El nuevo racismo vergonzante (lo nuevo no es que sea racismo, sino que trate de enmascararse) de los patrones de siempre, los del poder y el oro dolarizado, saca su carota de azoro y horror cuando miles de indios, procedentes no sólo de Chiapas, se encaminan a las calles mayores y a los edificios donde se escriben las leyes. Vienen, como ellos dicen, a decir su palabra. Cuantimás ahora que la nueva administación federal dijo que le quiere meter de veras mano a la Carta Magra, como si desde el lamadridismo-salinismo no se hubiera hecho otra cosa, y si no, que le pregunten al artículo 27.
Vienen los indios, y los barones de chupa y los obispos de birrete ponen el grito en el cielo, y tras ellos la ultraderecha que aún no se sacude las telarañas de las catacumbas donde hasta hace poco estaba. Como salidos de una caricatura de José Clemente Orozco, los patrones sentados en sus millones aúllan temerosos de que vengan a quitárselos, mientras su porra mete alharaca.
Una vez más, cree el león que todos son de su condición. Y que con probaditas de prosperidad mercantil calmarán una sed de justicia acumulada durante siglos. Temen los patrones que los pueblos quieran ser como ellos, que quieran, ja, su lugar.
La ola acumulada del Congreso Nacional Indígena se dirige desde ya al Congreso de la Unión (y al corazón de los medios de comunicación, gracias al imán de miradas que genera la caravana de comandantes del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, integrantes también del cni). Los pueblos indios vienen a ilustrar a los poderes y a los ciudadanos: los valores que defienden, llamense usos y costumbres, llamense derecho a ser diferentes y parte del presente, son fruto de culturas antiguas y extraordinariamente vivas que centran su cosmos en la solidaridad comunitaria. Y que están dispuestos a aprender, los han aprendido, los nuevos derechos civiles, ganados apenas ayer en la civilización planetaria: de la mujer, los gay, los adolescentes, las lesbianas. Faltan los derechos de los pueblos originarios, y a ver si entonces podemos hablar en serio de democracia.
¿Habrá mezquindad suficiente para detener esto? La histeria y la intolerancia, el clima de provocación, la ignorancia funesta ¿harán ruido suficiente para acallar el clamor nacional más grande y contundente de la historia mexicana moderna?
La marcha indígena de 2001 es el reverso indispensable
del 2 de julio de 2000, sol al águila de la moneda alegórica
de plata. ¿Qué tal si el volado lo ganáramos todos?
Después de las muchas discusiones que ya ganaron los indígenas
mexicanos en el terreno de las ideas, la justicia y la ética política,
hoy hacen patente, hoy, hoy, que no habrá democracia en la nación
si no hay justicia para los pueblos originarios. Y no habrá justicia
para los pueblos si la democracia no es capaz de existir.
Ictic mo temictlin tecihutlazque
(En tus sueños tiempero)
Martín Barrios Hernández
Tipipiloa in cosamalotl Itech eheca
In tepetl in tepetl tichocholoa Titlatlapitza in yolteohuiliztlin
Titatzayana in mahuiltxochtli Tlan azcame yomotlati
Ika papalome ticuicani Ipampa mahuiztic xochime
In tlateomatliliztli yohualli Mo nahualtepozmacquahuitl tlemoyoloni
In tamallin ihuan tlaayotilli zanzeca titlamasehuia Ika no cahuiteotl ihuan ye topillme
Ihuan ictic mo mahuiztic tlachixque temictlin Timochihuas no tlacuayan tequitl
Ijko timotlacuitlauia no tictemic Itech nochi tlilmachiliztli
In mo tictemic tecihutlazque Tihualmopano in cahuitl Akin mosehuia in hueypoctlichichinotepeme Tlan papaqui yechichino
In mo tictemic Miccacochqui titictemic In mixtlin Ihuan mo tlatolli yepatlani |
Te columpias del arcoiris
De los vientos
Brincas de cerro en cerro Soplando acertijos
Rompes la piñata de las lluvias Que ocultan las hormigas
Cantas con las mariposas A las flores santas
En la noche de las ceremonias Tu espada mágica centellea
Compartiendo tamales y aguardiente Con nuestro Dios del Tiempo y sus alguaciles
Y en tus sagrados visionarios sueños Haces la faena de nuestros sustentos Así como vigilas mis sueños Contra todo oscuro temperamento
En tus sueños tiempero Eres el tiempo Que se descansa en los
Que fuman contentos
En tus sueños Durmiendo te sueñas Entre nubes Y tu palabra vuela |
Martín Barrios Hernández vive en Tehuacán,
Puebla, y escribe en náhuatl y español.