SABADO Ť 17 Ť FEBRERO Ť 2001

LA FIESTA EN PAZ

Fructífera confrontación

Ť Leonardo Paez

DENTRO DE LA serie de mesas redondas titulada Confrontaciones, que se llevan a cabo los martes a las 19:00 horas en el Auditorio Julián Carrillo de Radio Universidad, el pasado martes 13 estuvimos el empresario restaurantero y taurino José Arroyo, el cronista Heriberto Murrieta y el autor de esta columna.

EL TEMA ORIGINAL era en torno a los criterios ?si es que existen? para la formación de toreros, pero inevitablemente el diálogo se fue desviando hacia una revisión del estado actual de la fiesta de toros en el país, perfectible para muchos, perfecta para quienes la exprimen.

Ťbautista-juan-toros-2-jpgPEPE ARROYO, ADEMAS ganadero de reses bravas y aficionado práctico, con once años de promover, junto con Chucho su padre, a los novilleros modestos en su placita "Antonio Velázquez", de Tlalpan, subrayó la notable disminución de festejos novilleriles anuales en México, no obstante los fuertes patrocinios a la Feria Nacional del Novillero y al Encuentro Mundial de Novilleros.

PÉRDIDA DE VOCACION, en el sentido de poderosa voz interior que impele a actuar a un individuo, es uno de los principales factores, señaló Arroyo, que han contribuido a este descenso en el número de novilladas, así como el conjunto de cualidades que se requieren para intentar ser torero: edad, valor, inteligencia, carácter, personalidad, estilo, intuición.

AÑADIÓ QUE LOS muchachos no meten gente a las plazas, pero que si empresarios y ganaderos ?hay más de trescientos? escogieran cinco prospectos valiosos cada año y los pusieran a torear constantemente en el campo y en las plazas, en poco tiempo todos nos sorprenderíamos de los resultados.

MURRIETA, POR SU parte, destacó que este desinterés creciente por el espectáculo taurino obedece también a un grave retraso en el relevo generacional de toreros, lo que aunado a la ausencia en las plazas del toro con edad, trapío, astas íntegras y bravura, desanima la asistencia a la de por sí extemporánea función.

RECORDÓ ASIMISMO LA imperiosa necesidad de un mayor profesionalismo en todos los sectores de la fiesta, entendido el profesionalismo como un compromiso con la calidad y con la objetividad, en el caso de informadores y críticos.

EN MI TURNO señalé que a mi entender la crisis de la fiesta no es sino una prolongación de la crisis generalizada del país, empobrecido no sólo en lo económico, sino además en lo espiritual y lo cultural, por lo que era muy difícil que tuviera calidad un espectáculo inmerso en un entorno de baja calidad.

PREGUNTÉ ASIMISMO A los asistentes si no es una selecta minoría la única en exigir el toro con edad, trapío y sus astas íntegras, mientras que el grueso de los espectadores, a lo mucho, sigue a la espera de rivalidades entre toreros con celo y con sello.

Y CONCLUÍ QUE en todo caso en México es prácticamente imposible darle grandeza a un espectáculo cuyo principal empresario declara que sólo se trata de "un chou (sic) en el que tienes que darle gusto a la mayoría".