DOMINGO Ť 18 Ť FEBRERO Ť 2001

Ť Será investigado en Alemania por falso testimonio

Campaña contra el ministro Joschka Fischer por su pasado izquierdista

EVA USI CORRESPONSAL

Berlin, 17 de febrero. El ministro alemán de Re-laciones Exteriores, Joschka Fischer, afirmó que el furor que ha desatado el debate sobre su pasado izquierdista radical violento se debe a la falta de actos fundacionales revolucionarios en la historia de su país.

Ayer se anunció que Fischer será investigado por haber rendido un falso testimonio en el juicio de su ex compañero de armas Hans Joachim Klein, condenado hace unos días a nueve años de prisión por su participación en el atentado de la cumbre de la OPEP, ocurrido en Viena en 1975.

Fisher, en el ojo del huracán desde hace más de un mes por su participación en lu-chas callejeras de los 70, sus contactos con personas que se unieron a grupos terroristas y por simpatías con la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), lamentó que el debate sobre la generación del 68 sea tan estrecho de mentes en Alemania.

"En todos los lugares donde la razón de Estado moderno y la democracia moderna están basados en actos de liberación, la cuestión del uso de la fuerza está firmemente anclada en la identidad colectiva a través de las generaciones", dijo Fischer al diario Francfurter Allgemeine Zeitung.

En un artículo que aparecerá el lunes, el semanario Focus señaló que la Oficina para la Protección de la Constitución alemana tiene desde hace años de un informe sobre el pasado izquierdista del ministro.

De su lado, el ex compañero de Fischer, Michael Schwiedrzik, declaró a la revista Der Spiegel, del lunes próximo, que ambos participaron en una conferencia de la OLP en Argel, en 1969, donde se debatió la lu-cha armada contra Israel, pero explicó que en ese entonces eran radicales irresponsables y que su fantasía no tenía límites.

A pesar de sus innegables méritos como ministro del Exterior y líder del partido Los Verdes, el pasado turbulento de Fischer en-tre barricadas, viviendas ocupadas ilegalmente y dudosos vínculos con terroristas lo hacen vulnerable a los ataques de la oposición conservadora, que pretende desestabilizar la coalición rojiverde del canciller fe-deral Gerhard Schroeder.

El caso Fischer es para los alemanes una confrontación única: en el banquillo se en-cuentra una generación entera, que participó en la revuelta del 68 y que fundó los movimientos pacifista y ecologista.

El actual ministro, quien ya fue criticado por la izquierda por haber traicionado los ideales revolucionarios y "haberse adaptado a la sociedad burguesa", ahora es presentado como un violento militante irredento que lleva bajo el traje de tres piezas su vieja indumentaria de combatiente callejero, al mismo tiempo que se codea con celebridades internacionales como si fuera lo más natural del mundo.

El escándalo en torno a Fischer comenzó cuando recientmente la revista Stern publicó una serie de fotos de los años 70 que muestran al ministro como un ícono del eterno combatiente callejero que lanza piedras y golpea policías.

Según un reporte de los servicios secretos del estado de Hesse, el 19 de septiembre de 1975 en el jardín de palmeras del elegante barrio de Westend, en Francfort, unos 150 agitadores lanzaron bombas molotov y piedras contra el consulado general de España, un automóvil de la policía fue incendiado y dos policías resultaron heridos.

En el protocolo policial, un informante de los servicios secretos describió cómo se ha-bía planeado el ataque a la representación diplomática del régimen del fallecido dictador Francisco Franco, y entre los participantes estaba Fischer.

Un cuarto de siglo después el reporte de cuatro páginas podría dar munición a quien quiere ver caer al político verde, como el jefe del gobierno del estado de Hesse, el cristianodemócrata Roland Koch, quien lidera la ofensiva contra Fischer.

Kock dice tener otra acta con datos sobre el grupo de Fischer, Lucha Revolucionaria, de sus tiempos de militancia en Francfort, pero ha evitado dar información.

En cuanto al ataque contra el consulado general de España ocurrido en 1975, nadie se atreve a hablar sobre el contenido del reporte secreto, y la comisión parlamentaria de control en la capital del estado, Wiesbaden, que cuenta con información del contenido del documento, guarda silencio al ar-gumentar que la protección de los informantes tiene prioridad.