DOMINGO 25 DE FEBRERO DE
2001
Comités, redes y solidaridad del otro lado del océano
Galería de los zapatistas europeos
Gracias a su capacidad de renovación del lenguaje y su credibilidad, el zapatismo ha encontrado en Europa una audiencia insospechada. La renovación de la izquierda en el viejo continente tiene en los rebeldes del sureste mexicano una de sus simientes básicas
Luis HERNANDEZ NAVARRO
Como sucedió con Macbeth, el soberano que llegó al trono gracias a un crimen, el fantasma de la traición de Ernesto Zedillo hacia los zapatistas lo persiguió en sus viajes a Europa. Lo mismo funcionarios que gente común le recordaron, ciudad tras ciudad, unos con buenas maneras y otros con fuertes protestas, el incumplimiento de los acuerdos de San Andrés, la matanza de Acteal y la militarización en Chiapas. No hubo rincón en el que pudiera sentirse seguro.
Cuando en octubre de 1998, en el marco de su gira para buscar la firma de un acuerdo comercial con Europa, visitó la pirámide del Museo del Louvre en París, acompañado de Jacques Chirac, se encontró frente a una enorme manta que decía "šViva Zapata!". Decenas de manifestantes lo recibieron, además, con carteles de "Zedillo asesino".
La policía francesa tuvo muchos problemas para contener las protestas. Tres grupos de simpatizantes zapatistas aprovecharon la falta de coordinación de las policías para tratar de encontrarse con el mandatario mexicano. Uno de los activistas llegó a siete metros de él. Se necesitaron tres guardias para derribarlo mientras le gritaba "asesino".
En otro viaje y otra ciudad, en Barcelona, el presidente Zedillo tuvo que alterar el programa oficial, también por las protestas de los colectivos solidarios con Chiapas. El motivo oficial de la visita del jefe del Ejecutivo a Cataluña era ratificar un hermanamiento de la Plaza Real de Barcelona con la Plaza Garibaldi.
Los integrantes del comité de apoyo con la lucha zapatista se enteraron del acto por un periódico. En unas cuantas horas movilizaron a centenares de simpatizantes. Ernesto Zedillo comió primero en el ayuntamiento de Barcelona, al lado de representantes de todas las fuerzas políticas de la entidad y artistas famosos como Joan Manuel Serrat. Al concluir el almuerzo planeaba caminar hasta la Plaza Real. No pudo hacerlo; el paso estaba ocupado. Los activistas definieron una consigna para la ocasión: "Ustedes hermanan piedras y monumentos, nosotros personas y dignidad". La policía cerró la plaza. Como invitado indeseable, Zedillo tuvo que salir por la puerta de atrás. El portavoz del gobierno mexicano trató de disminuir el suceso. Publicó una aclaración diciendo que el programa no había sufrido modificaciones. Para su infortunio, el diario El Mundo publicó una nota informando que el presidente había cambiado su itinerario por protestas de simpatizantes zapatistas.
Pero no sólo el jefe del Ejecutivo padeció la molesta guerra de la pulga de los colectivos de solidaridad. Durante siete años, las embajadas y consulados de México en Europa han sido pintarrajeados, bombardeados con cartas, protestas y peticiones y cercados por piquetes de manifestantes prozapatistas. Para el cuerpo diplomático mexicano el asunto de Chiapas ha sido una molesta piedra en el zapato.
*Solidaridad
Existen hoy en Europa 79 comités permanentes de solidaridad con la lucha zapatista. Actúan en España, Francia, Italia, Suiza, Bélgica, Alemania, Irlanda y, en menor medida, Inglaterra. En este número no está incluida la red nórdica, a la que pertenecen los grupos de Dinamarca, Suecia, Noruega y Finlandia. Tampoco los colectivos que se manejan aparte, como los de Salónica, Atenas y Chequia, además de ONG, partidos políticos y fuerzas sociales que realizan tareas de solidaridad con Chiapas, pero no tienen en esta actividad su tarea principal. Asimismo, no están contabilizados los grupos promovidos por religiosos católicos y que son parte de un movimiento por la paz relativamente distanciado de los rebeldes.
Una parte importante de los comités de solidaridad realizan reuniones europeas de coordinación cada año. En ellas intercambian información y acuerdan iniciativas de acción conjuntas. A diferencia de otras experiencias de solidaridad internacional, el EZLN no ha trazado ninguna orientación específica que guíe su quehacer ni ha enviado representaciones permanentes al exterior. Su funcionamiento es autónomo y descentralizado. Mantienen entre sí contacto permanente. Traducen, distribuyen y organizan diariamente la información sobre Chiapas y los comunicados rebeldes. Muchos de ellos están directamente involucrados en el apoyo a proyectos sanitarios, educativos y económicos de los municipios autónomos. Coinciden, además, en luchas a favor de los inmigrantes, contra la discriminación racial y en la resistencia a la globalización. Participaron juntos, sin proponérselo, en las recientes jornadas de protesta en Praga y Niza.
Su fuerza es desigual. Los comités en Bélgica y Suiza pueden tener menos gente pero poseen mucha fuerza: van a tocar a las puertas de los políticos en Bruselas y Ginebra e influyen en ellos. Los de Italia tienen una gran capacidad de movilización. Prácticamente autofinancian sus actividades y viajes. Los costos de las dos comisiones de observación de derechos humanos que han promovido, y en las que han involucrado a iglesias, ONG y parlamentos, han sido sufragados por sus participantes.
Sus integrantes están muy lejos de ser celebridades de la vida política o intelectual pero la resonancia de sus acciones es significativa. Muchos de ellos son lectores fieles de los libros de Paco Ignacio Taibo II; el disco Clandestino de Manu Chao se convirtió por varios meses una especie de himno guerrero.
De acuerdo con Ignacio García, una figura clave de la solidaridad europea con el zapatismo proveniente del movimiento libertario, esos colectivos son "una red. Hasta ahora había plataformas, o sea, sumas de siglas y organizaciones. Nosotros le decíamos la sopa de letras. La gente que estaba suelta no tenía espacio. En cambio, las redes son espacios que están ahí, abiertos, con altibajos, que funcionan sin saber cómo. Las iniciativas se dejan abiertas. No paramos de dar charlas. Experimentamos. Es un espacio vivo, no burocrático".
Según Tony Soldevilla, un activo pequeño empresario de la industria informática de unos 50 años de edad, animador del grupo šYa Basta! en Francia, que ha sido arrestado por sus acciones de resistencia civil pacífica a favor de la causa zapatista, el movimiento está formado por gente que proviene de distintas tradiciones organizativas y actitudes. "En parte, está integrado por gente que venía de la antigua izquierda, los antiguos del 68. Otros han venido por una moda. Se dijo: en los setenta había que estar en Woodstock y en el 96 había que estar en La Realidad. Algunos más, como la 'izquierda caviar' -la bien vestida y bien puesta- buscó al zapatismo porque 'vestía mucho'. En las cenas quedaba bien decir 'conozco a un zapatista'; era como decir 'conozco a un extraterrestre'".
"Dos vertientes más lo componen. Ellos son la mayoría de los que siguen participando: de un lado, utopistas y gente que quería dar algo nuevo; del otro, gente que comenzó a participar en política por el zapatismo. Eran de izquierda, no sabían adónde ir, no quería entrar a un partido normal, no querían tener el carnet ni recibir órdenes; querían hacer política de otra manera. Hay, además, intelectuales que promovieron el movimiento. Aunque la propaganda por Internet permitía informar rápido, ellos trajeron muchas personas y le dieron prestigio al movimiento en otros círculos. Finalmente está la gente de movimientos de solidaridad de otras luchas. Quisieron agarrarse de una guerrilla latinoamericana que no fuera usual, que no fueran los marxistas-leninistas clásicos. Dijeron, quizás haya aquí algo nuevo".
*La pipa
A finales de 1996 el subcomandante Marcos recibió un extraño obsequio de Dinamarca: una pipa usada. El presente pertenecía al ministro de Relaciones Exteriores danés. No fue él quién lo envió, sino un grupo de manifestantes que entró al Parlamento para protestar en contra de algunas políticas gubernamentales de su país, y que nada tenían que ver con México. Allí estaba la pipa del ministro y la tomaron. No encontraron mejor destino para su trofeo que enviarlo al jefe militar del EZLN.
Casi tres años después, en abril de 1999, Jens Galschiot, un artista danés de 47 años de edad, colocó en la ciudad de México primero, y después en Acteal, su happening recordatorio Columna de la Infamia, una escultura de ocho metros de alto y tres toneladas de peso en la que se sobreponen más de 50 cuerpos humanos retorcidos en agonía. Con ella, el autor buscó denunciar las acciones del Estado mexicano en contra de la población indígena, y rendir un homenaje a las víctimas.
Galschiot trabaja en una nave industrial que ocupa unos 2 mil metros cuadrados en la ciudad de Orense. Grúas, fresadoras, tornos, hornos y piletas son sus instrumentos de trabajo. Con él colaboran regularmente un grupo de 15 voluntarios. Jens considera que las manifestaciones artísticas son como gigantescas piezas de teatro; sus esculturas aparecen sorpresivamente en la calle y da principio la representación.
La Columna de la Infamia, una especie de "Premio Nobel de los horrores", es la segunda de una serie de más de 10 columnas iguales, que el escultor piensa erigir en diferentes lugares del mundo donde se haya cometido un atentado grave en contra de la humanidad. La primera de ella fue colocada en Hong Kong; la tercera y la cuarta, en Brasil y Berlín.
Las autoridades mexicanas no toleraron el desafío. Jens Galschiot fue expulsado del país. El escándalo traspasó las fronteras.
En el corazón de la solidaridad danesa hacia Chiapas se encuentra Doris Palvio, una cirujana de unos 55 años de edad, que fuma un cigarro tras otro, y auspicia una organización llamada Tinku. La palabra es de origen aymara y quechua y significa encuentro. Su objetivo es contribuir al encuentro e intercambio entre los pueblos originarios de América Latina, y entre ellos y los países nórdicos, para fortalecer un modelo de sociedad multicultural.
Tinku ha llevado a Dinamarca a niños de la calle de Oaxaca, músicos mexicanos, sobrevivientes de la matanza de Acteal, artistas e intelectuales para que difundan la realidad nacional. A su vez, se ha solidarizado con la lucha de las comunidades en rebeldía del sureste mexicano. Su trabajo es impresionante. Probablemente por ello, Gustavo Chávez, un joven muralista mexicano con una obra reconocida en los países nórdicos, dijo en septiembre del año pasado a Héctor Vasconcelos, embajador mexicano en Dinamarca, que Doris Palvio ha hecho más por divulgar la cultura de nuestro país en aquellas tierras que los integrantes del cuerpo diplomático.
Un poco más al norte, en Suecia, centenares de jóvenes están interesados en la cuestión chiapaneca. Decenas de ellos combinan sus estudios con viajes a las comunidades indígenas de Chiapas. Como Anna Forsmark, una joven de 24 años que trabaja en una pequeña ONG ambientalista de su país y vive en una comuna, y que comenzó a interesarse por el zapatismo porque coincidía con él en su lucha en contra de la globalización. Anna ha visitado dos veces Chiapas y vivió varios días en campamentos de paz. No está aquí por culpa, sino por identidad con una causa; no gasta sus ahorros en una larga jornada lejos de su casa por aburrimiento, sino por interés. Son jóvenes que, como señaló con un dejo de malestar y desprecio Julio César Martínez, un mexicano de Tijuana que estudia en Suecia y que estuvo presente en una enorme reunión de solidaridad con la lucha de Chiapas realizada el 16 de septiembre en la Casa de la Cultura de Estocolmo: "Estos que están aquí son unos radicales... Lo único que tienen en común con los zapatistas es su ideología".
*Esos italianos
A finales de noviembre de 2000 una caravana de cooperantes italianos entregó en la comunidad de La Realidad una turbina para generar energía eléctrica. Durante meses, grupos de voluntarios trabajaron en la obra negra para su instalación.
La donación de la turbina fue una iniciativa en la que se involucraron el grupo Ya Basta, los Centros Sociales, organizaciones independientes y más de 40 alcaldías, que pusieron el dinero para financiar el proyecto. La iniciativa involucró a la gente, a los asesores y a los alcaldes, y acercó a las comunidades indígenas en resistencia con los municipios de diversas regiones de Italia.
Sergio Zulian fue uno de los promotores del proyecto. El es un treintañero italiano especialista en literatura española. Libros de César Vallejo, Miguel Hernández, Eduardo Galeano y el subcomandante Marcos ocupan buena parte de su librero. Regularmente traduce al italiano la información sobre Chiapas que baja de La Jornada y un buen número de artículos de opinión. Sus compañeros se encargan de ponerlos en la red o de fotocopiarlos.
En Venecia es conocido y querido. Cuando camina por las calles de su barrio que los turistas desconocen saluda a todo mundo. "Ciao, Sergio", le dicen de bares y cafés. Ha sido funcionario del ayuntamiento. Es uno de los principales promotores de los Centros Sociales, espacios de convivencia y acción política en que participan jóvenes y viejos militantes de la izquierda extraparlamentaria. Participa activamente en el grupo Ya Basta!, organización que aglutina a una parte muy relevante del movimiento de solidaridad con Chiapas en Italia.
Conoce México mejor que muchos mexicanos. Viajó a Chiapas con frecuencia desde 1994 hasta que fue expulsado del país en 1998 por ir, junto a decenas de compatriotas suyos, a Taniperla. Desde entonces, con gran pesar, no ha podido regresar.
Según Sergio, el zapatismo "ha significado mucho para la izquierda italiana. Lo primero que nos dimos cuenta es de que no era una guerrilla tradicional. Descubrimos que el lenguaje de esa insurgencia era totalmente distinto. Aquí en Italia, en Europa, todavía en 1994, a pesar de la caída del Muro de Berlín, era muy fuerte la herencia del lenguaje, del imaginario, de las grandes ideologías del siglo XX. Hablar de dignidad, de humanidad, de democracia, de justicia, era algo que muchos movimientos consideraban palabras burguesas, o al menos extrañas".
"Hubo reacciones de solidaridad con esas poblaciones; pero lo más impactante es que se desató una discusión muy fuerte sobre las palabras, sobre las comunicaciones. Los zapatistas no pedían una solidaridad internacionalista a nivel clásico. Nos propusieron plantearnos los grandes problemas de final de siglo, de milenio, y hacer un balance de la izquierda, una reflexión del significado de las grandes ideologías.
"Muchísimos jóvenes se apoderaron de los zapatistas, de Marcos, como símbolo. Era algo que no implicaba una adhesión a una línea ya constituida. Creo que era algo subversivo, pero que no construía una nueva 'ideología', como podía ser las iglesias. Nos-otros siempre dijimos que no era la última de las guerrillas del siglo XX sino la primera del siglo XXI. El movimiento zapatista fue el primero, y el segundo, el de Seattle.
"El zapatismo mostró que era posible cambiar el mundo sin vivir con el peso de esas grandes ideologías. Dio la posibilidad a mucha gente como nosotros de no tener miedo a cambiar. Mostró la importancia de tener una comunicación abierta y una identidad fuerte".
*Ciudadanos de Babel
Las sociedades europeas viven un profundo y complejo proceso de definiciones alrededor del multiculturalismo y la globalización. Nacionalistas y europeizantes discuten en torno al perfil del continente y la redefinición de las fronteras nacionales. Un agrio debate está en marcha entre quienes dan la bienvenida a migrantes provenientes de naciones con tradiciones culturales distintas (el Islam o los países africanos) y aquellos que consideran que estos flujos nacionales son un peligro para su identidad, las redes de bienestar social, la democracia y el empleo.
La pretensión de diversos pueblos originarios de constituir sus propios Estados constituye una fuente de conflicto permanente y en ocasiones es enfrentada con propuestas de autonomía o de secesión pacífica. Dinamarca tiene con Groenlandia un acuerdo de autonomía que escandalizaría a los liberales decimonónicos, mientras que checos y eslovacos acordaron una separación y la formación pacífica de dos Estados nacionales distintos.
La Europa de Maastricht es también la Europa del desempleo y de la rápida erosión de las redes de bienestar social, la de la expansión de los alimentos genéticamente modificados, la de las vacas locas. En el nuevo modelo de desarrollo no hay empleo para todos, mucho menos para los jóvenes.
Una parte de la juventud europea y un buen número de sus intelectuales ven en el lenguaje y las propuestas zapatistas sobre la diversidad, la autonomía, el poder y la resistencia al neoliberalismo, elementos originales y valiosos en la elaboración de propuestas para enfrentar los retos de sus sociedades. En esos pueblos existe además una larga tradición de solidaridad con las luchas del Tercer Mundo.
Cientos de esos jóvenes han visitado México y han pasado meses en campamentos de paz. La experiencia los ha marcado profundamente. Su información sobre el país es amplia, profunda y actual. Al regreso a sus países han organizado talleres y encuentros para contar lo que vieron y aprendieron.
Como lo dice Tony Soldevilla: "El zapatismo ha sido una esperanza. Para nosotros es un movimiento, para mucha gente es Marcos. Salió cuando salió Internet. Ser zapatista era ser moderno; si eras zapatista, con Internet eras dos veces más moderno. Pero era, también, una forma de hacer política nueva. La gente dejaba de ser de izquierda, porque le parecía lo mismo. Está en contra del "uno para todos y todos podridos". Iban a votar de izquierda para enfrentar a la derecha, pero ya en el gobierno descubrían que hacían la misma política. El zapatismo fue una nueva forma de expresión, de darle la palabra a la gente. Muchos son jóvenes con una nueva forma de expresarse. Se han sumado a esto con gracia".
*La medida del miedo
En agosto de 1994 se estableció en Cataluña un consulado del gobierno en rebeldía de Amado Avendaño. Un año después, el colectivo de solidaridad dio una charla en Galicia y se refirió a él. La prensa local lo reportó. Indignado, el entonces embajador escribió una carta al periódico que había dado la información diciendo que cómo se les ocurría arrogarse una representación que no tenían. El periodista que escribió la nota se reía y se reía.
El 16 de septiembre de 1996 los zapatistas catalanes dieron el Grito de Independencia en Barcelona. El consulado suspendió la ceremonia oficial.
Cuando el ayuntamiento de Corbera de Llobregat se hermanó con la comunidad de Amador Hernández, los diplomáticos mexicanos le escribieron una carta diciendo que ese municipio autónomo no tiene personalidad jurídica.
Detrás de todas estas acciones está el tamaño de la preocupación de los funcionarios consulares mexicanos; su indefensión ante un colectivo lleno de vitalidad e imaginación. Según Ignacio García ello proviene de que en Cataluña hay una historia especial que se relaciona tanto con la crisis de la izquierda como con una sociedad civil muy presente. Integrada por gente que está a la defensiva de los partidos políticos y que quiere un espacio propio e independiente. Gente joven, que ha encontrado en el zapatismo su primera experiencia política, que no viene maleada. Gente muy generosa.
Aunque no es precisamente un joven, Sigfrido Miralles podría muy bien serlo. Trabajador jubilado anticipadamente de la empresa telefónica, ha hecho de la lucha zapatista el centro de sus actividades. Diariamente lee seis diarios mexicanos por Internet, graba las noticias más significativas, las ordena y las pone en la red. Cada 15 días elabora un resumen de lo más relevante. Su conocimiento sobre la realidad política mexicana daría envidia a más de un politólogo.
Durante muchos años sindicalista de la CNT y después decepcionado de la intervención política, Sigfrido afirma que quienes forman parte del colectivo tienen distintas motivaciones. "Al principio -dice- puede haber un tipo de gente que apoya cualquier lucha contra el sistema y por eso apoya la lucha de Chiapas. Luego, hay otro grupo, que en momentos de desencanto y desconcierto de la izquierda ha visto que se abría un nuevo espacio, y que revitalizaba esas ansias de libertad y lucha". Y añade: "Yo sería uno de esos desencantados. Vi abrirse nuevas posibilidades".
Las actividades del comité son múltiples: divulga la situación de Chiapas a todos los niveles. Elabora un resumen quincenal y una página web sobre el conflicto. Da charlas y conferencias; más de 100 al año en toda Cataluña. Organiza exposiciones. Realiza acciones de protesta que llamen la atención. Prepara a la gente que va a las comunidades. Tan sólo el año pasado fueron desde Barcelona 150 personas a los campamentos civiles. Elabora todo tipo de materiales. Y tiene uno de los archivos sobre el EZLN más impresionantemente completo y actualizado que existe.
Según Ignacio García "el zapatismo ha creado un nuevo lenguaje que sabe decir que este mundo es una mierda, es intolerable. Pero sabe decirlo con humor, alegría, crudeza, sin autoritarismo. Es un lenguaje universal que ha cambiado las palabras que usábamos. Es vivo. No es discurso. Es un lenguaje que obedece a una realidad, a un deseo de que no quede en palabras".
Por esa capacidad de renovación del lenguaje, por esa credibilidad, el zapatismo ha encontrado en Europa una audiencia insospechada. La renovación de la izquierda en el viejo continente tiene en los rebeldes del sureste mexicano una de sus simientes básicas.
La izquierda europea vinculada al zapatismo es, por lo demás, incansable. En 1998, decenas de italianos fueron expulsados de México, algunos de ellos de por vida. Hoy están de regreso.
"Sandra Fuentes Beráin (embajadora en Francia con Zedillo) nos dijo: 'Los voy a acabar'. Es curioso; el gobierno al que ella representaba ya se fue, y nosotros aquí seguimos", afirma, ufano, Tony Soldevilla.