DOMINGO Ť 25 Ť FEBRERO Ť 2001

Angeles González Gamio

Cuauhtémoc

Precisamente mañana se cumplen 476 años de la muerte del valeroso y arrojado emperador Cuauhtémoc, último gobernante azteca, que defendió hasta el límite de sus fuerzas las ciudades de México-Tenochtitlan y México-Tlatelolco. Tras un sitio de 75 días que dejó a los pocos aztecas sobrevivientes con el corazón destrozado, hambrientos y extenuados, el joven monarca fue atrapado cuando intentaba poner a salvo a su familia. Después vino la historia que todos conocemos, en la que le quemaron los pies con aceite hirviendo, tortura que resistió con inigualable entereza, para finalmente ser asesinado durante la expedición a las Hibueras, que encabezaba Hernán Cortés.

En su recuerdo, Porfirio Díaz mandó erigir un monumento en el Paseo de la Reforma, por iniciativa de Vicente Riva Palacio, entonces ministro de Fomento, quien se lo encargó al ingeniero Francisco M. Jiménez. Este realizó el proyecto y al poco tiempo de iniciarlo falleció, continuando la obra el ingeniero y arquitecto Ramón Agea. De la parte escultórica y decorativa se hizo cargo el afamado Miguel Noreña. El conjunto consta de tres cuerpos, de planta cuadrada, en el último de los cuales aparece la estatua de Cuauhtémoc erguido, en actitud de combate, empuñando una lanza, ataviado con su traje de guerra y coronado con un penacho de plumas. Más abajo lo acompañan cuatro destacados jefes indígenas: Cuitláhuac, Coanacoch, Cacama y
Tetlepanquetzal.

Cuauhtémoc, "águila que desciende", quien había gobernado Tlatelolco antes de ser emperador de México, tras la conquista, para preservar los derechos de los tlatelolcas se dice que en 1523 mandó copiar un extenso y minucioso estudio de la cuenca, que ahora con el título de Ordenanzas del señor Cuauhtémoc, nos ofrece el Gobierno del Distrito Federal. La investigación la realizaron el profesor Rafael Tena y la maestra Perla Valle, dentro de la Dirección de Etnohistoria del INAH. La obra nos habla de la historia de la cuenca, desde sus formaciones geológicas, hasta las grandes obras de ingeniería hidráulica efectuadas por los distintos grupos que la habitaron: xochimilcas, texcocanos, tepanecas, coyoacanos, tlatelolcas y tenochcas, entre otros. Se muestra la formación de los lagos, sus dimensiones, la flora y la fauna, el hombre y sus migraciones y asentamientos. Muy interesante es la parte en donde se enseñan los espacios sagrados, a los que la fe indígena dio lugar específico en el agua, y las características de la población hasta el momento de la conquista.

El documento original, se afirma que se elaboró en Tlatelolco, en donde se piensa que pudo haber permanecido resguardado por la comunidad indígena, hasta el siglo XVIII, aunque no se descarta que sea de esa época. En 1704, se usó como testimonio de la parte indígena en un litigio por el Peñón de los Baños, traducido del náhuatl al español por el escribano Manuel Mauricio. Parece que después permaneció en los archivos del virreinato, antecedente del Archivo General de la Nación, en donde el historiador Antonio de León y Gama, a fines del siglo XVIII, copió la traducción del escribano, los glifos y personajes de algunas láminas y las glosas en náhuatl del mapa. A partir de ese momento no se supo bien su historia, hasta que apareció en la Biblioteca Latinoamericana de la Universidad de Tulane, en Estados Unidos. A partir de esa obra se realizó la investigación que hoy podemos disfrutar, magníficamente ilustrada y acompañada de bellas láminas coloridas.

Y para más información sobre Cuauhtémoc, la Academia de Aztecología de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, ofrece conferencias con especialistas, los próximos días 26, 27 y 28, a las 5 de la tarde, en su bella sede barroca de la calle Justo Sierra 19, frente al Colegio de San Ildefonso.

Puede adquirir sus Ordenanzas de Cuauhtémoc en las capillas que alojan la hermosa librería Pórtico de la Ciudad de México, situada en Eje Central 24, esquina con Venustiano Carranza, y para ho-
jearla de inmediato, en esta última calle, en el número 9, en uno de los edificios estilo francés más angostos (4 metros) y lindos de la capital, con todo y mansarda, se encuentra el restaurante El Malecón, con buena comida del mar y platillos españoles. El pampanito empapelado, šriquísimo!

 

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