Espejo en Estados Unidos
México, D.F. sábado 17 de febrero de 2001
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Editorial
 
SAN CRISTOBAL-BAGDAD

SOL  El presidente George W. Bush acaba de visitar brevemente el rancho de su anfitrión mexicano sin inmutarse ante el hecho de que su llegada coincidía con una nueva agresión unilateral a Irak, o sea con la enésima violación de la legalidad internacional, con una nueva falta de respeto a las Naciones Unidas y con una nueva demostración de que Estados Unidos y su mandatario se guían sólo por su propia voluntad y por sus propios intereses y utilizan la fuerza donde y como consideran útil para los mismos, sin reparar en tratados, leyes, principios, ética o moral. Si alguien llegó a informar al presidente Fox sobre el ataque a Irak, es probable que la normalidad con la cual Bush trata el bombardeo de la capital de un país con el cual ni siquiera está en guerra pueda haber sonado como advertencia y provocado quizás algún escalofrío en la espalda del ranchero de Guanajuato. 

Por supuesto, el Pentágono ha organizado el bombardeo ?y otros similares? con bastante anterioridad a pequeñeces (para el complejo militar-industrial estadunidense) como la breve visita de Bush a Guanajuato para discutir supuestamente entre amigos (pero no iguales) sobre cómo integrar el sistema petrolero y energético mexicano con el del país del norte y cómo complementar la economía de éste con los recursos materiales y humanos de nuestro país. El desenfado del Pentágono y del Departamento de Estado encaja perfectamente en los planes de Bush, que no sólo inaugura su periodo presidencial con una nueva guerra de agresión sino que también destinará gigantescas sumas para subvencionar a la industria armamentista (y, de este modo, a la economía estadunidense en general), para la preparación de Escudo Estelar y de diversas guerras. 

La reunión entre el presidente Fox y su colega, por consiguiente, no fue un coloquio entre iguales para discutir líneas estratégicas comunes, pues sobre la reunión calificada de informal y operativa flotó la muy oscura y formal amenaza del poderío militar listo para ser usado contra el más fiel de los aliados y servidores (como Saddam Hussein) si los mismos ya no sirven ni cumplen con lo que se les pide. El hecho de que la primera visita de Bush fuera de sus fronteras la haya realizado a México indica en realidad que, en la visión estratégica del mandatario y del grupo empresarial que lo respalda, nuestro país es considerado un problema interno de Estados Unidos (recordemos al respecto su torpe pero sincera frase, cuando la visita texana del candidato presidencial Fox, diciendo que había discutido con éste el problema energético "para no depender del petróleo extranjero"). 

La reunión de San Cristóbal, funestada por el ataque a Bagdad, consistió en un intercambio de posiciones en el cual, dado el peso respectivo de los participantes, fueron más los sí que los yes. El comité conjunto de alto nivel resultante de la reunión deberá, en el fondo, fijar el modo, los ritmos y las formas de una mayor integración mexicana en el plan, tan acariciado por Reagan, Bush padre y Bush hijo, pero también aceptado por Fox, de avanzar hacia una más amplia unidad económica y política norteamericana en la que nuestro país desempeñaría un papel aún más subordinado que el que tiene actualmente en el Tratado (o Acuerdo) de Libre Comercio. No hay de qué alegrarse o enorgullecerse. 
 

 

 

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