Lunes en la Ciencia, 12 de febrero del 2001



Polémica sobre la posibilidad de intercambio genético entre estas plantas


Maíz y teocintle, hermanos cuates

Heike Vibrans

El maíz, una de las grandes creaciones de las culturas mesoamericanas y su principal regalo al mundo, es una planta que no hemos acabado de entender. Sobre todo la relación con sus parientes silvestres, un grupo de plantas llamadas teocintles en la literatura científica, todavía alberga muchas incógnitas. Los teocintles, en su forma silvestre, crecen como cualquier pasto en laderas abiertas, principalmente en las zonas de los bosques tropicales secos. Hay poblaciones desde Chihuahua, en el norte, hasta Centroamérica en especies y subespecies, aunque no hay todavía un consenso completo entre los especialistas. Algunos crecen como malezas o arvenses en los cultivos de maíz, están tan cercanamente emparentados que se cruzan fácilmente con el maíz, y forman plantas híbridas. Los teocintles han estado en el centro de la discusión sobre la conveniencia de cultivar maíces modificados genéticamente en México. Si los híbridos mencionados se cruzan a su vez con los teocintles silvestres o semisilvestres, es posible que estas plantas adquieran los genes modificados del maíz, con consecuencias no conocidas.

Ma’z y teocintle En el artículo Maíz y teocintle, hermanos incómodos, publicada en Lunes en la Ciencia de La Jornada (29 de enero), los doctores Martínez Soriano y Leal Klavezas opinan que no hay peligro de un intercambio genético entre maíz y los teocintles, dado que hasta ahora éste no se ha comprobado de manera contundente. La contribución de los doctores es básicamente una versión algo ampliada de una carta al editor, publicada en la revista científica Science de EU, el 25 de febrero del 2000. Esta carta ya causó polémica en aquella revista y se publicaron dos cartas de réplica en la edición del 17 de marzo del mismo año.

Martínez y Leal argumentan que la mazorca de maíz no puede sembrar (dispersar) a sus semillas: las semillas están pegadas al raquis (el olote), y tienen que ser removidas con algo de fuerza. La mutación que causa esta adherencia al olote es dominante (o sea, siempre se expresa o se hace válida en la siguiente generación, pero no necesariamente en las generaciones que siguen). Dicen que el híbrido entre maíz y teocintle no tiene forma de dispersar sus semillas, ya que quedan en una estructura semejante a una mazorca, y no dan plántulas que logren sobrevivir, es decir, no se pueden cruzar estos híbridos con el teocintle silvestre.

Esta apreciación no toma en cuenta tanto la naturaleza de las mazorcas híbridas como la realidad en un campo de cultivo. Las mazorquitas de los híbridos que he visto son pequeñas, muchas veces quebradizas y a veces solamente con cuatro hileras. Un poco de fuerza como la pisada de un pie fácilmente desprende semillas (y en un campo no solo hay pies de humanos, sino también los animales de trabajo, así como tractores). Además, una de las formas principales de dispersión de semillas del teocintle arvense es, al parecer, a través del estiércol. El teocintle es un forraje muy popular en las áreas donde crece, a veces incluso se cultiva para tal fin. Muchos campesinos saben que empeoran el problema con el teocintle como maleza si dan plantas con semillas maduras a los animales, y solamente usan plantas jóvenes, pero otros no, o no les importa. Las semillas del teocintle están fuertemente protegidas por una capa dura alrededor del grano. Esta capa protege las semillas durante su paso por el estómago del animal. El maíz no tiene esta capa y se descompone. Las semillas de los híbridos también pueden tener una capa bastante dura, aunque no igual al teocintle. Parece posible que logren separarse del olote en el estómago de los animales, y de allí ser dispersadas. No hay datos al respeto. El maíz, que tiene la mazorca bien firme, a veces aparece donde no fue sembrado, debido a que se caen semillas por diferentes razones. Estos maíces normalmente no se vuelven a propagar. Pero en un campo de cultivo donde los teocintles malezas abundan, es muy posible un cruce retroactivo del híbrido con el teocintle, y la subsecuente incorporación del material genético del maíz a la población silvestre de teocintle. Esto no es un evento muy frecuente. Si fuera frecuente, el teocintle maleza ya no existiría como entidad propia, como señalan los investigadores mencionados. Pero entre no frecuente, y nunca, existe una gran diferencia, ya que es suficiente un evento de este tipo para fundar poblaciones del teocintle maleza con genes del maíz incorporados.

Algunas otras apreciaciones de los investigadores acerca del teocintle indican que no toman en cuenta la agricultura campesina como se practica en grandes partes del país. Martínez y Leal reportan el nombre común "malomaíz" para el teocintle, como ejemplo de la actitud de los agricultores. Pero también se reporta el nombre "madre de maíz", y se sabe que en algunas regiones los campesinos usan polen del teocintle para fertilizar el maíz a propósito, para, según ellos, fortalecerlo. Además, los campesinos generalmente tienen una actitud dividida hacía las plantas que crecen en sus cultivos (malezas o arvenses). Reconocen los daños causados por la competencia con el cultivo principal, pero por el otro lado aprovechan estas mismas plantas para múltiples fines, sobre todo como forraje para animales domésticos.

La discusión sobre el teocintle y el maíz es un excelente ejemplo de cómo un tema que era académico o de ciencia básica -las parientes de las plantas cultivadas y su evolución- puede pasar rápidamente a ser un tema general de alta relevancia. Hasta principios de los años noventa, la investigación sobre teocintle era realizada por, quizás, una docena de agrónomos y biólogos a nivel mundial. Y de repente se quieren respuestas acerca de interrogantes que simplemente no se han investigado. Por ejemplo, no tenemos un mapa completo de la distribución del los teocintles en México, aunque hay esfuerzos al respeto. La población conocida del teocintle arvense del Valle de Chalco se ha expandido, hay poblaciones en Texcoco, Los Reyes y Xochimilco, una población muy grande y en expansión explosiva en el Valle de Toluca, una población en la región de Acatzingo y El Seco, Puebla, otra en Cuernavaca, Morelos, y hace poco esta autora lo encontró cerca de San Martín Texmelucan, Puebla. Y habrá más. Si no tenemos datos tan básicos como un mapa completo de la distribución, mucho menos tenemos información suficiente sobre la biología, la ecología, las poblaciones, el comportamiento dentro de las milpas, o las características y la frecuencia de los híbridos.

Es posible que el maíz y el teocintle no intercambien genes. Pero parece más bien improbable. Mientras no conozcamos una barrera firme entre estas dos plantas, debemos pensar en la ley de Murphy -si algo posiblemente puede ir mal, lo hará tarde o temprano.

La autora es profesora-investigadora en el área de etnobotánica en el Colegio de Posgraduados en Ciencias Agrícolas.

[email protected]

carton-feggo


Inicio