VIERNES Ť 23 Ť FEBRERO Ť 2001

Ť Informa PGJDF

Familiares de asesinados padecen estrés postraumático

ANGEL BOLAÑOS SANCHEZ

Víctimas indirectas en un caso de muerte violenta, como lo es el homicidio, los familiares de una persona que falleció bajo estas circunstancias pueden llegar a padecer un estrés postraumático, con síntomas que van desde desmayos, tensión u opresión en el pecho, hasta trastornos en la alimentación y el dormir, e incluso alteraciones en la conducta, indicó la subdirectora de Política Victimológica del Centro de Atención a Víctimas de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal, Nathalie Lara Molina.

Indicó que la gravedad de la afectación que puede llegar a tener una persona que sufre la pérdida de un familiar en un hecho violento es independiente de si el crimen ocurrió por un asalto, en el que es de manera totalmente inesperada, o cuando se tiene el conocimiento previo de que éste se encontraba expuesto a riesgos por estar involucrado en algún tipo de actividad delictiva.

En primera instancia, la afectación depende de la cercanía que se haya tenido con el familiar que falleció, pero hay otros aspectos que son más de índole subjetivo y que tienen que ver con la manera en que cada quien afronta la pérdida. Es, además, un hecho que llega a provocar un desequilibrio en la dinámica familiar, según el rol que le haya tocado vivir a ese miembro de la familia.

El estrés postraumático, señaló Lara Molina, es un proceso común. "En general, cualquiera que sufrimos de una pérdida estamos pasando por un proceso de duelo, perdimos algo cercano a nosotros, algo que tiene que ver con nosotros mismos, y es difícil que alguien no sufra ese tipo de sintomatología cuando hablamos propiamente de un homicidio, porque es diferente a una pérdida natural y, sobre todo, si el familiar observó el crimen se presenta algún tipo de alteración".

Algunas de estas sintomatologías son, por ejemplo, los que tienen que ver con el aspecto somático: alteraciones en el dormir, como el insomnio, pesadillas, terrores nocturnos o el sonambulismo.

Se presentan también trastornos en la alimentación cuando a la persona le da hambre o no quiere comer,así como otras enfermedades también del tipo somático, que tienen que ver con gastritis, colitis y náuseas.

Otros son los trastornos conversivos, esto es desmayos, sensación de opresión en el pecho o tensión en diversas partes del cuerpo.

Puede haber también alteraciones de la conducta, dijo, como el bajo control de impulsos, la "verborrea", que es cuando las personas hablan mucho y rápido de todo lo que sienten, o también el mutismo, cuando la víctima indirecta no puede expresar lo que siente.

Hay también alteraciones afectivas, como mucha irritabilidad, enojo, sentimientos de minusvalía y de impotencia, pues no está en sus manos resolver el problema, sobre todo en los casos de homicidio hay un sentimiento muy fuerte de este tipo. También se puede presentar un sentimiento de devaluación, en el que los afectados por homicidio se siente que no valen nada.

Según cifras de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal, en 2000 ocurrieron en la ciudad de México un total de 773 homicidios dolosos.