SABADO Ť 17 Ť FEBRERO Ť 2001
Ť Fisuras en el nuevo gobierno ante este tema
El ataque, recuerdo al mundo del fracaso de la política de EU en Irak
JIM CASON Y DAVID BROOKS CORRESPONSALES
Washington, 16 de febrero. Los ataques aéreos estadunidenses contra Irak de hoy podrían dañar temporalmente las defensas antiaé-reas de ese país, pero también sirven para recordarle al mundo el aparente colapso de la política de Washington en la región como el fracaso total después de 10 años de esta guerra para lograr alguno de los objetivos declarados por Estados Unidos.
La llamada operación Tormenta del De-sierto concluyó hace casi 10 años, pero la guerra contra Irak ha continuado.
Estados Unidos lanzó un promedio de dos ataques contra Irak cada semana durante la mayor parte de la última década, según el experto de asuntos militares William Arkin, y este año el Pentágono informó que se han realizado unos siete u ocho ataques con mi-sil o bombardeo contra el régimen de Saddam Hussein.
El ataque de este viernes contra objetivos cercanos a Bagdad fue la primera acción militar estadunidense contra la ciudad capital en dos años. Pero es la cuarta desde que el republicano George W. Bush asumió la presidencia el 20 de enero.
Esta constante guerra recibe muy poca atención en los medios de comunicación porque los funcionarios del Pentágono ya no anuncian los ataques y porque el presidente estadunidense ya casi nunca es informado por adelantado de tales acciones.
O sea, tal como intentó definirlo hoy Bush en el rancho San Cristóbal, en Guanajuato, del mandatario mexicano, Vicente Fox, son acciones "rutinarias".
El presidente Bush fue informado el jueves sobre los planes para el ataque de hoy, y funcionarios de la Casa Blanca entrevistados por CNN dijeron que se le solicitó aprobar la acción bélica porque involucraba bombardeos fuera de la designada "zona de prohibición de vuelo" establecida por Estados Unidos y apoyada por Gran Bretaña, cercana a la capital del país.
La explicación formal del ataque dada por el Pentágono fue que las defensas antiaé-reas iraquíes se habían fortalecido a tal pun-to que amenazaban a las naves estadunidenses que sobrevuelan las dos "zonas de prohibición de vuelo", una en el sur de Irak cercana a la frontera con Kuwait, y la otra en el norte cerca de la frontera con Turquía.
Pero pocos de los analistas estiman que este ataque vaya a tener algún efecto para detener lo que parece ser cada día un lento desenredo de la política estadunidense en esa conflictiva región.
Diez años después del fin de la Guerra del Golfo, Saddam Hussein continúa en el po-der, las sanciones impuestas por la Organización de Naciones Unidas (ONU) contra Bagdad carecen cada vez más del apoyo de la comunidad internacional y el ejército iraquí sigue fortaleciéndose.
El ex general Norman Shwarzkopf, co-mandante de las fuerzas estadunidenses durante la operación Tormenta del Desierto, declaró hoy a CNN que las defensas antiaéreas iraquíes son más desarrolladas hoy que hace 10 años.
William Arkin, autor y analista de asuntos estratégicos y militares, estimó, en entrevista con La Jornada el año pasado, que la política de Washington hacia Irak ha fracasado porque nadie en el gobierno estadunidense logró brindar alternativas; el resultado ha sido prolongar la misma política a pesar de sus nulos resultados.
Uno de los problemas más serios para Estados Unidos, como Arkin y otros analistas políticos han señalado, es que mientras este país continúa bombardeando a Irak, el resto del mundo --con la posible excepción de Gran Bretaña-- se ha distanciado de esa política agresiva y ha cuestionado las sanciones de la ONU y su costo humano, y algunos ya han retado abiertamente a Estados Unidos en estos puntos.
El gobierno de Francia y otros países europeos han autorizado vuelos charters a Bagdad violando las sanciones de la ONU, y ha crecido el coro instando a Naciones Unidas a suspenderlas.
Los aliados europeos han mostrado un apoyo muy tibio a la decisión del gobierno de Bush, a principios de febrero, de incr ementar su apoyo a las fuerzas guerrilleras kurdas contrarias a Hussein en el norte de Irak, al otorgar hasta 100 millones de dólares en apoyo no muy clandestino.
Con las sanciones empezando a derrumbarse y la erosión del apoyo de la "comunidad internacional" a la política de Estados Unidos contra Irak, el secretario de Estado Colin Powell tiene cita para viajar a la re-gión la próxima semana con la intención de generar apoyo para la posición de Estados Unidos en la región.
Powell, quien fue jefe del estado mayor de Estados Unidos durante la Guerra del Golfo, hace una década, tenía programada una escala en Kuwait.
Pero este funcionario también ha indicado que podría favorecer un relajamiento de algunas de las sanciones contra Irak y promover el desarrollo de una nueva política hacia el régimen de Hussein.
Sin embargo, el vicepresidente Dick Cheney (secretario de Defensa de Bush padre durante la Guerra del Golfo) y el secretario de Defensa Donald Rumsfeld, según versiones difundidas aquí, están en desacuerdo con esa medida y favorecen un endurecimiento de las sanciones y una política militar más agresiva hacia Irak.
De acuerdo con algunas versiones, como por ejemplo la de Tom Raum de la A, no queda claro si esto representa una fisura entre el equipo de seguridad nacional del presidente Bush.
Pero la acción de este viernes provocó a muchos aquí un deja vu: los mismos nombres (Bush, Powell, Cheney, Saddam) están en escena (ahora es Bush, hijo). Para algunos analistas, el deja vu también se provoca en la repetición de la misma estrategia.
Como comentó Noam Chomsky hace al-gunos años, en la ultima ocasión en que Estados Unidos atacó Bagdad, la política estadunidense ha hecho precisamente lo contrario de su propósito.
"El efecto de las sanciones no es sorprendente. Han fortalecido la posición de Saddam Hussein y minado la resistencia contra él de su pueblo que lucha para sobrevivir. Es probable que más bombardeos tengan un efecto similar".