YUCATAN: REBELDIA O LEGALIDAD
El conflicto prelectoral en Yucatán es producto de
la pericia de un cacique político y pilar del priísmo arcaico,
irrespetuoso de la ley, que se enfrenta a un gobierno federal que se dice
devoto de la legalidad, pero que en los hechos está demostrando
su inexperiencia y falta de habilidad política para resolver este
tipo de controversias.
Si bien los diferentes actores políticos en pugna
--menos Víctor Cervera y el PRI-- se han manifestado por encontrar
una solución por la vía del diálogo, línea
que debe prevalecer ante lo acalorado de las discusiones y la posible intervención
de la fuerza pública, resulta lamentable que el gobernador y sus
aliados desacaten con lujo de cinismo una sentencia judicial del Tribunal
Electoral del Poder Judicial de la Federación, máxima autoridad
electoral de la nación.
Cervera Pacheco y el priísmo yucateco han retado
a la Secretaría de Gobernación, cuyo titular, Santiago Creel,
había expresado que no permitiría que, tras la supuesta defensa
de la soberanía estatal, se violara el marco constitucional del
Estado mexicano. Arrogante, la diputada local priísta Myrna Hoyos,
en sus encuentros con los medios, no evita mostrar su displicencia para
con el gobierno federal.
No se puede sugerir una plena solución al conflicto
si ésta no parte de un consenso integral de todos los actores involucrados
y en el marco de la ley. A la fecha, la propuesta de un grupo de empresarios,
presumiblemente cercanos a Cervera --que desconoce de facto a los consejeros
insaculados por el tribunal--, de votar en el Congreso local un tercer
y definitivo bloque de consejeros que integren el Instituto Electoral del
estado, sólo cuenta con el respaldo de los priístas y del
propio gobernador.
Llama la atención que a 24 horas de vencido el
plazo anunciado por el gobierno federal para solucionar el problema, no
se explique qué es lo que realmente está pasando, y todo
esto lo único que genera es desconfianza e incertidumbre. No se
ha llegado a ningún acuerdo y la incógnita sobre una posible
intervención de la Policía Federal Preventiva se pasea por
la calles de Mérida como un fantasma casi chocarrero.
Es en este ambiente, viciado de origen, en el que se pretende
poner en marcha un proceso electoral que difícilmente llegará
a buen término. No cabe duda que el vacío legal es el peor
antecedente para organizar una elección. Un Instituto Electoral
ilegítimo, cuestionado en su imparcialidad, no puede cumplir con
su función de arbitrio por la simple carencia de credibilidad. De
no cumplirse la sentencia del TEPJF, sea cual sea el resultado de las elecciones
que se avecinan en Yucatán, el conflicto político durante
y después del proceso se presume como un hecho casi inevitable.
La disyuntiva radica entre el acato a la ley o la rebeldía.
Optar por lo segundo sentaría un precedente de vulnerabilidad legal
que frenaría los avances en materia electoral y, peor aun, se podría
convertir en una seria amenaza a la estabilidad democrática que
anhela y se merece el país.
El gobernador de Yucatán no ha dado la mínima
señal de respeto a la ley, y el gobierno federal no ha encontrado
la manera de hacerla cumplir. El gran reto: resolver el conflicto por la
vía del diálogo, sin transgredir la ley, y garantizar una
elección democrática. |