VIERNES Ť 16 Ť FEBRERO Ť 2001

Ť La periodista y escritora habla de su nuevo libro publicado por Era

Tildadas de ''cabras locas'', las mujeres que retrato se salieron del huacal: Poniatowska

Ť Con excepción de Rosario Castellanos, ''las demás fueron satanizadas en vida''

Ť Acaban como víctimas de la sociedad que en el fondo les resulta hostil, asevera

CESAR GÜEMES

rosarioNo obstante, como dice, que nunca hubiera posado desnuda para Diego Rivera, ella sí desnudó de manera sutil y documentada a un representativo grupo de mujeres en su nuevo libro, Las siete cabritas, que acaba de publicar Era. De esta suerte, Elena Poniatowska pasa del periodismo al retrato, a la pequeña historia basada en testimonio directo obtenido de su trato con las mujeres en caso o, cuando ello no fue posible, a partir de amplias investigaciones acerca de los personajes que son Frida Kahlo, Nahui Olin, Pita Amor, Rosario Castellanos, María Izquierdo, Elena Garro y Nellie Campobello.

-Debe haber un común denominador en todas ellas, además de su talento, para que las eligieras.

-Todas se salieron del huacal, fueron tildadas de cabras locas, no obedecieron las convenciones. En cierta manera cada una de ellas, con excepción de Rosario Castellanos, fueron satanizadas en vida. Y Rosario lo fue luego de su muerte. Además, fueron seres cuya vida terminó ya en la soledad o en la desaparición como Campobello.

Búsqueda de una óptica íntima

poniatowska-libro--1-El libro ciertamente no es de análisis sobre la obra, sino sobre la existencia y el rejuego social de los personajes.

-Eso es porque no soy crítica literaria, ni de arte. Por eso hablo a partir de la experiencia que tuve con ellas, de la cercanía con algunas. Por ejemplo con Pita Amor, mi tía, quien cuando me inicié en el periodismo me prohibió que usara su apellido para que no me compararan con su ''tía de lava, tía de fuego''. También traté mucho a Elena Garro. En cuanto a Rosario Castellanos, le tuve un cariño muy profundo, la quise muchísimo.

''Busqué una óptica íntima, hecha a partir de entrevistas, de crónicas, de lo que se decía sobre ellas. Son un reflejo de su época. A quien no pude acercarme fue a Nellie por culpa de Juan Soriano, quien me contó que las hermanas Campobello se bañaban desnudas en la fuente de la Alameda. Publiqué eso y ella me mandó una carta para decirme que yo era una muchachita malcriada y que ni ella ni su hermana se habían bañado jamás desnudas en ninguna fuente. Y de Nahui obtuve buenos datos gracias a su médico, Raúl Fournier, quien me contó que al final era ya como un fantasma, que comía en un comedor de caridad, que se subía a los tranvías a meterles mano a los señores que se sentaban a su lado. Son vidas vividas y dichas.''

-Así como hay quienes sí entraron a su libro, ¿quiénes no podrían hacerlo?

-Me provocan mucha distancia las diputadas, las senadoras, las líderes políticas, las mujeres pretenciosas, las que son ''de sociedad", las que pertenecen a los 300 y algunos más. Nunca me les acercaría, aunque sé que tampoco ellas se aproximarían a mí o me confiarían su vida.

-No es un libro usual, pues hay poco material de consulta sobre las mexicanas en sentido amplio.

-Los escritores nacionales siempre han sido poco generosos con las mujeres. Claro, se habla y se escribe de Sor Juana Inés de la Cruz y ahora un poco más de Rosario Castellanos. Hace apenas unos años era más fácil atacar a una mujer y en general lo hacían hombres muy inferiores a ellas.

-¿De verdad habrá cambiado tanto el estado de cosas entre la época en que viven las mujeres del libro y el México de hoy?

-Ahora hay más libertad, lo vemos, pero no hay más reconocimiento. La mujeres acaban siendo víctimas de una sociedad que en el fondo les resulta hostil. Además, caen en la trampa al no sentirse apoyadas ni reconocidas. Por eso hacen cosas exageradas. Recuerdo que Pita Amor posó desnuda para Diego Rivera. Esa es la razón de que yo nunca entrevistara a Rivera sola, sino acompañada de mi madre. Cuando el presidente Miguel Alemán vio ese cuadro, Pita debió acercarse a decirle que el retrato era no de su cuerpo sino de su alma. La lectura que hacemos es: la mujer tenía que defender su postura antes de que la atacaran.

-¿Si uno de esos días no la hubiera acompañado su mamá, habría posado desnuda para Rivera?

-No, porque nunca me sentí bonita y porque tuve una educación de convento de monjas. Lo primero que se pone una niña ahí son los calzoncitos y nunca se los quita.