Candados a microcréditos para no alentar el comercio informal y el no pago, pide Canaco
Ť El plan oficial es una mala copia del aplicado en Bangladesh, afirma Adán Rivera
DAVID ZUÑIGA
Empresarios, académicos y dirigentes del sector privado están preocupados por la posibilidad de que el programa de microcréditos recién anunciado por la Secretaría de Economía se convierta en un subsidio ineficiente, que derive en pérdidas para el erario y haga crecer el comercio informal.
Algunos coinciden en que el presupuesto para este proyecto es insuficiente. Según cifras de la Encuesta Nacional de Micronegocios del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) estas microempresas aumentaron de 3.5 millones en 1996 a 4.2 millones en 1998.
El presidente de la Cámara Nacional de Comercio de la Ciudad de México (Canaco) Roberto Zapata Gil, señaló que si bien este programa puede ser una alternativa al agiotismo, se requieren candados para no alentar el comercio informal y la cultura del no pago. Asimismo, se debe diseñar un sistema para identificar a la persona que recibirá el dinero y el negocio que pretende establecer. Las cámaras, ofreció, pueden ayudar a certificar la viabilidad del proyecto y la formalidad del solicitante.
El presidente del Consejo Coordinador Empresarial (CCE), Claudio X. González, destacó que si bien se observa voluntad para impulsar una política de fomento, se requiere vigilancia para impedir ''que nomás se tire el dinero''. Al respecto, González Laporte sugirió fortalecer la red de Centro Regionales para la Competitividad Empresarial (Crece) y al Comité Nacional de Productividad e Innovación Tecnológica (Compite), fideicomisos integrados con recursos públicos y manejados por organismos privados.
En diciembre pasado, funcionarios de la Red Crece y del Compite señalaban que el crédito no es el principal problema de las microempresas mexicanas, pues la mayoría lo consiguen de ahorros personales, préstamos con familiares o amigos, la liquidación de un empleo anterior, de una caja de ahorro u otras fuentes; sin embargo, 70 por ciento fracasan antes de dos años por falta de habilidad empresarial y capacitación.
Funcionarios del Crece dieron a conocer que de 1996 a finales del año pasado ese organismo había atendido apenas a 12 mil empresas, mientras el Compite planea atender a 17 mil este año. Asimismo, estimaron que, al ritmo actual, el Crece tardaría hasta 20 años en ampliar su cobertura de servicios a un millón de empresarios.
La restricción, incongruente: académicos
Los investigadores Enrique Dussel Peters, de la Unidad de Posgrado de la UNAM, y Celso Garrido Noguera, de la UAM Azcapotzalco, destacan que se requiere un esquema integral de apoyo que no dependa exclusivamente del financiamiento y que esté protegido contra una quiebra para no repetir la historia de las cajas de ahorro popular. Para Dussel, se trata de un programa ''simbólico'', pues ''le tocan menos de diez pesos a cada empresa''.
Garrido Noguera considera que esta iniciativa debe ir acompañada de medidas fiscales, ya que resulta incongruente que mientras la Secretaría de Economía busca incentivar la creación de negocios y empleos, por otro lado Hacienda y el Banco de México apliquen medidas restrictivas que deprimen más el mercado interno.
Para el presidente de la Asociación Nacional de Industriales de la Transformación (ANIT), Ismael Martínez Villa, el programa es una medida ''populista'' que no resuelve las necesidades de los empresarios porque impone una tasa de interés superior a la que cobran las tarjetas de crédito bancarias.
Por su parte, el presidente de la Asociación Latinoamericana de Micro, Pequeñas y Medianas Empresas (Alampyme), Adán Rivera, afirmó que el programa de microcréditos es una mala copia del aplicado en Bangladesh y tiene un alto margen de riesgo debido a la inexistencia de una cultura de crédito en México. Además, señaló, en un mercado interno deprimido el poder adquisitivo de la población no permite hacer ventas que dejen márgenes de utilidad suficientemente elevados para pagar intereses de 72 por ciento anual. El verdadero objetivo, dijo, es usar los préstamos como gancho para ampliar la base de contribuyentes.
El ex presidente de la ANIT recordó que en 1988-89 esa organización intentó poner en marcha un programa de créditos a la palabra en Valle de Chalco, estado de México. ''Los microempresarios pidieron capital de trabajo y se les otorgó porque se les conocía, pero fracasamos. Perdimos los amigos y perdimos el capital''.
-¿Qué falló?
-La excesiva confianza, malas condiciones y la falta de
garantías. Ese año hubo problemas, las ventas bajaron, los
empresarios no vendieron y no pagaron. El préstamo terminó
por ser donativo. Nos faltó un especialista que calculara el monto
y las condiciones adecuadas del crédito, la capacidad de los deudores.
Las papelerías son una de las opciones favoritas para los que desean tener su propio negocio. En México hay 35 mil establecimientos de este tipo que generan 4 mil 840 millones de pesos anuales. Para Juan Carlos Erdozáin, presidente de la Asociación Nacional de Fabricantes de Artículos Escolares y de Oficina (Anafeo), el programa de microcréditos anunciado por el gobierno federal es insuficiente para crear nuevos establecimientos o sacar adelante a los existentes. Según el dirigente, cerca de 40 por ciento de las papelerías establecidas en México son changarros cuyas ventas promedio anuales ascienden a 157 mil 245 pesos. En 1999, las ventas de artículos escolares y de oficina sumaron 12 mil 425.7 millones de pesos. Este negocio ha crecido a una tasa anual promedio de 9.7 por ciento en los últimos tres años y se prevé que descienda a 6 por ciento. Según Erdozáin, las papelerías pequeñas pueden defenderse de la competencia de las grandes tiendas si ofrecen una gran variedad de categorías de productos y sólo una o dos de las mejores marcas de cada categoría.