Lunes en la Ciencia, 26 de febrero del 2001
Surgió hace 10 mil años y aún en México no podemos hablar de un desarrollo importante Agricultura, el eterno rezago Carlos H. Avila Bello La agricultura es un proceso cultural que tuvo su origen hace aproximadamente 10 mil años en diferentes áreas del planeta, paradójicamente, en la actualidad casi todas ellas forman parte de los países subdesarrollados. Estos lugares fueron llamados centros de origen por el genetista ruso Vavilov, y están ubicados en: China, India, Asia central, el cercano oriente, el Mediterráneo, Etiopía, Mesoamérica y Sudamérica. En el número de Lunes en la Ciencia publicado el 22 de enero Gustavo Viniegra G. trató algunos asuntos que considero importantes para el progreso de México, por ejemplo, el fuerte apoyo que necesitan los científicos mexicanos para poder impulsar el desarrollo tecnológico de la industria mexicana y no concentrarse en la simple compra de tecnología extranjera, lo cual nos hace más dependientes del exterior. Sin embargo, me parece que el desarrollo industrial de un país no se puede dar sin antes lograr su desarrollo agrícola. La agricultura ha sido la base para el desarrollo de las civilizaciones antiguas y modernas (léanse para tal caso los magníficos trabajos de Gordon Childe Los orígenes de la civilización y de Darcy Ribeiro El proceso civilizatorio). Asegurar la alimentación y la conservación integral de los recursos naturales de un país debe ser el primer objetivo sensato para lograr el desarrollo sano e independiente de la nación. En los Estados desarrollados parecen tener siempre presentes estas ideas desde hace muchos años, no en balde han mantenido los subsidios a sus agricultores y han conservado el apoyo para la formación de recursos humanos y proyectos de investigación en estas áreas del conocimiento. No debemos olvidar que, como decía el maestro Efraím Hernández Xolocotzi, todos somos animales angiospérmicos, es decir, nuestra supervivencia depende casi en su totalidad de las plantas con flores Ƒo quién no necesita para sus actividades diarias una tortilla, frijol, chile, jitomate, pan o el aceite para cocinarlos, los muebles de madera para guardarlos? Todo eso proviene de las plantas, sean estas angiospermas o gimnospermas o algunas inferiores. Hace algunos años el mismo Efraím Hernández X., planteó interesantes observaciones relacionadas con la agricultura y el desarrollo, me parece que muchas de ellas no han perdido vigencia, de acuerdo con él, podemos pensar que un país es desarrollado si logra: 1) autosuficiencia alimentaria real; 2) excedentes para ofrecer al mercado; 3) independencia y opción para desenvolvimiento intelectual individual; 4) mínimas restricciones para cubrir las necesidades básicas de supervivencia; 5) opción y capacidad de autogestión; 6) participación favorable en los medios de producción; 7) entrada adecuada a los sistemas de mercadeo y 8) libre acceso a la educación. Además, agregaba que, aplicado a la agricultura, el desarrollo debe incluir: 1) mayor producción y productividad; 2) mayor conciencia de los principios básicos de manejo de los recursos naturales, de conservación de la valiosa diversidad biológica del país, de efectos erosivos y de procesos degradantes; 3) dinámica organizativa y 4) apoyo institucional para obtener insumos. Todo lo anterior sólo puede obtenerse con base en el método científico, que entiende el mundo basado en leyes, mismas que pueden ser explicadas por el ser humano. Se debe contar también con un sistema educativo universal, esto es, para toda la población y universitario en su amplitud, objetivos y funcionamiento, es decir, que nos posibilite entender el entorno como un conjunto de áreas del conocimiento, que forman parte de la cultura de una sociedad concreta en un momento histórico y que se unen para darle coherencia y sentido, sin olvidar que el ser humano es la parte fundamental de todo este proceso. Es importante también contar con un sistema político y una sociedad democráticos, incluyentes, receptivos y abiertos a entender, aceptar y trabajar, en un proceso de mutua responsabilidad y sin paternalismos, con culturas diferentes a la nuestra, como las indígenas. Valga mencionar finalmente que el pasado 21 de febrero se cumplió una década de la desaparición física del maestro Efraím Hernández Xolocotzi, y creo que poco caso se ha hecho a los juicios planteados por una de las mentes más brillantes que ha dado México en las áreas de agricultura y manejo de recursos naturales. No es tarde para revisar estos puntos de vista e incluirlos en la agenda para el desarrollo de la agricultura. El autor es estudiante doctoral del programa de agroecología en el Colegio de Posgraduados |