LUNES Ť 12 Ť FEBRERO Ť 2001
ENTREVISTA

Hay que seguir el mal ejemplo de los indios: Alexis Ponce

Indispensable en Ecuador, el "diálogo profundo"

RAMON VERA HERRERA/II Y ULTIMA

Los que más generó preocupación durante el reciente levantamiento indígena en Ecuador fue el Estado de Emergencia decretado por el gobierno, pues incluyó la militarización del campo y la ciudad, y una mayor incidencia que la que hemos tenido en 20 años, de los militares en la cotidianidad ciudadana, sostiene en entrevista Alexis Ponce, vocero nacional de la Asamblea Permanente de Derechos Humanos (APDH) del país andino.

En la primera semana de la movilización tuvimos una escalada progresiva de represión; en las ciudades, visiblemente policial; en el campo, invisiblemente militar, debido a la poca cobertura de esos hechos en los grandes medios. El uso de armas de fuego se fue extendiendo, al igual que el disparar al cuerpo. La declaratoria de la Emergencia, que fue acompañada de campañas de rumor y violencia subliminal justificada en varios de los grandes medios de televisión, radio y prensa escrita, nos hicieron temer lo peor. Las garantías ciudadanas fueron suspendidas, tales como: libre circulación, libre expresión y libre asociación, en tanto que se les otorgó a las fuerzas armadas y policía atribuciones para allanar domicilios, perseguir y detener líderes y activistas que se considere "subversivos", prohibir y desarticular por la fuerza toda marcha o movilización social, violentar la correspondencia, etcétera.

marchaecuachicaCreo que la principal violación a los derechos humanos y al derecho internacional fue el bloqueo alimentario y de medicinas ordenado por el gobierno contra los miles de indígenas encerrados en la Universidad Salesiana de Quito.

Esta barbaridad fue duramente cuestionada, y es un estigma vergonzoso para el propio presidente pero, ante todo, un referente criminal: a viva fuerza, la policía nacional impidió, por cuatro días, el ingreso de comida y medicinas, en tanto que se cortó, por orden de altísimos funcionarios gubernamentales, el servicio de agua, el bloqueo de líneas telefónicas de esa universidad donde se hallan asilados los indios, los teléfonos de la Conaie (la organización indígena más fuerte), e incluso de la APDH y otras fuerzas sociales. Tenemos 24 heridos de bala, 58 por impactos de bomba lacrimógena, más de 300 detenidos, casos de tortura y vejámenes, y lo más peligroso: un abierto ambiente de racismo violento que se expresa, por ejemplo, en las pintas en la ciudad: "Haga patria, mate un indio", o en la aparición en los parques públicos donde debían llegar los indios, de perros a los que se ha asesinado, portando carteles anónimos que decían: "esto les va a pasar, manueles", en referencia a los indígenas. Cuatro dirigentes indios y sociales fueron ilegalmente detenidos, y salieron libres con habeas corpus.

Creció la intolerancia

El hostigamiento se extendió a otros sectores sociales y no sólo a los indígenas, e incluso a los defensores de derechos humanos: la APDH llevó la peor parte, porque hemos sido objeto de seguimientos, "pinchazos" telefónicos, persecución vehicular, amenazas anónimas, sabotaje telefónico, etcétera.

En diciembre de 1999, un mes antes de la caída de Jamil Mahuad, Leslie Alexander, prominente funcionario de la administración Clinton y ex embajador en mi país, dijo en Miami en una ponencia pública que "Estados Unidos no vería mal que los militares se hicieran cargo de la situación en Ecuador". Es decir, un mes antes, el Departamento de Estado preparaba la salida de Mahuad y el  recambio por una ficha menos "quemada" del sistema: Gustavo Noboa. Ecuador ha sido un excelente "conejillo de indias" en varios campos: en lo económico, con la dolarización; en lo militar, con la instalación de la base de Manta, verdadero portaviones en tierra y no solamente "puesto de avanzada contra el narcotráfico"; en lo geoestratégico, con el  proyecto derechista de las autonomías provinciales que nuestras élites intentan ejecutar; es decir, kosovizar este pequeño país. No se sabe el número de asesores militares en el puerto costero de Manta y en la Amazonia ecuatoriana. Pero ya los estadunidenses tienen las primeras bajas antes de ejecutarse plenamente el Plan Colombia: dos militares del ejército de Estados Unidos participaron ilegalmente en un operativo antidelincuencial en el oriente ecuatoriano, y así pudimos conocer que asesores estadunidenses estaban en nuestro territorio. También hemos podido reportar que la gente de la zona se ha despertado alarmada varias veces escuchando el motor de aviones gigantes. Ahora bien, el movimiento del 21 de enero de 2000 fue monitoreado directamente en el comando sur, que instaló pantallas gigantes con los rostros de nuestros coroneles rebeldes, que por aliarse al pueblo y los indígenas se convirtieron para Estados Unidos en golpistas. Estoy más que convencido que Estados Unidos no desea otro 21 de enero y en consecuencia intervienen en Ecuador como prioridad de su agenda en la región, luego de Colombia.

ecua3colsMientras tanto, por vez primera, siete poderosas organizaciones indígenas se unificaron coyunturalmente para pelear porque se derogara el "paquetazo" de medidas económicas. Eso es muy interesante, porque se unieron la Conaie, el Movimiento Indígena Evangélico, la Fenocin, el campesinado, etcétera. Los movimientos sociales urbanos aparecen débiles, sin mayor nivel de organización y representatividad social amplia. El movimiento de los coroneles, desafortunadamente, hoy está fracturado, aunque espero que sigan teniendo eco en las Fuerzas Armadas, por su prestigio y ejemplo.

Después de lo que hemos vivido en el último año, no confío en los enfoques de quienes creen que es "imposible" en América Latina un retorno a las dictaduras. Estamos en un momento muy crítico. Espero que la lucidez, la pasión y la sensatez permitan superar la incertidumbre. El diálogo, y no sólo entre los dos interlocutores obvios, el gobierno y los indios, sino un diálogo nacional profundo, se hace indispensable en esta hora. Espero que la relativa cultura de paz de nuestro pueblo impida salidas de fuerza en todos los bandos.

Ojalá y los sectores democráticos de otros países sigan el mal ejemplo de los indios ecuatorianos, los zapatistas mexicanos, los rotos chilenos, los pobres argentinos, los campesinos bolivianos, el pueblo peruano, el proceso venezolano, los anarcos de Davos, los desquiciados de Porto Alegre, los globalifóbicos de Seattle y Praga. En fin: impedir que la muerte nos gane la partida, hacer de la solidaridad un sabroso pan de todos los días a compartir con todas y todos en la mesa. Les pido a gritos que no nos dejen solos: que el pueblo de Ecuador merece triunfar, con ustedes.