Con gran banda, se presentó Ricky Martin; el portazo fue de la prensa
Ť Cinco mil personas disfrutaron la amaestrada, ligera y prendida voz del boricua
Ť Durante hora y media, el divo latino interpretó sólo dos canciones en español
JUAN JOSE OLIVARES
Ricky Martin confirmó la noche del martes que es el divo latino del momento. Ni modo. En un pequeño concierto ofrecido ante unos cinco mil asistentes ?en la nueva disco llamada Box, que pocos conocían y los que la conocen dicen que es gay? , provocó una catarsis de radioescuchas de conocida estación. La desorganización se impuso cuando los chicos de la prensa se vieron obligados a dar el clasico portazo, ya que fueron relegados en el acceso.
El puertorriqueño canta bien, se ve bien, viste bien ?garritas de Roberto Cavalli, mismas que usa Lenny Kravitz? y se mueve mejor: hipercachondos movimientos de caderas a la Elvis pelvis que causaron conmoción momentánea de muchachas, impresionadas por percibir tan cerca al hito popular. Las chavas, algunas ya treintonas, se extasiaban al escuchar los primeros tonos de su amaestrada voz. Así, amaestrada, entonadita, ligerona y prendidita.
Las jóvenes tuvieron que formarse ?algunas? por más de cinco horas para poder entrar al local que se ubica en la colonia Polanco y que fue adaptado para la presentación. Tambien los periodistas estuvieron esperando formados mas de hora y media y al momento de ingresar se impuso el desmadre, empujones, influencias, palabras altisonantes y mas empujones, gracias al desorden ocasionado por algunos camarógrafos que llegaron tarde, como buenos chilangos. Pero lo que importa fue que Ricky regresó a "tierra azteca con esta modesta producción" ?dijo el propio artista? y con 12 excelentes músicos (sax, trompeta, trombón, dos tecladistas, percusiones, batería, guitarra, bajo, y dos coristas femeninas y uno masculino), con los que elevaron al Nirvana a las "afortunadas" párvulas seguidoras (es), que obtuvieron sus pases por medio de promociones radiofónicas y de la refresquera que lo promueve. En la tocada, y al ritmo del boricua, todos cambiamos a Pepsi. Ni modo.
Fue un concierto de regalo, de retribución para su público, dijo el cantante, que esa misma noche voló para presentarse en la entrega de los premios Grammy.
No obstante, la deidad apareció tarde en el escenario al ritmo de una gran orquestación con potente sonido y vestido cual muñequito de pastel: camisa pegadita gris y pantalón de cuero más justo aún, para cantar She bangs, y causar el alarido de las presentes (entre las que se encontraban Angélica Vale, Aline, y hasta la hija de Fox; llegaron muchas camionetas con vidrio oscuro) que en ocasiones superaba a los decibeles del sonido local, inundado de histeria masiva. Todo le aplaudían; cada movimiento era secundado por la grita elevada, y él se los agradecía y esparcía la líbido en cada pervertida celeridad, como con la rola Down.
Puro inglish
"Es bueno estar en casa, con mi gente...", adujo antes de salir del proscenio. Regresó con otra camisa blanca para interpretar ?''espero que todas la canten"? junto con toda las niñas, Vuelve, en español, por fin, chale, puro inglish mi Ricky. Gran coro que fue la más clara representación de una parte de los millones de fans que le rodean.
Y volvió la onda en inglés, Waiting for you y otro cambió de camisa, ahora una sin mangas que dejaba ver sus brazos que completaban la figura de Adonis que exaltó el erotismo fluctuante entre las púberes. Exitó más con Livin'la vida loca, que coordinada con los movimientos de sus nalgas, eran dardos de exacerbación juvenil. La locura misma. Todas, y algunos a lo mejor, tenían cara de imaginarse una noche húmeda con él.
La grita nunca cesó. Y eso es lo que más enciende el dínamo que trae Martin dentro. Así está entrenado. Su cachondería la externó más con Amor, al puro estilo boricua con baile de candela pura. Pura candela con los metales de su orquesta, que repetimos, es lo que sustenta al show.
Canta Spanish eyes, bebe agua de una botella y la arroja al público; seguro de que ese botecito permanecerá perpetuo como colección. "Un, dos, tres, un pasito pa'lante María'' y la rolita causó un tumultoso baile, que se prolongó varios minutos para dar chance de que se cambiara otra camisa. Vino el encore mix mostrando su religiosidad ?''gracias a todos, pero más a Dios"?, deja de moverse y se oculta. La música sigue con la rola María que se mezcla con la que no podía faltar: La copa de la vida y otro lapsus de histeria. Allez, allez, allez.
El puertorriqueño agradece de nuevo, y desaparece. La música sigue para dar oportunidad a que saliera del local ayudado por un grupo de guardaespaldas y hoy, ya lo veremos sólo en la tele.
Afuera del antro una escultura de un gran falo presenta el giro del Box... en esta ocasión la ocultaron. Allez, allez, allez.