Ť Colombia Moya
SIN DUDA ALGUNA la presencia de John Neumeier y su célebre versión de la Consagración de la primavera interpretada por el Ballet del Gran Teatro de Ginebra, en el marco del Festival del Centro Histórico de la Ciudad de México, representa uno de los platillos fuertes de su programación. Simplemente, porque Neumaier es ya hace muchos años una figura casi mítica en el mundo internacional de la danza, especialmente el europeo, y porque la Consagración de la primavera, sigue siendo una obra mayor desde su primera y controvertida versión por Nijinsky con el Ballet ruso de Diaghilew, en 1913 en París. Los más importantes coreógrafos desde entonces, le han metido mano a la tumultuosa obra de Igor Stravinsky con su personal creatividad. Así William Dollar, John Taras, Maurice Bejart y Pina Baush entre muchísimos otros, nos han ido mostrando la manera como la danza y su transición entre el ballet, el neoballet y el modernismo sobrecogedor de Pina Baush, se ha desarrollado a lo largo del siglo XX. Neumaier, nacido en los Estados Unidos, dedicó sus habilidades y la mayor parte de su tiempo al Ballet en Europa. Su formación fue absolutamente tradicional: Royal Ballet School en Londres, Volkova y el propio Ballet de Stuttgart, donde empezó a crear sus primeros ballets. Una vez director del ballet de Frankfurt, en 1969, Neumaier propone en ballets de repertorio, una fresca y novedosa versión de obras como Romeo y Julieta, Pajaro de Fuego, El beso del Hada, etc. donde su dinámico dramatismo pronto lo coloca en la vanguardia de una transformación del Ballet hacia una más versátil y libre utilización de los recursos del cuerpo.
NEUMEIER TAMBIÉN FUE invitado a dirigir el Ballet de Hamburgo desde 1973, así como a grandes compañías como coreógrafo huésped y bailarín. Sus coreografías con la música de Gustav Malher fueron memorables: Un tranvía llamado deseo, Cenicienta, Peer Gynt, entre otras muchas, ya revelaron a un coreógrafo revolucionario y audaz. El Royal ballet, el Danish, el Swedish, el del Siglo XX, el de Canadá, la Opera de París y el Ballet Nacional de Canadá y el American Ballet Theatre entre otros requerían las obras y participación de Neumaier en plen triunfo.
EN LOS AÑOS 80, John Neumaier era una estrella rutilante. Maurice Bejart hizo un ballet para él, una nueva versión de Las sillas, de Ionesco, en danza, con Marcia Haydée, sin embargo, él va más allá y crea una escuela de danza que ofrece una formación completa en el campo del desarrollo corporal y cultural de donde salieron brillantes elementos.
NEUMAIER HA RECIBIDO los prestigiosos premios internaciones de la danza, como el Grand Prize de Alemanía, el Dance Magazine Award, el premio Diaghlew, posee la Orden de las Artes y las Letras del gobierno de Francia y el Internacional de las Artes de Tokyo, entre otros.
AHORA, CON EL Ballet del gran Teatro de Ginebra, promovido intensamente por la fundación Helvetica de Suiza y los convenios con países como México, su versión llamada un tanto selvática y primitiva, de grandes conjuntos y dinámica de la consagración, viva permanentemente en el repertorio del Ballet Europeo, seguramente nos ofrecerá, el jueves 22 de marzo, una obra como el buen vino, añeja y madura, capaz de resistir el tiempo y los cambios del mundo en ésta nueva época.