SABADO Ť 17 Ť FEBRERO Ť 2001

Analiza el PRI las razones de la derrota del 2 de julio

Confianza insana, candidato disminuido

ENRIQUE MENDEZ Y JOSE GIL OLMOS ENVIADOS

sesion-pri-consejo Ixtapan de la Sal, Mex., 16 de febrero. El PRI finalmente se abrió hoy para asumir que sus errores, "la confianza insana" de que ganaría las elecciones, la falta de una decisión a tiempo para "separarse" del presidente Ernesto Zedillo y un candidato "disminuido" por el desgaste del proceso interno de 1999 le hicieron perder las elecciones del 2 de julio de 2000.

Francisco Labastida Ochoa aceptó que esa consulta "sí le costó al partido" la Presidencia, y asumió su responsabilidad en la derrota, pero también exigió a los otros tres aspirantes a la candidatura del tricolor que lo hagan.

Partido de oposición por primera vez en su historia, el Revolucionario Institucional comenzó en este centro vacacional el desglose de sus primeros tres meses de vida sin el poder, durante la sesión del Consejo Político Nacional (CPN) que se aplazó por lo menos cuatro veces desde diciembre.

Debatido durante todos estos meses el tema del relevo de la directiva y la disputa por controlar el partido, algunos grupos desistieron de las intentonas de desplazar de la presidencia a Dulce María Sauri, y en los dos días que faltan de la sesión se enfocarán en la búsqueda del predominio en las comisiones que organizarán tanto la 18 asamblea nacional como la propuesta sobre el método para elegir a los nuevos dirigentes del Comité Ejecutivo Nacional (CEN).

La presidenta del PRI ųrespaldada por los gobernadores y un sector importante de los 352 consejerosų planteó al CPN que se atendrá a la decisión que asuma sobre su permanencia o no en el cargo. "Quiero plantear a ustedes el tema de la dirigencia nacional, con absoluta honestidad política e intelectual. Con la confianza que me permite abordar las cuestiones más delicadas entre amigos y correligionarios, y con la certeza de que tomaremos decisiones para bien del partido".

Durante cuatro horas, los priístas llevaron un consejo sin debate. Cuando parecía que sólo se enfocaría en la sustitución de la directiva, el rumbo de la sesión giró hacia un encuentro verbal entre Francisco Labastida Ochoa y el senador Manuel Bartlett Díaz, que sin embargo se enfrió cuando el ex candidato presidencial optó por "la unidad interna".

El diferendo se inició después que el secretario de Elecciones del CEN, Felipe Solís Acero, presentó el análisis de la elección federal del 2 de julio de 2000. En el informe de una elección que él no condujo, dijo que había tres causas fundamentales de la derrota:

La deuda que generó el gobierno del presidente Ernesto Zedillo con temas como el aumento al IVA, el rescate bancario, el registro de vehículos, los autos chocolates, los jubilados y hasta el conflicto en Chiapas, si bien el partido, dijo, "no supo separarse a tiempo" de la Presidencia de la República; el alto costo económico, la división y el desgaste entre los cuatro aspirantes a la Presidencia en el proceso interno de noviembre de 1999, que culminó con un candidato "disminuido", y que el partido se negó a reconocer su realidad: iba hacia una inminente derrota, pero en lugar de hacer algo, asumió una "confianza insana" y "relajó" su campaña presidencial.

El ex secretario de Elecciones y ex aspirante a la gubernatura de Chihuahua Artemio Iglesias Miramontes cuestionó la actitud del priísmo. Dijo que en la campaña interna los cuatro aspirantes se "encueraron", se dijeron "linduras", para que el día de la elección "ahí anduvieran todos comprando camisetas y banderitas", y luego, dirigiéndose a Bartlett, dijo: "Ƒverdad, Manuel? Pero los cuatro son mis amigos." Sin embargo, pidió que el debate se mantuviera "dentro del partido".

"Aquí nos podemos desgarrar, šafuera, el chisme!" Y como aludiera a la campaña de los cuatro aspirantes a la Presidencia, Manuel Bartlett Díaz aprovechó para responsabilizar al PRI de la derrota, y exigir que no se impusiera como pretexto la división interna para desechar desde ahora la consulta a la militancia como método para elegir candidatos y dirigentes.

"Tú también hubieras sido un buen candidato le deslizó Bartlett a Artemio Iglesias, y siguió: aquí se pretende culpar de la derrota al proceso interno. "Pero el hecho es que el proceso no fue equitativo, no fue democrático y debemos reconocerlo, si somos sinceros y no un poco cortesanos, haciéndonos caravanas y mentirnos entre nosotros, porque aquí estamos todos. šSabemos lo que pasó, en lo que estuvimos metidos! El partido operó para una persona y lo sabemos, y por eso no podemos quedarnos callados".

En la primera fila del salón, Francisco Labastida Ochoa torció el gesto y comenzó a realizar anotaciones en un juego de tarjetas. Pidió la palabra y el encargado de la Secretaría Técnica del Consejo, Celso Humberto Delgado, lo anotó en la lista, después de Beatriz Paredes Rangel. Bartlett Díaz, quien aspiró a ser presidente "de transición" del tricolor, continuó.

"No podemos echarle la culpa de la derrota, porque nos dijimos cosas muy feas. Eso no es cierto, es falso, y no puede ser utilizado ahora el fantasma de la elección interna como pretexto para que no haya democracia en el partido. Lo fundamental es la definición democrática, porque si no seguiremos teniendo un partido manejado por unos cuantos, aunque seamos los 300 que estamos aquí".

La respuesta de Labastida fue exigirle a él y a los otros aspirantes, Manuel Bartlett, Humberto Roque Villanueva y Roberto Madrazo Pintado ųausente de la sesión porque continúa en Rochester, al lado de su esposa Isabel de la Parraų, que también asumieran la parte de responsabilidad que les toca en la derrota.

"No voy a debatir con mi amigo Manuel Bartlett", dijo, y conminó a los priístas a dejar a un lado los "enconos y los odios" para que éstos "no sirvan de pretexto para que el partido se debilite".

Los primeros escarceos que fueron calentando la sesión se dieron entre el gobernador de Veracruz, Miguel Alemán Velasco, y el dirigente del Comité Estatal en Baja California Sur, Leopoldo de Lara, aprovechando una serie de intervenciones que se abrieron entre la aprobación al comité de Colima para vender un terreno y el informe electoral de 2000 y el análisis de la derrota del 2 de julio de ese año. De Lara cuestionó el presunto liderazgo de los gobernadores, quienes "ya no pueden ser más los jefes del partido" en los estados.

Alemán Velasco subió a la tribuna del salón e intentó hilar una respuesta, que tuvo destellos, pero incoherente. Comenzó a argumentar que una de las "ventajas" de perder la Presidencia de la República es que los priístas se dieron cuenta que nadie, "que los chiquillos y las chiquillas" del tricolor, no son indispensables; se siguió con una queja de que a diferencia de los panistas, los priístas sin el poder no tienen otro medio de manutención, que los gobernadores están todo el día preocupados por lo que dicen de ellos en los noticiarios del mediodía y la noche, y luego retó a De Lara: "los gobernadores representamos lo que dejó la Presidencia de la República. Y si alguien cree que aquí ya todos somos iguales, o si se trata de ver quién tiene fuerza, que suba aquí y que lo demuestre".

"šNo estamos pintados!"

Al inicio de la sesión, y antes de que se aprobara el orden del día, el gobernador de Oaxaca, José Murat, presentó un acuerdo al que habían llegado los diez mandatarios estatales que asistieron a la reunión como consejeros ųuno por cada una de las cinco circunscripciones, y cinco más por los sectores y organizacionesų, para que el CPN discutiera la fecha de la asamblea nacional y el método para elegir dirigentes.

El acuerdo incluía el retiro de los gobernadores, para que los consejeros "pudieran deliberar". Pero éstos no les permitieron salir. Incluso, el dirigente del sector obrero del PRI, Leonardo Rodríguez Alcaine, les reprochó que hayan roto un pacto previo para que esa iniciativa fuera presentada "al final", y les soltó: "šNo estamos pintados, y queremos que se nos respete!"

La sesión era observada desde cinco monitores en la sala de prensa que el partido montó en el sótano del hotel sede del consejo. Durante cuatro horas, los consejeros aprobaron la renovación de 132 consejeros, los planes de elecciones y de operación política para este año.

También se votó sin discusiones el informe financiero que presentó el ex presidente de la Comisión de Fiscalización durante el proceso interno de 1999, Héctor Luna de la Vega. Según el informe, en el año 2000 el PRI obtuvo ųpor prerrogativas y financiamiento privadoų mil 386.3 millones de pesos y gastó exactamente la misma cantidad. El reporte recomendó al partido una "desburocratización", pero también un "saneamiento de sus finanzas, renegociando pasivos y créditos bancarios", pero no precisó montos.

A las 11 de la noche se declaró un receso de la sesión permanente, y se convocó para mañana, cuando se discutirá la integración de las comisiones para la asamblea y la definición del método para renovar dirigentes.

Los muertos se entierran

Esta tarde, Mariano Palacios Alcocer llegó a Ixtapan de la Sal con un respaldo a la permanencia de Sauri como presidenta del partido. Negó incluso que en algún momento hubiera buscado regresar como dirigente del tricolor. "Lo importante no es jugar a las aspiraciones personales de quienes se les ocurre levantar la mano, sino apoyar institucionalmente al PRI", declaró.

Horas después, los priístas se dieron cuenta de que aún es difícil aprender a manejarse solos.

Con su legajo bajo el brazo, Felipe Solís Acero convino en que el informe que presentó debía ser así, crudo, "sin desgarrarse las vestiduras", sistematizando lo que todos los priístas han dicho, en público y en privado, durante estos ocho meses.

"Los muertos se entierran. Y nosotros, enterramos el nuestro aquí", sentenció. Y tanto así, que además de vivir sin la tutela presidencial, los priístas también han aprendido que ahora las comidas y la habitación se pagan, primero, con American Express.