VIERNES Ť 2 Ť MARZO Ť 2001

ƑLA FIESTA EN PAZ?

Ť Leonardo Paez

Vargas Llosa y el subtema

PARA LOS AFICIONADOS que aún entienden la tauromaquia como original expresión de la cultura de algunos pueblos, siempre causa un beneplácito particular, íntimo, confirmatorio, el que un escritor pensante y famoso se ocupe de lo que en este espacio hemos denominado el subtema, ante el deplorable estado que guarda el espectáculo taurino en nuestro país.

EN EL NUMERO 25 de la revista Letras Libres, aparece un sabroso artículo de Mario Vargas Llosa intitulado El pregón de Sevilla, en el que el prestigiado novelista peruano da cuenta de su añeja y hasta ahora confesada afición por la tauromaquia.

ESTA AFICION DE Mario, desconocida por el público defeño, que además del poeta Alí Chumacero o de los escritores Rafael Ramírez Heredia y Paco Prieto, asistentes asiduos a la Plaza México, sólo ocasionalmente ha llegado a ver en el tendido a Salvador Elizondo, a García Márquez o a Carlos Fuentes, ofrece en el citado artículo ángulos por demás interesantes.

POSITIVO EN TORNO a una fiesta que disfruta sobre todo en Sevilla, Vargas Llosa puntualiza que "detrás de cada corrida, hay años de desvelo y devoción hacia el toro, y que, por eso mismo, los países que, como España y México, han mantenido viva la tradición taurina... son también países donde la cría del toro es mucho más que una necesidad, profesión o negocio: una vocación, un arte y una pasión".

EN ESTE SENTIDO, el profesional ambiente taurino español permea el juicio del novelista, que no ha comprobado que en México esa vocación, ese arte y esa pasión ganaderos en las últimas décadas se han convertido, salvo confirmadoras excepciones, en sumisión a empresarios y apoderados, en artimañas para degradar la bravura y violar el reglamento y en pasión ordinaria por el dinero rápido.

MÁS ADELANTE, EL padre de Pichula Cuéllar alude a su compatriota Felipe Sassone, crítico taurino en España durante la segunda década del siglo pasado, joselista apasionado y furibundo antigaonista, pues en esa época el partidarismo no tenía límites y sí mil formas de combate.

YA ENCARRERADO, VARGAS Llosa hace una declaración a pies juntos y en los medios: "Entre todas las artes, acaso la más difícil de explicar racionalmente sean las corridas de toros, una fiesta que no conquista jamás, en primer término, la inteligencia y la razón, sino las emociones y sensaciones, esa facultad de percibir lo inefable, lo innominado, que fraguan la sensibilidad y la intuición, exactamente como ocurre con la poesía o la música".

PERO AHISTÓRICO, COMO suele ocurrirle a no pocos intelectuales metidos a aficionados, quien soñó con llegar a ser "el Manolete del Perú" señala: "El Perú ha mantenido muy viva la afición taurina que llegó con la primera oleada de conquistadores", omitiendo que su país, junto con Colombia, Ecuador y Venezuela, constituyen desde siempre un vasto enclave colonial taurino de los empresarios españoles, gracias a la dependencia y falta de imaginación de los taurinos sudamericanos para hacer valer, con sus recursos, esa tradición.