La basura: ¿bomba de tiempo o recurso aprovechable? Alfonso Chávez Presidente de la Asociación Mexicana para el Control de los Residuos Sólidos y Peligrosos (Amcrespac) Correo electrónico: [email protected]En colaboración con Rosalba Cruz y Arturo Dávila (Amcrespac) En el mundo natural se recicla todo, los organismos vivos mueren y se transforman mediante un aprovechamiento muy eficiente de la energía en algo vivo otra vez. En cambio, la actividad humana, concentrada cada vez más en las ciudades, toma lo que necesita sin reparar en las consecuencias y se deshace de lo que no le sirve sin reparar en los efectos. En este "metabolismo" no hay un equilibrio entre lo que entra y lo que sale. Tanto en las actividades domésticas como en los procesos industriales se utilizan bienes y materias primas para el consumo y la producción de otros bienes, dando lugar a residuos que la naturaleza no puede reabsorber y que constituyen una amenaza de destrucción para el ambiente. Los residuos, convertidos de manera indiscriminada en basura, están presentes en calles, tiraderos, cauces de ríos y demás corrientes de agua de manera casi permanente. Ya forman parte de nuestro paisaje, de nuestro ecosistema. Debido a su incorrecto manejo, afectan más que la imagen ante nuestros ojos, al suelo, al aire y a los mantos acuíferos y, por lo tanto, a la salud. Las autoridades responsables del servicio se ven rebasadas ante una generación de residuos creciente provocada por el incremento de la actividad industrial y de la población, así como por el cambio en los hábitos del consumo que se traduce en la falta de cobertura de los servicios de recolección y en un importante rezago en la instalación de sitios ambientalmente seguros para la disposición final. Así como todos contribuimos a la generación de residuos, su mal manejo nos afecta por igual pues incide en nuestro patrimonio común. Por ello, todos, tanto autoridades como particulares, debemos asumir la responsabilidad para evitar este deterioro ambiental y que la huella del daño ecológico afecte más áreas y a las siguientes generaciones. Coadyuvemos con ello al desarrollo sustentable, entendido éste como la distribución equitativa de los beneficios del progreso económico y la protección del medio en beneficio de las actuales y futuras generaciones, y el mejoramiento genuino de la calidad de vida. En efecto, los servicios relacionados con el manejo y control de los residuos, cuando pretenden ser generales para toda la población, constituyen una posibilidad real de distribución equitativa de los beneficios del progreso. En ello están involucrados, como en todo problema complejo, diferentes subsistemas interconectados en torno a una población cada vez más demandante y participativa. La atención al problema de los residuos sólo puede entenderse a través de un sistema integral, con un criterio de sustentabilidad no sólo en lo ambiental sino también en lo económico en el que los diversos actores participen en las etapas del proceso. Generación, separación, recolección, tratamiento, aprovechamiento, disposición Resulta básica la estrecha vinculación de los factores anteriores, ya que cualquier acción que se realice en alguna, necesariamente tendrá implicaciones en el resto de las etapas. Conviene partir de lo ya alcanzado, identificando y aprovechando los avances, y reconociendo y atendiendo los rezagos, particularmente en lo relativo al marco legal y a la infraestructura existente, así como al incipiente grado de avance de una cultura de aseo público. En especial hay que tomar en cuenta que las soluciones, para ser realistas, deben considerar las posibilidades económicas del país. Se trata no solamente de descartar las "soluciones mágicas", sino también de no proponer soluciones inmediatas totales que, por falta de una adecuada aplicación gradual, fracasen en el corto plazo con el consiguiente descalabro y la postergación de la solución apropiada. En México, cada habitante genera diariamente un promedio de 0.85 kilos de residuos municipales lo que conduce a un total de 30 millones de toneladas anuales. En el caso de los residuos industriales, se estima una generación de ocho millones de toneladas en ese mismo lapso. Ello implica que una estrategia integral debe partir del establecimiento de un inventario confiable para el caso de los residuos industriales y del estímulo a la reducción en la fuente. El reto para el control de los residuos a partir de un concepto global que promueva entornos ambientalmente viables implica replantear su concepto. En función de lo anterior, reorganizar su manejo sobre la base de considerar a los residuos como un recurso y no como una carga; analizando su ciclo de vida hasta que se convierten propiamente en desechos para poder articular todas las acciones que permitan su aprovechamiento a través del reúso, el reciclaje y el tratamiento de manera gradual y en la medida que esto sea económicamente viable, sin descartar el empleo de mano de obra en condiciones dignas e higiénicas. Los residuos se convierten en recursos útiles a través de la biodegradación o combustión para transformarse en energético en la producción de electricidad, o como insumo para mejoradores de suelos y como materia prima en la producción de bienes reciclables, entre otros usos. Lo anterior debe entenderse no como un fin sino como una parte del proceso en el que, desde luego, deberán implantarse en el corto plazo las acciones que permitan la modernización de los servicios de recolección y acopio para atender los volúmenes generados. Y, de modo muy importante, se asegure que los centros industriales y los núcleos de población como parte de su mobiliario indispensable cuenten con confinamientos y sitios de disposición final correctamente ubicados, construidos y operados. Por las inversiones requeridas en estas tareas, la participación de la iniciativa privada es una importante palanca. Dichos sitios inicialmente estarán recibiendo un alto porcentaje de los residuos generados. Pero con el tiempo, y en la medida que se incremente el grado de aprovechamiento de éstos y se instalen otras tecnologías ambientalmente más eficientes en el mediano plazo, acabarán recibiendo solamente los deshechos no aprovechables. Lo anterior debe sustentarse en una cultura ambiental que propicie la participación corresponsable de los diversos actores, tanto de la población en general, del sector público en sus niveles federal, estatal y municipal, las empresas privadas, las instituciones educativas, los centros de investigación y las asociaciones profesionales para que, de manera interrelacionada, sean capaces de producir y se beneficien de un servicio eficiente, sin prácticas de corrupción, con cobertura para el total de la generación, donde se reconozca y se asuma su costo. Su aplicación será incluyente y deberá ser gradual a través de programas con metas claras, alcanzables y medibles. Para ello se sugiere la instalación de un organismo coordinador constituido específicamente para este propósito y que garantice la prevalencia del interés público sobre los intereses particulares. |