LUNES Ť 19 Ť FEBRERO Ť 2001
El día que murió Benny Moré
Agustín Sánchez González
"En tanto permanezcan insepultos los restos de Benny Moré, se considerará al país en estado de duelo musical y continuarán suspendidos los shows en los cabarets", anunció Radio Rebelde el 19 de febrero de 1963 en La Habana, Cuba. Hoy hace 38 años murió el Bárbaro del Ritmo.
Ese día, otra estación de radio, la CMQ, informaba que desde horas tempranas cientos de músicos y compositores que amaban entrañablemente al Benny, habían estado desfilando por su lecho en el hospital para enterarse personalmente de su salud. "En estos momentos, según se nos informa, al conocerse el triste acontecimiento, centenares de personas del pueblo se están reuniendo masivamente al fondo del antiguo hospital de Emergencias, junto a las que ya estaban congregadas ahí desde las primeras horas de la tarde, en espera del acostumbrado boletín médico acerca de la salud de su ídolo musical..."
Toda Cuba estaba pendiente del deceso del Bárbaro del Ritmo. Por las calles de La Habana miles de cubanos vieron pasar el cuerpo del Benny y lo acompañaron desde el Instituto Nacional de Cirugías, antiguo hospital de Emergencias, hasta el Sindicato Nacional de Trabajadores de Artes y Espectáculos, ubicado en Prado y Animas, donde desfilaron ante el féretro.
El Benny, nacido en 1919, había muerto a las 9:15 de la noche. La causa: cirrosis hepática que lo afectaba hacía un buen tiempo; tenía, además, un tumor en el hígado a la altura del ombligo, por eso usaba tirantes y pantalón tan largo, ya que le molestaba el cinturón.
La tragedia fue seguida por miles de fanáticos. Los micrófonos y las cámaras de las radioemisoras y televisoras del país, así como toda la prensa, habían seguido paso a paso los acontecimientos; el adiós a la capital cubana se dio a la media noche de ese mismo día; a pesar de la hora, 12:20 de la noche, la gente salió a las calles para acompañarlo desde Prado hasta la estación Central, para emprender el viaje por tren a hasta su natal Santa Isabel de las Lajas, un pequeño pueblo, conocido en todo el mundo gracias a la canción de su hijo pródigo.
Un pueblo consternado
Llegó a Santa Isabel muy temprano, ahí lo esperaba un pueblo consternado por la pérdida del hijo pródigo; el comercio cerró sus puertas todo el día, se declaró Duelo Musical y fueron suspendidos todos lo shows en los cabarets. La radio no cesaba de tocar las canciones del Benny, y en las tiendas de discos los acetatos desaparecieron porque todo mundo quería tener a Moré en su casa, cuando menos en un fetiche.
Nunca una muerte había paralizado prácticamente a toda la Isla; a su funeral acudieron los comandantes Efigenio Amejeiras, José Ponce y René de los Santos; el presidente Osvaldo Dorticós y el entonces primer ministro, Fidel Castro, enviaron sendas coronas. Las campanas de la iglesia de Santa Isabel redoblaban; la banda del ejército marcaba paso lento, mientras decenas de milicianos precedían el cortejo, mientras los pioneros se asombraban ante tal ceremonia. En el Casino de los Congos, con los suyos, con aquellos cuyas raíces eran las mismas de él, se le tocó el tambor mientras un coro de mujeres cantaba una marcha coné. Se le dio el trato de un hijo privilegiado, un hombre que llevaba en sus venas sangre de un rey de una tribu del Congo: su abuelo.
Había muerto el Bárbaro del Ritmo y el poeta Roberto Fernández Retamar, mientras escuchaba un disco de Benny, escribió: "Es lo mismo de siempre:/ šAsí que este hombre está muerto!/šAsí que esta voz/ delgada como el viento, hambrienta y huracanada/ como el viento/ es la voz de nadie!/šAsí que esta voz vive más que su hombre,/ y que ese hombre es ahora discos, retratos, lágrimas./ un sombrero/ con alas voladoras enormes/- y un bastón!...
Bartolomé Maximiliano Moré -nombre completo de Benny- no existía más; otra poeta, Bárbara Milanés, le escribió: "Para mí ya no eres bárbaro/ simplemente antropófago, sollozos... Has comido mi carne vestida de estribillos. Esta sangre la bebiste varias veces/ en bailes de ensueño/ celebrados un domingo o un lunes/ en la sala y el baño. El corazón ya no es mío/ porque tú le perteneces... Bartolomé Maximiliano Moré, devuelve mi corazón".
Entre los grandes cubanos
El locutor de Radio Progreso, al despedir la transmisión, en vivo, de las exequias, señaló: "Ayer, eran aplausos enfebrecidos; hoy eran pañuelos y lágrimas. Benny Moré, desde entonces, pertenece a la categoría de los grandes muertos cubanos; de él nos queda su voz, su memoria entrañable y, entre otro montón, unos buenos versos del poeta Fernández Retamar, pues Benny Moré señoreaba por igual entre la gente de cultura, como entre la gente del pueblo, sin que esto signifique, en forma alguna, divorcio entre ambas gentes, pues he aquí que el Benny mismo, forma parte de la mejor parte de nuestra cultura..."
La muerte de Moré sacudió toda Cuba, la música del Bárbaro, empero, continúa vigente y es insuperable; por ello, su muerte caló muy hondo; aquellos que siempre le habían aplaudido, lo despidieron hasta su tumba y a todos esos que había llenado de felicidad con su música, ese 19 de febrero, pero sólo ese día, derramaron más de una lágrima; después volverían a gozarlo, a sentirlo, a aplaudirlo.
Había muerto Bartolomé Maximiliano, pero el Benny ya era dueño para siempre de nuestras vidas y nuestros placeres musicales y hoy como ayer sigue vivo, deleitándonos y haciéndonos vibrar con su música.
Benny Moré, el nieto de rey Conga, el Bárbaro del Ritmo, el genio musical que no estudió música, el más grande sonero, ya era leyenda.