Ť Amigos del periodista lo recordaron en su primer aniversario luctuoso
Fernando es el cartógrafo de un mapa de la marginación y el dolor: Cristina Pacheco
Ť Se necesita reconstruir el diálogo desatado por Benítez, señaló Alejandro Aura
CESAR GÜEMES
Este miércoles se cumplió un año desde que Fernando Benítez dejó de escribir, pero no para guardar silencio. Es decir, hace un año ya que falleció, si bien su obra y su herencia están aquí, cotidianas. Con ese motivo se reunieron algunos de sus muchos amigos en el Club de Periodistas de México, a fin de poner al día sus recuerdos del reportero y escritor.
Celeste Sáenz de Miera, secretaria general de esa institución, dio la bienvenida a los presentes, convocados también por el Instituto de Cultura de la Ciudad de México (ICCM). El titular de éste, Alejandro Aura, uno de los dos oradores, se preguntó: ''¿En qué México el padre del periodismo cultural inicia los suplementos en que los jóvenes escritores van a dar lo máximo de sí cada semana estimulados por él? Por supuesto que el dato puntual, la fecha, el concepto, la recuperación de fragmentos de lo que se dijo o de lo que se escribió, su análisis oportuno, ideológico, semántico e histórico, son asuntos de la mayor importancia. Pero también lo son el paisaje que los acoge, el volante del coche que los lleva, la pintura del edificio, el modelo de la máquina de escribir, el ancho de la corbata, el sello legalizador impreso en los recibos de honorarios, la taza en que tomaron ese café que les salió tan platicador".
Insaciable curiosidad
Con esos datos, aclaró Aura, ''no consignados necesariamente en la sucesión de acciones de un Importante en la cultura nuestra, de un Principal, puede uno ayudar a que el proceso inevitable de la supervivencia por méritos propios no lo lleve por el triste camino de la petrificación de los héroes. Con estos otros datos se le puede de nuevo construir carne, olor, nervios, al diálogo desatado por él, motivado por su curiosidad que no se saciaba, a la polémica de la cultura del siglo XX. O al México, sus personajes, sus cosas y sus días de los siglos pretéritos".
Es de esta manera y no de otra, explicó el también poeta Alejandro Aura, que es como ''se le puede poner de nuevo tercera dimensión a sus recorridos por los territorios de los indios y presentar la escena con semejante valor plástico ante el próximo recorrido de los indios por el territorio de los legisladores, y ver así la real y verdadera importancia de su trabajo. Si hacemos acopio en nuestro ánimo de estas imágenes, podremos situarlo en la foto fija de los (años) treinta, los setenta o los noventa, y sacarlo de ahí mojado de vitalidad. Y así es más sencillo y humano recuperar al escritor, al narrador de nuestra historia, al señor delgadito que era tan amistoso como rudo, tan curioso como discutidor y proponer con esos datos, con esas premisas de ambientación y paisaje, llevar a cabo un acto de recordación y vida cotidiana de un mexicano preocupado por la cultura".
El privilegio de la amistad
Cristina Pacheco, periodista, apuntó: ''Por más experiencias que tengamos hay una frente a la cual nos resistimos y nos resistiremos siempre: la muerte. Lo digo porque aún en una circunstancia tan grata, tan generosa como este homenaje, me cuesta trabajo que el homenaje se deba precisamente a que hace un año Fernando no está físicamente con nosotros".
Y aclaró: ''No pretendo ser especialista en su obra, ni haber sido su alumna predilecta. Pero tuve un privilegio maravilloso: ser su escucha y su amiga. Una amiga que quiso comprenderlo todo a través de su voz y que encontró en la constancia de Fernando a un buen consejero y a una especie de inspiración. Todos conocemos al Fernando Benítez elegante, caprichoso, sofisticado, sensual, atractivo, buen conversador y excelente maestro. Justamente a estas horas de la tarde estaría terminando su clase, con sus libros bajo el brazo, rodeado de muchachos y muchachas, permitiendo que le encendieran un cigarro. Quiero verlo refugiándose en el sitio donde creo que fue más feliz, en su estudio, con sus dioses, con sus libros, pero sobre todo con la presencia de sus amigos".
Al lado de la amistad, está la otra forma de ver al periodista, que en la actualidad se hace necesaria. En palabras de Cristina Pacheco: ''Quiero mencionar a un Fernando Benítez que traté de imaginarme mientras venía hacia acá: el cartógrafo. Con su amor por México, su capacidad de estudio e investigación, su valor infinito, su entrega, escribió o dibujó para nosotros un mapa: el de la marginación, el del dolor. El mapa donde están escritos los nombres, las vidas y las historias de los pueblos indios. Fernando no habló de una sola comunidad, porque no nada más en Chiapas hay indígenas que sufren, los hay en todo el territorio nacional y por ellos habló. En su tiempo y en su hora fue muy cuidadosamente escrito y dibujado ese mapa, es responsabilidad de nosotros transitarlo o no, caminar por ese terreno tan difícil y tan doloroso pero también tan mágico".