MARTES Ť 20 Ť FEBRERO Ť 2001

Ť Altas tarifas, pocas reservas, entre los resultados

California, prueba contundente para no privatizar la electricidad

MIRIAM POSADA GARCIA

Para decidir sobre el futuro de la industria eléctrica mexicana, el Poder Legislativo debe tener siempre presente la crisis por la que atraviesa California, donde se trasladó el esquema de Gran Bretaña y se padecen altas tarifas, bajos niveles de reservas, nulas inversiones en generación y gobiernos cautivos por los especuladores, advirtió el investigador universitario POWER_WOESBenjamín García Páez.

A unas semanas de que se reviva la discusión sobre el futuro de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y de Luz y Fuerza del Centro (LFC), la falta de energía en California y la solicitud de ayuda por parte del presidente George Bush debe representar para quienes tendrán la decisión en sus manos que ésta es una prueba contundente de que en México no se debe considerar la privatización como una opción para restructurar el sector.

''La crisis energética de dimensiones tercermundistas por la que atraviesa California podría magnificar la desaceleración de la economía estadunidense, desestabilizar los mercados financieros y a la economía global en su conjunto, pero además tienen su origen en los propios errores en que se incurrió durante el proceso de desregulación, la liberación de los precios al mayoreo, congelar las tarifas al menudeo y la venta de electricidad en el mercado spot a precios más altos de los que pueden pagar los consumidores''.

El mercado libre de la electricidad es un mundo no explorado en el que tanto California como Gran Bretaña tomaron sus previsiones, pero en ambos casos se enfrentaron a factores inesperados como el crecimiento en la demanda, políticas populistas, oposición feroz al nuevo suministro de energía, el desempeño del Estado, la ineficiencia de la regulación, políticas ambientales e incluso el avance de la tecnología, apuntó García Páez.

En California, el ejemplo más cercano para México, señaló el especialista, las fallas residen en las propias autoridades reguladoras, quienes en ocasiones no confían del todo en las fuerzas del mercado y se han dado a la tarea de desalentar a las compañías a que se protejan por riesgos en precios mediante la compra de derivados, con lo que se explica que las compañías eléctricas estén hoy al borde de la bancarrota.