JUEVES Ť 15 Ť FEBRERO Ť 2001

Ť Pide a los presidentes que asuman el compromiso de acordar la reformulación

Propone comisión mexicano-estadunidense establecer una política migratoria integral

Ť Solicita a Bush suspender la construcción de bardas en la frontera Ť La iniciativa prevé la legalización de indocumentados e impulsar el desarrollo en México para reducir el flujo

 
JIM CASON Y DAVID BROOKS, Y ROSA ELVIRA VARGAS
 
Washington, 14 de febrero. Ante el hecho de que hoy en Estados Unidos viven 8.5 millones de personas nacidas en México, de las cuales 3 millones son indocumentadas, los presidentes Vicente Fox y George W. Bush tendrían que asumir que el modelo de gestión de su frontera común se ha agotado, y que ambos países ya no pueden ser socios en asuntos económicos y antagonistas en su relación migratoria. Ante esto, resulta imperativo reformular la relación en la materia; cambiar el tono del debate para pasar del enfrentamiento a la cooperación, y empezar negociaciones serias y maduras para lograr una política migratoria integral.

Un prominente grupo de líderes empresariales, laborales, académicos y religiosos hizo hoy un llamado al presidente Bush a suspender la construcción de bardas en la frontera, e instaron al jefe de la Casa Blanca y a su colega mexicano Vicente Fox a comprometerse este viernes a promover una reformulación radical de la política de migración bilateral.

Fox fue informado en forma personal de esta propuesta el lunes pasado por uno de los copresidentes de esta iniciativa, el ex subsecretario de Relaciones Exteriores Andrés Rozental, mientras el jefe del gabinete de la Casa Blanca, Andrew Card, tuvo este miércoles una sesión informativa sobre el asunto de parte del ex jefe del gabinete Mack McLarty.

Instan a negociar la propuesta

A través de estos briefings personales y memorándum, los autores de la propuesta piden a los dos presidentes que el próximo viernes acuerden, en su primera reunión oficial, iniciar negociaciones para una "propuesta migratoria integral" sin precedente, la cual prevé la legalización de inmigrantes indocumentados establecidos en Estados Unidos, aumentar las visas de reunificación familiar y de trabajo temporal para mexicanos, mayor cooperación de seguridad pública en ambos lados de la frontera contra el tráfico de personas y para la protección de los derechos humanos de los migrantes, y promover el desarrollo económico a largo plazo en México con el fin de reducir la presión migratoria.

"Existe una oportunidad histórica para que ambos presidentes cambien los términos de las pláticas sobre migración, y pasen de la confrontación y el unilateralismo a la asociación y cooperación entre vecinos", declaró hoy McLarty en conferencia de prensa al presentar la iniciativa.

McLarty y el embajador Rozental subrayaron que esta propuesta binacional ?la primera concreta en más de una década, cuyo propósito es transformar el debate político sobre la migración? sólo tendrá éxito si Bush y Fox abandonan las fracasadas políticas parciales y fragmentadas sobre el tema y acuerdan establecer una serie de medidas integrales para abordar la totalidad de los problemas migratorios entre ambos países.

Demetrios Papademetriou, experto del Carnegie Endowment for International Peace, dijo que el grupo de 15 mexicanos y 15 estadunidenses que elaboró la iniciativa, concluyó que las políticas migratorias existentes no están funcionado. "El estatu quo ha generado un dinámico mercado negro de migrantes que sólo lleva a demasiados inmigrantes a la muerte y a la explotación de los demás", comentó. "Después de siete años de dedicar (de parte de EU) de mil 500 a 2 mil millones de dólares anuales para controlar la frontera, es hora de proceder hacia un esfuerzo de cooperación".

La propuesta fue elaborada por el grupo México-Estados Unidos sobre Migración, formado hace ocho meses por personal IMMIGRATION_STUDY idades de ambos países bajo los auspicios del ITAM y del Carnegie Endowment. Su análisis es contundente: se requiere establecer un acuerdo bilateral especial.

Parten del principio de que la migración entre ambos países debe ser ante todo de beneficio mutuo, y subrayan otra evidencia del fenómeno: las actuales políticas para combatir la migración indocumentada se quebrantan irremediablemente y el ''rígido entramado de leyes'' que Estados Unidos aplica para detener este fenómeno ha probado su escasa efectividad.

El fracaso de las políticas actuales, combinadas con proyecciones de una continua demanda de mano de obra en Estados Unidos, y tendencias demográficas en México que deberían resultar en una reducción del flujo migratorio en los próximos 15 a 20 años, ofrecen una oportunidad para una reformulación a fondo de las políticas migratorias entre ambos países, argumentan los autores de la propuesta. "Estamos tomando ventaja de una confluencia de demografía y economía, y el hecho de que ambos presidentes tienen disposición de abordar estos temas de una manera nueva", comentó Papademetriou.

"El primer elemento es regularizar la situación migratoria de los mexicanos que desean ingresar a Estados Unidos y para los mexicanos que ya se encuentran en este país", indicó Rozental. Los autores reiteraron que la legalidad debe ser la norma en la migración y, por lo tanto, proponen que se aborden de forma integral tanto mecanismos para legalizar a los mexicanos indocumentados que ya están establecidos y trabajando aquí, como para el futuro flujo de trabajadores temporales.

Para Rozental, un elemento clave de esta iniciativa es la propuesta de un compromiso conjunto de ambos gobiernos para compartir la responsabilidad de controlar el tráfico de personas. "Un problema en el pasado era que el lado mexicano sentía que la mejor política era la falta de ella. Decían que era un problema estadunidense ya que la gente buscaba ingresar a Estados Unidos para trabajar y que no había forma de que México controlara estos flujos. Nos gustaría cambiar esa actitud", indicó, y también hay cierta hipocresía de algunas personas en Estados Unidos, que rehúsan reconocer que los negocios estadunidenses dependen de este flujo migratorio.

Esta iniciativa es radicalmente diferente de otras propuestas para reformar la política migratoria que circulan en el Congreso estadunidense, por promover una política migratoria integral y no sólo enfocada en uno u otro aspecto del problema (sea trabajadores huésped, o proyectos para reforzar los controles fronterizos). Además, se afirma que la coyuntura política es única, en donde diversos sectores, desde el empresarial, al sindical, y varios segmentos del circuito político reconocen explícitamente que se necesita una reforma de la política migratoria actual.

La posible influencia de esta propuesta fue evidente con la participación de líderes de la Cámara de Comercio de Estados Unidos y de sindicatos nacionales, ya que ambos apoyan el reconocimiento de la necesidad de los trabajadores inmigrantes para la economía y la necesidad de asegurar el buen trato de los mismos.

Al destacar que esta es una coyuntura única para transformar el debate sobre la política migratoria, los autores sugirieron que los dos presidentes podrían iniciar este esfuerzo con algunos pequeños pasos. Por ejemplo, suspender la construcción de nuevas bardas en la frontera y un acuerdo que permitiría que los trabajadores inmigrantes puedan tener acceso a fondos que pagaron al sistema de seguro social de este país al regresar a México.

A largo plazo, la propuesta sugiere que otro elemento fundamental es la promoción del desarrollo económico en ambos países, con un énfasis en dirigir políticas de desarrollo regional hacia comunidades emisoras de migrantes en México. "A largo plazo, es posible concebir una América del Norte con controles fronterizos desvanecidos ?en donde cada país toma la responsabilidad para su gente y sus acciones y es activamente sensible a las preocupaciones de cada socio sobre temas de soberanía nacional y económica?, y con la migración permanente manteniendo niveles moderados", concluyen los autores.

Además de los copresidentes del grupo de expertos, entre los participantes de esta iniciativa figuraron Jorge Castañeda (hasta su nombramiento como canciller), Luis Herrera Lasso (ex cónsul de México en San Diego) y Gustavo Mohar, ahora coordinador de asuntos migratorios de la cancilleria. De Estados Unidos participaron Randy Johnson, vicepresidente de la Cámara de Comercio de Estados Unidos; Eliseo Medina, vicepresidente del sindicato nacional SEIU, y Frank Sharry, director ejecutivo del Foro Nacional sobre Inmigración.

En la conferencia de prensa en la que integrantes del grupo plantearon su análisis, estuvieron Jorge Santibáñez, presidente de El Colegio de la Frontera Norte; Remedios Gómez Arnau, del Centro de Investigaciones sobre América del Norte de la UNAM; Eugenio Clariond, presidente del Grupo Imsa; Fabián Vennet, directora general de Sin Fronteras; Rodolfo Tuirán, secretario general del Consejo Nacional de Población, y Rafael Fernández de Castro, académico del ITAM. Andrés Rozental, embajador para misiones especiales, presentó vía telefónica el documento. 


Ť En agosto de 2000, el texano enfrió los planteamientos del guanajuatense

Los empeños foxistas y las convicciones de Bush, en un segundo encuentro de marketing

Ť Mañana, ya como presidentes, abordarán la problemática de una siempre difícil vecindad

ROSA ELVIRA VARGAS Y GEORGINA SALDIERNA

Cuando Vicente Fox y George W. Bush se encontraron por primera vez, los planteamientos que el ganador del 2 de julio había llevado en toda su gira por Estados Unidos recibieron un desaire de quien hoy ocupa la Casa Blanca. Apertura paulatina de las fronteras, pidió Fox. Cumplimiento enérgico de la ley en la línea divisoria, respondió Bush.

Ese día de agosto de 2000, en Dallas, las amplias sonrisas y el intercambio de regalos dieron un marco escenográfico, de foto del recuerdo, muy distinto a lo que significó un discurso inamovible, sin contemplaciones ni diplomacia por la parte estadunidense.

Ambos políticos se reencontrarán este viernes, ya como presidentes de países con una siempre conflictiva vecindad. Por cinco horas, Fox abrirá las puertas de su casa -el rancho San Cristóbal, en Guanajuato- a su invitado, con tiempos previstos en la agenda tanto para una reunión privada como para una de trabajo, lo mismo que almuerzo y recorrido a caballo.

Pero ahí está, en los archivos periodísticos, la respuesta que el día de su presentación diera Bush a su huésped mexicano: ''Yo estoy de acuerdo en que la meta debe ser reducir las diferencias, y qué bueno que el señor Fox procure el bienestar de su pueblo. Es mucho más fácil venir aquí a ganarse el pan; yo le agradezco su visión optimista y su intención de estrechar, reducir esas diferencias, pero también le digo que en materia fronteriza hay leyes que cumplir''. Sin embargo, Fox, a quien al parecer siempre le han merecido muy poca consideración los desaires, ya sean elegantes o francos, no se amilanó: ''Nos han escuchado; hemos planteado nuestras ideas y expuesto nuestra visión de futuro. Eso es lo importante. Hablamos de tú a tú, de igual a igual, con la autoridad moral de ser presidente electo democráticamente; viene lo más difícil, vendrán pláticas y negociaciones intensas, y estamos seguros de que al final vamos a conseguir nuestros objetivos''.

Dos ex gobernadores...

Empeños y convicción. Personalidades y marketing. Ex gobernadores de reciente arribo a la Presidencia por partidos distintos a los de sus predecesores. Y una vecindad difícil y con una agenda que ''la verdad, cambia poco, que desde hace varios años es la misma con distintos énfasis; con temas agradables y desagradables'', opina el investigador de la relación México-Estados Unidos, Jorge Chabat.

El mismo analista tiene muy presente la iniciativa que Fox llevó a Estados Unidos, lo mismo que la respuesta que Bush le dio entonces. ''Si se trata (el viernes) ese tema de la apertura de fronteras, aunque no se concrete nada, será como una cortesía de Bush, pues nadie está pensando que esa medida se dé para mañana. Pero en algún momento se hará, probablemente en la primera mitad del siglo XXI; no creo que sea antes de 30 años''.

Ciertamente aquella vez, y dada su condición de presidente electo, Fox no acudió a Estados Unidos a negociar nada. En todo caso, subrayaron sus asesores en materia internacional, fue a plantear sus ideas. Destacaron que en su propuesta de apertura de fronteras, México no estaba pidiendo que Estados Unidos o Canadá realizaran aquello que toca, ante todo, realizar al país.

''Como gobernantes -dijo entonces el guanajuatense-, sabemos muy bien cuál es la tarea que nos corresponde: primero tendremos que mejorar adentro, garantizar bienestar y mejores condiciones de vida de nuestros trabajadores, y sabemos que eso sólo lo vamos a lograr mejorando salarios y creando mayores empleos; así pues, ciertamente, en nuestra propuesta de fronteras abiertas no estamos contemplando que otros hagan lo que nos corresponde''.

Aunque algunos congresistas trabajan en el diseño de proyectos de mediano plazo para aumentar el número de ''trabajadores huésped'' mexicanos, y tal vez conceder una amnistía a indocumentados, en el tema migratorio la cancillería mexicana tiene una preocupación en lo que el canciller Castañeda define como una ''intolerable'' violencia en la frontera y por la cual ''demasiados mexicanos están muriendo''.

Tal interés, reiterado por el canciller a su homólogo Colin Powell en Washington, obtuvo de nuevo un marcaje a los límites de aquello que los estadunidenses han establecido como su política respecto a la línea divisoria: ''Tenemos que trabajar en cooperación para proteger esta región, controlar el flujo de gente a través de esa frontera y utilizar actividades de policía o cualquier otra cosa apropiada para no permitir que exista ese tipo de violencia y que estas condiciones causen devastación a las vidas de la gente que intenta ingresar a Estados Unidos'', respondió Powell.

La parte mexicana sabe exactamente a lo que se refiere su denuncia sobre la violencia fronteriza: en 2000, en su intento por llegar a Estados Unidos murieron más de 400 personas, de las que 278 fallecieron en el primer semestre.

Sin embargo, es en Arizona donde la violencia se ha convertido en práctica organizada y alentada contra los indocumentados, pues a partir de 1999 un grupo de rancheros se dedica literalmente a cazar a quienes atraviesan sus propiedades. Con el nombre de The Ranch Rescue, y dirigidos por los hermanos Barnet, han tomado la justicia en sus manos, porque los mexicanos que cruzan por sus ranchos -argumentan- cortan tuberías de agua, roban vehículos y ganado, irrumpen en los hogares y asaltan.

Estas acciones, que entre enero de 1999 y mayo de 2000 provocaron 32 incidentes -27 de ellos en Arizona-, suscitaron en la pasada administración una amplia movilización diplomática con la presentación de notas de protesta ante el Departamento de Estado, y fue tema de agenda en las binacionales México-Estados Unidos. No se conoce de casos recientes protagonizados por estos granjeros, pero no por ello ha cesado su actividad, como tampoco se han terminado otras formas de violencia contra migrantes en varios estados fronterizos.

Narcotráfico y certificación representan, desde hace varios lustros, temas de conflicto entre México y Estados Unidos. Cuando Fox y Bush los abordaron en su encuentro de agosto, lograron mayores coincidencias que respecto a migración. ''Se requiere una lucha intensa contra el consumo'', dijo el hoy presidente mexicano. Bush, por su lado, coincidió en que el proceso de certificación ''no es justo y debe ser revisado para encontrar mecanismos más eficientes contra el flagelo de las drogas. Nuestro país tiene que hacer un mejor papel para combatir el consumo, y mientras la certificación siga siendo unilateral, seguirá siendo injusta. De eso no me queda la menor duda''.

En la visión de Chabat, a los presidentes de Estados Unidos desde hace muchos años ''no les gusta la certificación porque les complica la relación bilateral''. Cada año -indica- el jefe en turno de la Casa Blanca debe convencer a su opinión pública que México merece ser certificado, pero además es algo que a él no le corresponde decidir, sino al Congreso, el cual determina con base en lo que el investigador denomina un ''diagnóstico erróneo'' de la opinión pública y que plantea que el problema del narcotráfico se origina porque existe producción y tráfico de drogas en otros países.

Añade que dicho diagnóstico lleva al Congreso a emitir esta ley de certificación que, a su vez, hace que el presidente de Estados Unidos presione a los países de Latinoamérica, pero sólo hasta cierto punto. En su análisis, el presidente estadunidense no puede oponerse a las leyes del Congreso, y en la lógica externa no puede presionar demasiado a México, porque también le traería graves costos. ''El resultado es que siempre nos certifican (y) que en este juego cada año el gobierno de México tiene que hacer esfuerzos para darle argumentos al jefe de la Casa Blanca para justificar la certificación''.

Pero este año -y como en casi todos los anteriores-, nuevos elementos pueden complicar una vez más ese proceso: la fuga de El Chapo Guzmán, y lo que ello implica en términos del poder de corrupción que mantienen los cárteles prácticamente en todos los niveles de la función pública, incluido el de seguridad. A esto hay que añadir el asesinato, el pasado fin de semana en esta capital, de la turista estadunidense Hellen Joeboth Darnell, durante un asalto.

Si bien los términos de intercambio se han elevado desde la entrada en vigor del TLC, cuando Fox y Bush se encuentren este viernes sin duda saldrán a la discusión asignaturas que permanecen en debate de ese acuerdo, tales como el azúcar, las telecomunicaciones y el transporte. En este último, el panel de controversias ha fallado a favor de la causa mexicana y estaría por tener una salida definitiva. Empero, ese no es el único motivo de divergencia; varios litigios siguen vigentes.

Sin duda, la desaceleración de la economía estadunidense y sus efectos hacia el sur tendrán que estar en la agenda de ambos presidentes. Fox ha insistido en que su visión de una comunidad norteamericana llevará entre 25 y 30 años, y de ello le gustaría hablar con Bush y también con el premier canadiense Jean Chrétien.

La crisis energética en California, y el respaldo que ha dado México, pese a no tener excedentes de electricidad, constituye un punto que ambos mandatarios llevarán a la mesa, pues no está definido por cuánto tiempo se dará esa asistencia, máxime que en México está a debate el tema de que la iniciativa privada se incorpore a la generación, distribución y venta de la energía eléctrica.

Por último, un diferendo que podría alcanzar dimensiones mayores se refiere al proyecto estadunidense de suspender el envío de excedentes del río Colorado al valle de Mexicali, ante lo cual México ha alertado sobre un desastre ecológico, agrícola y económico, si esto llega a ocurrir.

Chabat dice que la relación entre México y Estados Unidos se encuentra en una etapa en la que, al igual que un tren, ''ya va sobre la vía y ya sabemos a dónde va a llegar. Los presidentes pueden acelerar el tren o detenerlo un poco, pero no se pueden salir de la vía, y una buena relación entre los mandatarios ayuda a que las cosas vayan más rápido y sin muchas fricciones''. Concluye que ya no hay mucho espacio ni margen para cambiar el proceso de integración de los dos países. La historia del mundo es una historia de integraciones, y más allá de que a muchos sectores en México y Estados Unidos esto no les guste, ''yo veo que esto no lo detiene nadie''.


Ť En 10 años, la cooperación militar ha alcanzado un nivel sin precedentes

Estados Unidos pretende que México también colabore en la atención de desastres naturales

Ť En el año 2000, nuestro país fue el principal beneficiario del IMET Ť El objetivo es lograr una relación de defensa basada en intereses comunes, señala documento del instituto

JESUS ARANDA

Hace 10 años se inició un proceso de cooperación militar entre México y Estados Unidos en el que prevalecía la desconfianza de los mexicanos respecto de sus homólogos del vecino país; en la actualidad dicha colaboración ha alcanzado un nivel "sin precedentes", como fue el entrenamiento de más de 300 miembros del Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales del Ejército (GAFES) en Fort Bragg y la interacción en el mar con la Armada de México.

De acuerdo con el Departamento de Defensa de Estados Unidos, la creciente cooperación entre los ejércitos de las dos naciones recibió un impulso fundamental en la administración de los presidentes Ernesto Zedillo y William Clinton, con la creación del Grupo Bilateral de Trabajo de Alto Nivel, en 1995.

Este mejoramiento en las relaciones se tradujo en que para el año 2000 México se convirtió en el país que recibió más apoyo del International Military Education And Training (IMET), al sumar un millón de dólares para capacitar militares mexicanos en diferentes áreas.

De acuerdo con el documento denominado La estrategia de seguridad para las Américas, elaborado por el Departamento de Defensa de Estados Unidos, México se ha convertido en el principal beneficiario del programa IMET en el continente, gracias a lo cual ha capacitado militares y marinos en el área de mantenimiento de aviones y helicópteros, reparación de barcos, y medidas de seguridad para inspecciones en altamar.

El escrito subraya también la cooperación de los militares de ambas naciones en la lucha como el narcotráfico.

El documento, elaborado en octubre pasado por la Oficina para Asuntos Interamericanos del Ministerio de Defensa de Estados Unidos, destaca el hecho de que un área de potencial futuro en las relaciones militares bilaterales con México es la de cooperación en casos de desastres naturales. "Nuestro objetivo es lograr una relación de defensa basada en intereses comunes", en que se tomen en cuenta las prioridades de México con pleno respeto de su soberanía.

Para el Ministerio de Defensa del vecino país, el establecimiento de contactos regulares entre ambos ejércitos se ha traducido en una interacción "sin precedente", en la que destaca el entrenamiento militar que recibieron los GAFES, cuerpo de elite de acción rápida que tiene como misión principal combatir el narcotráfico, aunque una de sus primeras órdenes fue la de trasladarse a la zona de conflicto en Chiapas.

Cabe señalar que fuentes extraoficiales aseguraron que los recursos para capacitar a los GAFES fueron aportados por el propio Departamento de Defensa estadunidense, bajo una partida especial.

Por otro lado, según el Ministerio de Defensa, en 1999 México recibió 918 mil dólares en apoyos a través del programa IMET, apenas mil dólares más que lo recibido por Colombia.

En 1999 Argentina recibió apoyos por 613 mil dólares; Bolivia, 533 mil dólares; Brasil, 206 mil dólares; Chile, 478 mil dólares; República Dominicana, 493 mil dólares; Ecuador, 569 mil dólares; El Salvador, 491 mil dólares; Honduras, 560 mil dólares; Perú, 478 mil dólares; Uruguay, 364 mil dólares, y Venezuela, 400 mil dólares, entre otros.

Un año después, México no sólo continuó como el país con más apoyo del IMET, sino que fue de las pocas naciones del área que recibieron un incremento en dichos apoyos.

Así, nuestro país sumó un millón de dólares en apoyo, Colombia pasó a 900 mil dólares; Argentina aumentó a 700 mil dólares; Bolivia pasó a 550 mil dólares; Brasil sumó 225 mil dólares; Chile, República Dominicana, Ecuador, Honduras, Perú y Uruguay tuvieron una reducción de alrededor de 10 por ciento en los apoyos. Mientras que Venezuela continuó con 400 mil dólares.

Por otro lado, hasta la fecha México se ha mantenido al margen del Programa de Financiamiento Militar.

Los países del área que reciben mayores recursos son Argentina (un millón de dólares), Chile (400 mil dólares) y Uruguay (800 mil dólares). Esto gracias a que dichas naciones reciben financiamiento por participar en misiones de paz en el extranjero.