Alejandro Nadal
La muerte de NAIRU
Había una vez tres economistas. El primero preguntó, Ƒcómo podemos reducir la desigualdad?
El segundo respondió: dejemos al mercado actuar libremente.
El tercero objetó: el mercado por sí solo no reduce la desigualdad. Mejor sería promover el crecimiento y reducir el desempleo.
Los primeros dos economistas refutaron: Ƒno te enseñaron la NAIRU en tu escuela? No se puede reducir el desempleo porque se aceleraría la inflación y llegaríamos a la hiperinflación.
El tercer economista bajó la cabeza y no supo responder.
Acto seguido, los tres recomendaron al gobierno y banco central reducir el gasto público y elevar la tasa de interés para frenar el crecimiento, mantener alto el desempleo y así reducir la inflación.
Esta cápsula narra el triste estado en que se encuentra la política macroeconómica en Estados Unidos. Y en México.
Durante los últimos veinte años, la política macroeconómica estadunidense estuvo dominada por una idea: es imposible impulsar el crecimiento y el pleno empleo sin que la inflación se acelere.
La idea es poco conocida del público. Propuesta por Milton Friedman, el concepto económico tiene su sigla en inglés, NAIRU, que designa una tasa de desempleo que no acelera la inflación.
El razonamiento es el siguiente: al promoverse el crecimiento, los trabajadores presionan por mayores salarios, y esos aumentos se trasladan a los precios. Por debajo de cierta tasa de desempleo, precios y salarios se enredan en una espiral ascendente que lleva a la hiperinflación.
En síntesis, reducir el desempleo por debajo de la NAIRU sólo se logra al costo de desencadenar una inflación creciente. Un aumento en el desempleo es, entonces, un instrumento de lucha contra la inflación.
El corolario de NAIRU es que no se debe recurrir al gasto público deficitario o a la expansión de la oferta monetaria para abatir el desempleo más allá de una tasa de "equilibrio", pues de lo contrario se aumentaría la inflación. Cualquier beneficio inicial de la reducción del desempleo sería cancelado en poco tiempo. Esta es la idea que prevalece en el Banco de México.
No existe una teoría que proporcione sustento a la idea de la NAIRU. De hecho, existen modelos alternativos que muestran que la inflación puede ser menor con tasas bajas de desempleo. Una razón es que el crecimiento está asociado con una mayor inversión en equipo nuevo y aumentos en productividad. En ese caso los aumentos de salarios no tienen por qué traducirse en incrementos de precios.
Además, los datos sobre desempleo e inflación en Estados Unidos contradicen la idea central de la NAIRU. Durante la expansión de 1961 a 1965, la tasa de desempleo disminuyó de 7 a 4 por ciento, pero la tasa de inflación no cambió. Y entre 1982-1989, la tasa de desempleo cayó de 10 a 7 por ciento, pero la inflación permaneció constante. Además, entre 1970-1974 y 1977-1979 la inflación aumentó, pero el desempleo no varió.
Además, si antes se estimó que la NAIRU en Estados Unidos era de 6 por ciento, durante la expansión de los años noventa el desempleo llegó a 4 por ciento. Sin embargo, la tasa de inflación se mantuvo baja.
A pesar de que los datos desmienten las bases de la NAIRU, la Reserva Federal prefirió aferrarse a esta idea durante años. Pero ahora el estancamiento y la inflación han regresado a Estados Unidos y la polémica arrecia. En la coyuntura actual, hasta la Reserva Federal prefiere un poco más de inflación con tal de evitar una recesión. Ojalá algo de ese pragmatismo se contagiara al Banco de México.
A pesar de la falta de bases teóricas y nulo sustento empírico, el Banco de México piensa que la economía mexicana está cerca de su propia NAIRU. No importa que las cifras sobre desempleo abierto en nuestro país carezcan de significado, o que la estructura de esta economía sea radicalmente distinta de la de nuestro vecino. El Banco de México prefiere la recesión para reducir presiones inflacionarias. Esto se traduce en falta de trabajos y mayor desigualdad.
De aplicarse una política monetaria orientada al crecimiento, se hubieran generado millones de empleos y el efecto redistributivo hubiera sido notable, porque los más beneficiados habrían sido los estratos de menores ingresos. Ningún programa de lucha contra la pobreza o de microcréditos puede compararse, ni de lejos, con el impacto redistributivo del crecimiento.
El costo de la política inspirada en la existencia de una NAIRU para México ha sido astronómico. La NAIRU ha muerto. Pero los economistas del régimen se rehusan a sepultarla.