN tuvo casi 20 puntos de diferencia.
Entre las variables analizadas encontró que un gobierno calificado como regular puede relegirse si presenta un buen candidato, y que sólo en los casos de malos gobiernos es casi imposible que el aspirante del partido en el poder pueda ganar.
Pero esa situación no sólo la ha vivido el PAN. El investigador se topó con que en Aguascalientes ocurrió algo similar en la última elección de gobernador. Otto Granados era bien evaluado por la sociedad, sin embargo el tricolor perdió la elección. "El candidato del PRI (Héctor Hugo Olivares) era malo, su imagen era de un hombre del viejo sistema".
En el caso del PAN "hay una discusión política interna, cuyo argumento central es que un gobierno surgido de Acción Nacional tiene que tener el signo ideológico y doctrinario de la casa; sin embargo, como se trata de los primeros casos de alternancia y de las primeras experiencias de gobierno, no existe una experiencia acumulada para saber qué cosa es un gobierno panista, más allá de querer ser honestos, eficaces, eficientes, participativos".
Los gobiernos de la era priísta estaban sellados por un sistema hegemónico, no había competencia; se creó entonces una burocracia ineficiente, preocupada por el control político y no por la calidad del servicio; con una dinámica altamente centralizada, un manejo discrecional y partidista de los recursos, con rasgos derrochadores y corruptos... pero tenía algo que generaba aceptación popular: "había un reparto de beneficios en los diferentes niveles de la pirámide social, buenos negocios en las partes superiores, seguridad social para los sectores medios, ayuda para los sectores mayoritarios, crecimiento económico, movilidad social...".
El PAN, dice Alberto Aziz, tiene una lógica diferente y una concepción de la gobernabilidad diametralmente opuesta: "lo importante es ordenar, no repartir; ser honestos y establecer una racionalidad sobre la base de un interés público, y no mediante beneficios corporativos".
Hay muchas cosas que los panistas tienen que aprender, entre ellas que una cosa es buscar votos y otra gobernar, que son procesos diferentes y que "para arreglar Chiapas se requieren algo más que 15 minutos".
En Chihuahua (referente del investigador), el gobierno de Barrio entendió a "un costo muy alto como fue la derrota electoral, que una cosa es administrar una empresa y otra muy diferente gobernar un estado de la República. Se hicieron reformas administrativas y financieras, se enfocaron las baterías a suprimir fugas de dinero, a controlar los recursos públicos, a modernizar los sistemas de información y a crear bases de datos... pero en la calle se acumulaban los conflictos políticos.
En Los ciclos de la democracia, el autor hace un recorrido por distintos aspectos del gobierno panista del ahora fiscal anticorrupción, y plantea que Barrio no tuvo claro qué era más importante para él, gobernar como creía que debía, o establecer políticas públicas para que su partido mantuviera el poder.
El caso también da para revisar que la democracia requiere algo más que seis años en el poder, porque no logró consolidarse un nuevo proyecto en la entidad norteña. El PAN hizo una reforma integral a la Constitución, pero (al perder el control del Congreso a la mitad del gobierno) no pudo concretar reformas a leyes secundarias que permitieran un rediseño institucional. En la segunda parte de su gobierno, Barrio vivió lo que los académicos llaman un "gobierno dividido" (el Ejecutivo del PAN y el Congreso del PRI), lo que le restó eficacia a su proyecto. En cuanto "regresó el PRI, muchas de las viejas prácticas también retornaron".
Lo importante, plantea Aziz, es que la experiencia de la alternancia da a la sociedad la posibilidad de acostumbrarse a convivir con una idea democrática; "que puede criticar de forma implacable a sus gobernantes, estar en desacuerdo con sus acciones... que el poder político está sometido a la legalidad, que es sana para una sociedad la separación de poderes... y esta sociedad es la que hoy tiene la responsabilidad de no permitir los retrocesos".