Ť Cada vez canta mejor... las rancheras, bromean sus fans
Sabina se embarcó en un concierto-performance con sabor teatral
ARTURO CRUZ BARCENAS
Joaquín Sabina responde ahora a la necesidad de cantar bajito, al oído, más "desnudo", dijo luego de interpretar 20 temas en un concierto en el teatro Julio Prieto, el pasado martes. Mostró su propuesta teatral, íntima, con reminiscencias de Kurt Weill y Bertolt Brech, en una especie de performance con escenario saturado de objetos, como candelabros, un caballo de feria, un baúl, todo en medio del mar, del vaivén de olas.
El barco imaginario navegaba y el español comenzó a cantar Peces de ciudad. Ocurre una falla: el micrófono se desenchufó (el concierto también fue acústico). "Esto también pasa en España", expresó a manera de disculpa. Desde el principio fue la tautología. Si pronunciaba medias negras, aparecían en una pantalla medias negras; "gato" era seguido de un gato. "Todas las imágenes las escogió Joaquín", dijo en el camerino la madrileña Olga Román, quien hace coros al autor que ahora explora la creación poética en los sonetos, maravilla de brevedad, de síntesis dada a pocos mortales. Próximamente se pondrá a la venta un libro con sonetos de Sabina. Habrá que ver. "Esto de recitarlos en los conciertos (los sonetos) es reciente, y son preciosísimos; tienen su arte. Hoy la voz de Joaquín es el reflejo de su vida, de lo que hace, dice y piensa, y de cómo vive".
Dice el hispano que le gusta en escenarios grandes, ante multitudes, interpretar rolas rocanroleras, aunque no le agradó su último concierto en el Zócalo capitalino, el año pasado, precisó, corrigiendo un comentario al aire de alguien. Pelillos a la mar.
De Ricky y la Venegas
-¿En vivo qué es lo imprescindible, el tabaco o el tequila?
-El alma.
Suelta la respuesta mientras firma autógrafos. Una fan llevó todas las portadas que ha coleccionado. Es guapa y Joaquín no resiste eso; con calma chicha escribe algo en cada uno. Nobleza obliga.
A la misma hora, pero en un foro de Polanco, el boricua Ricky Martin ofrece un show-case de una diez canciones. "Lo lamento, pero yo no compito con nadie; supongo que él tampoco", acota Sabina, escindiendo su proyecto, lejano a la parafernalia de la industria.
Se acerca la cantante Julieta Venegas y Sabina le dice a alguien que sería bueno invitarla a tocar el acordeón en un trabajo conjunto. Agradece. Considera excelente el concierto del compositor de 19 días y 500 noches. Todo increíble, todo encantador. ¿Tocar con él? "Yo encantada, claro; si me invita ahí estaré. Sería más bueno para mí que para él". A la menuda cantante le gustó sobre todo la versión de Medias negras. "Está rarísima, y el ritmo que le dieron". Y es que Sabina hizo del blues un buen son, sabrosón, meneadón.
En la escenografía permanente en los conciertos de Sabina destaca un banquito donde luce retador un tequila o un whisky que nada más alborota la solitaria colectiva. "Qué padre es ver que alguien sigue cambiando, haciendo cosas que a él le gustan", añadió Venegas.
La defensa de lo cursi
Olga Román, quien baila con Joaquín en el momento híper romántico del recital, dijo que ahora Sabina explota más lo teatral en sus conciertos. "A él le gusta mucho la libertad en el escenario", precisó. "Este tipo de conciertos llevamos un buen rato ya dándolos. Estuvimos en abril y mayo en España, en octubre en Argentina", dijo Román, quien interpretó Nada es suficiente, con ella al piano, y A la sombra de un león, a dúo con Sabina, además de una copla española: Y, sin embargo, te quiero, de Quintero-León y Quiroga.
Una fan llora conmovida al escuchar Nos sobran los motivos, canción que da título al nuevo disco de Sabina. Mueve las manos, se jala el pelo. Fue la nota cursi; en mucho ayudó a ello la defensa de lo cursi de Joaquín, quien recurrió incluso a dos personas ataviadas de angelitos. Todo sea en nombre de la propuesta teatral.
Pieza importante en el sonido del grupo que acompaña a Sabina es Antonio García de Diego (teclados, guitarras acústica, eléctrica y portuguesa, armónica y coros), quien dijo que "Joaquín es muy cambiante; siempre le gusta estar inventando. Es, incluso, director teatral".
Un comentario prevaleció al final entre algunos asistentes: "De rock hubo poco; las que sí canta cada vez mejor son las rancheras". El concierto inició a las 21:20. Acabó cuando nos dieron las once.
Para los que esperan al Joaquín de Cuando era más joven, mejor háganse a la idea de que éste es el de los 40 y 12.