lunes Ť 26 Ť febrero Ť 2001

Samuel Schmidt

Frontera y decisiones a rajatabla

Las decisiones económicas de Vicente Fox van a generar un serio impacto negativo en la frontera norte. Se aprobó aumentar la franquicia para la mercancía que la gente puede introducir al país. Esta subió de 50 a 150 dólares por viaje hasta un máximo de 400 dólares por vehículo en cada viaje. Hubo innumerables presiones de Estados Unidos: desde comerciantes hasta candidatos presidenciales.

La medida beneficia al país vecino y creará serias presiones económicas sobre los negocios mexicanos que, tal y como están las cosas ahora, tienen una seria desventaja competitiva.

Para reforzar la debilidad mexicana, se anuncia que se generalizará el IVA a 15 por ciento, lo cual implica para la frontera 50 por ciento de aumento, y si adicionalmente se impone a medicinas y alimentos generará un incremento de 15 por ciento en los precios, y esto creará a su vez una fuerte presión inflacionaria para el resto del año. Estos productos están exentos en gran medida en Estados Unidos, por lo que de aprobarse tendrá una fuerte repercusión negativa porque convendrá cruzar de compras. Añádase que la gente sigue creyendo que la calidad es mayor en el norte.

Tomemos como ejemplo la gasolina. El gobierno se ha negado a manejar un precio fronterizo en las gasolinas llevando la mexicana, que se importa de Estados Unidos, a ser por lo menos 30 por ciento superior en México. Es rentable esperar hasta una hora en la línea a cambio del ahorro en un tanque de gasolina. Se calcula que la fuga de capital por esta actividad asciende a 200 millones de dólares anuales. Cuando alguien llena el tanque, de paso compra pan, leche y alguno que otro producto. Agréguese que este diferencial de precio ha estimulado la venta clandestina de gasolina estadunidense en ciudades como Ciudad Juárez.

El dólar se ha mantenido artificialmente bajo, lo que en la frontera tiene un impacto directo en la economía cotidiana. Cuando la gasolina era más barata en México teníamos el efecto contrario, pero Pemex consideró que subsidiaba a Estados Unidos.

Hoy todavía es más barato comprar alimentos en México, aunque en ocasiones la calidad es mayor del otro lado de la frontera. Pero con 15 por ciento de impuesto, un aumento en la franquicia y un dólar subvaluado, resultará más conveniente comprar en el norte.

Por otro lado, el impuesto en las medicinas podrá desanimar a las personas que vienen al país a comprar sus medicamentos porque son más baratos, con lo cual se le dará un fuerte golpe a la actividad farmacéutica, que crea una cantidad de empleos muy importante en la frontera.

Al parecer se está en vías de resolver la barbaridad del horario de verano para ciertas ciudades fronterizas. De no ser así, en este razonamiento salomónico ininteligible, muchas ciudades fronterizas corren el riesgo de tener una hora de diferencia con una ciudad del otro lado de la línea durante dos meses, esto le dará una ventaja al norte porque amplía las horas en que los mexicanos podrán comprar allí.

Es cierto que los fronterizos se benefician del diferencial económico y que en ocasiones exacerban los problemas nacionales. Por ejemplo, importamos vehículos chatarra que tienen un serio impacto en el medio ambiente, pero ésta es la reacción frente a un mercado automotriz voraz e impuestos desmedidos, que han inflado los precios hasta excluir a buena parte del mercado nacional. Lo mismo sucede con los comerciantes, cuya ambición ha creado precios muy elevados hasta sacarlos de la competencia.

No se puede criticar a una persona por aprovechar las oportunidades que se le presentan y mucho menos cuando esto le representa un mejoramiento de su calidad de vida. Los fronterizos reclaman que ahora se les vaya a penalizar por utilizar las ventajas de la ubicación geográfica.

El gobierno de Fox sigue gobernando igual que sus antecesores: con un criterio recaudador, que solamente ve lo conveniente para el gobierno y no para la sociedad, y no termina de entender que las decisiones no se pueden aplicar a rajatabla.

Hay diferencias importantes en el país y lo que funciona para una región puede no funcionar para otra, y no estoy diciendo ni por asomo que el aumento del IVA le sirva a nadie. Pero al parecer este gobierno sigue proclive a ceder ante las presiones de los poderosos y a hacer las concesiones al exterior, en lugar de ponerse a reflexionar sobre qué es lo que más le beneficia al país.

Yo no creo que haya que ayudar a los comerciantes voraces del país y mucho menos auxiliar a los empresarios incompetentes, pero tampoco veo por qué hay que facilitarle la voracidad a los comerciantes de otro país.

En la balanza se encuentra la necesidad de auxiliar a los afortunados que todavía tienen empleo, aunque sea mal pagado, y poner en la mira aquello que en el futuro le redituará mejor al país y esto no es nacionalismo ramplón.

Ya sé que para los neoliberales la cuestión reside en aprovechar las oportunidades, pero no entendía yo que esto implicaba sacrificar a aquéllos que ya las tienen. Pero con estos expertos uno nunca termina de sorprenderse.

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