MIERCOLES Ť 28 Ť FEBRERO Ť 2001
Los derechos humanos, un arma al servicio de la subversión en la isla
Las consultas de Tlatelolco y la otra Cuba
Concebido como un país virtual, de matriz imperial y en clave neocolonial, "la otra Cuba" sólo ha existido en las mentes calenturientas de una decena de sucesivos jefes de la Casa Blanca, de políticos y congresistas bipartidistas de Washington y de un puñado de terroristas anexionistas cubano-estadunidenses cuya última hazaña es haber consumado el fraude electoral en el estado de Florida que convirtió a George W. Bush en presidente de EU
CARLOS FAZIO /I
Desde hace 42 años, en el continente americano coexisten dos Cubas: la real es una pequeña isla independiente del Caribe de 114 mil 524 kilómetros cuadrados, cuyos ciudadanos han adoptado, contra viento y marea, un singular modelo económico de corte socialista y que sobrevive a duras penas en medio de un expansionista mar capitalista.
Pero el proyecto de la otra Cuba como un país virtual, de matriz imperial y en clave neocolonial comenzó el 1o. de enero de 1959, con la entrada de Fidel Castro y los barbudos de la Sierra Maestra a La Habana. Ese mismo año, mucho antes de que el gobierno revolucionario se declarara socialista y estableciera estrechos lazos con la ex Unión Soviética, las autoridades de Washington crearon el Programa Cuba. Su objetivo fundamental fue llevar la subversión a la isla, para derrocar al nuevo gobierno; una práctica muy común en aquellos días para el Pentágono y la Agencia Central de Inteligencia (CIA), que bajo el señuelo de la lucha contra el comunismo instrumentaban golpes de Estado por doquier.
En 1961, un informe de la CIA elaborado por el general Kirkpatrick definía los ejes fundamentales de una operación encubierta dirigida a acabar con el "horror castro-comunista". Las líneas maestras del plan -que hoy se puede consultar en Internet- estaban definidas en cuatro rubros básicos: formar una organización de exiliados bajo el ala de la CIA; generar y difundir propaganda anticastrista; crear y sostener un grupo de resistencia clandestina interna en Cuba y organizar una fuerza paramilitar externa para invadir la isla.
Cuatro décadas después, en el plan 2001 de la Agencia Internacional para el Desarrollo de Estados Unidos (USAID, por sus siglas en inglés), sigue existiendo el Programa Cuba. Es el mismo del general Kirpatrick, con idéntico nombre e iguales propósitos: espiar, desestabilizar y subvertir el orden en Cuba, con recursos federales del gobierno de Estados Unidos aportados por sus contribuyentes. Sólo que ahora se trata de una operación "legal", en el marco de la Ley Helms-Burton.
Marieclaire se va a la guerra
Desde finales de la guerra fría, los managers de la otra Cuba han venido utilizando el tema de los derechos humanos como un arma política al servicio de la subversión en la isla. El escenario de esa confrontación político-ideológica es la Comisión de Derechos Humanos, un organismo de las Naciones Unidas con sede en Ginebra, Suiza, cuyos objetivos humanitarios originales han sido desvirtuados por Washington y sus socios del mundo industrializado.
Allí, cada año, los titiriteros de la otra Cuba promueven una resolución de condena contra las autoridades de La Habana. No se trata de un foro neutral; en realidad, la CDH se ha convertido en el tribunal de la Inquisición del mundo rico contra los pobres. Washington opera allí como el dueño del "changarro", alquilando a otros países para que presenten sus resoluciones o comprándoles sus votos. A veces sólo basta una amenaza. Se trata de una muy bien planeada operación de chantajes y presiones, ampliamente conocida por los avezados diplomáticos de Tlatelolco, que la han venido sufriendo de manera continua en los pasillos del Palacio de las Naciones.
A finales de enero, en el marco de la reunión anual de la CDH en Ginebra, la embajadora Marieclaire Acosta, encargada de Derechos Humanos y Democracia de la Secretaría de Relaciones Exteriores de México, realizó una misión de dos días a La Habana. La acompañó el vicecanciller para Asuntos Latinoamericanos de Tlatelolco. Acosta, que este año presidirá la delegación mexicana en Ginebra, visitó una cárcel y conversó con las autoridades cubanas, a quienes les propuso que permitieran viajara a la isla una delegación oficial compuesta por representantes de organizaciones no gubernamentales mexicanas, para que se entrevistaran con el disidente cubano Elizardo Sánchez. Se le respondió que como delegación oficial, no. Pero se acordó realizar un seminario académico sobre derechos humanos en el Instituto Matías Romero, que depende de la cancillería mexicana.
La información sobre la visita de la funcionaria de Tlatelolco fue filtrada a un diario mexicano. Citando fuentes diplomáticas "anónimas", la versión afirmaba que el gobierno de Vicente Fox estaba evaluando promover este año en Ginebra una resolución de condena a Cuba sobre derechos humanos. La iniciativa -alternativa a la que ya preparan los gobiernos de la República Checa y Polonia por instrucciones y bajo el patrocinio de Estados Unidos- contaría con el apoyo de Canadá, Argentina y Chile. Según la nota, Marie Claire Acosta había viajado a la isla para obtener el beneplácito del gobierno de Fidel Castro a la iniciativa. Pero la moción, presentada como aceptable, "cayó mal" en La Habana. Tlatelolco nunca desmintió la especie.
A comienzos de enero, durante la reunión anual con los embajadores de México acreditados en el extranjero, el titular del ramo, Jorge Castañeda, anunció que el presidente Fox visitaría pronto La Habana. Poco después, en Washington, tras entrevistarse con el secretario de Estado Colin Powell y el senador republicano Jesse Helms, un ultraconservador que ha sido enemigo tradicional de México, Castañeda dijo que este año el voto mexicano en Ginebra sobre Cuba podía cambiar. En 1999 y 2000 México se abstuvo.
El 8 de febrero, el diario El Nuevo Herald de Miami retomó el tema de la resolución mexicana contra Cuba en Ginebra. La fuente, que pidió el "anonimato", reveló que Tlatelolco estaba haciendo "consultas" con otros países latinoamericanos (mencionó Argentina y Chile), para impulsar una resolución de "consenso" que, con un "lenguaje moderado", exhortara al gobierno cubano a guardar mayor respeto a los derechos humanos, al tiempo que reclamaría la eliminación de sanciones económicas estadunidenses a la isla.
Según El Nuevo Herald, la iniciativa -presentada como un intento por "jugar limpio" con Castro por parte del canciller Castañeda- fue comunicada de modo "delicado" a La Habana por Marie Claire Acosta. "La reacción de Cuba fue muy negativa", afirma el Herald que le dijo la fuente. Tlatelolco tampoco desmintió la versión. El viaje de Acosta a la isla enfrió el encuentro Vicente Fox-Fidel Castro, anunciado para el primer semestre del año.
El affaire Pascoe
Para entonces, el escándalo del trueque del voto "genuflexo" de Argentina en Ginebra a cambio de un blindaje financiero del FMI, negociado en Washington por el canciller Adalberto Rodríguez Giavarini, estaba en su apogeo. En ese contexto, el 8 de febrero las versiones periodísticas sobre la moción alternativa mexicana fueron desmentidas por el embajador de México en La Habana, Ricardo Pascoe. En declaraciones a una agencia internacional de noticias, Pascoe negó que México esté integrando un "bloque latinoamericano" para condenar a Cuba en la CDH. "La versión es completamente falsa", declaró el diplomático, quien adjudicó a "los intereses anticastristas del exilio radical cubano" en Miami el intento por "amarrar navajas" entre dos países amigos.
Ese mismo día, cuando le visitamos con un grupo de periodistas mexicanos en la sede de su misión en Cuba, Pascoe denunció que el 1o. de febrero él y su jefe Castañeda habían recibido una amenaza de muerte anónima. "Jorge G. Castañeda y usted parecen confundidos en relación con la política a seguir en Cuba. Para aclararles, ya están en La Habana: Nazario y Alpha. No se ponga nervioso. Pronto lo visitaremos", decía la nota firmada con el seudónimo Adrián y enviada por fax, que mostró el diplomático.
Pascoe sugirió que los nombres mencionados podrían corresponder a los de la organización terrorista anticastrista con sede en Miami Alpha 66 y a su cabecilla actual, Andrés Nazario Sargent. Según Pascoe, "la amenaza coincide con la decepción" de la disidencia cubana ante su anuncio, confirmado por el canciller Castañeda, de que "México va a ir por el camino de la inversión en Cuba".
El 20 de febrero, el Ministerio del Interior cubano informó que tres días antes había detenido a Elizardo San Pedro Marín, presunto autor del texto intimidatorio contra Pascoe y Castañeda. Según un comunicado de la dependencia, San Pedro reconoció ser Adrián, un "agente" de la organización Alpha 66. De acuerdo con el parte, el detenido admitió que "recibía instrucciones del contrarrevolucionario Antonio Tang Báez, radicado en Montreal, Canadá", y que su misión era desarrollar "actividades propagandísticas" y acciones dirigidas a "atemorizar" a personas con actitudes que consideran "de acercamiento al gobierno cubano". Su paga fue de mil 200 dólares, enviados desde el exterior.
La seguridad cubana señaló a San Pedro como el autor de una carta enviada el 20 de septiembre de 1995 al senador Jesse Helms, donde lo apoyaba en un proyecto de resolución para intensificar el bloqueo a Cuba. La carta, presuntamente avalada por 134 firmas, fue leída por Helms ante el Congreso para argumentar el supuesto apoyo existente en Cuba a su proyecto.
En el mundo diplomático latinoamericano, y en particular en Tlatelolco, es bien conocida la tradición de presiones y chantajes esgrimidos por Estados Unidos sobre los países más vulnerables la víspera de cada reunión de la CDH en Ginebra. En ese contexto -y en otros- son habituales las filtraciones de prensa y la generación artificial de "incidentes", con el fin de ir generando un ambiente propicio o una "escalada" para obtener determinado fin, como parece percibirse una vez más sobre el caso de los derechos humanos en Cuba. El 22 de febrero, el vocero de Tlatelolco, Juan Ignacio Zavala, hizo una "precisión" a un reportaje de Blanche Petrich sobre el tema, donde aclaró que este año Chile no forma parte de la CDH. Se refirió también a los "rumores esparcidos en otras ciudades". Es un misterio por qué no desmintió antes a los otros dos diarios. Pero Zavala está mal informado o es parte de la tramoya: el primer rumor se generó en la ciudad de México y salió de Tlatelolco.