Indigencia infantil y vacío de planes asistenciales son tragedias paralelas
Ť En el libro de La Jornada Ediciones, habitantes de la ciudad subterránea cuentan sus historias; ''nosotras nada más fuimos la pluma de su voz'', dicen las autoras Ť ''Evitamos el amarillismo''
CESAR GÜEMES
De las distintas urbes que conforman la ciudad de México
hay al menos una que se encuentra al margen y debajo del resto. Una ciudad
subterránea, con reglas propias, con historias singulares y con
habitantes que de vez en vez emergen de las coladeras donde habitan para,
inevitablemente, regresar a ellas.
Karina Avilés se dio a la tarea, en las páginas
de este diario, de realizar un amplio trabajo periodístico sobre
ese otro México bajo el nivel del suelo. Luego de ello, aunando
esfuerzos con la periodista Francoise Escarpit, ofrece ahora al público
lector el volumen Los niños de las coladeras, publicado bajo
el sello de La Jornada Ediciones, y que este domingo presentan las autoras
en la Feria Internacional del Libro (FIL) del Palacio de Minería
con los comentarios de Carmen Lira, directora de La Jornada, Elena
Poniatowska y Rosario Robles.
Además de la necesaria bibliografía, el índice fotográfico y la introducción, el libro se conforma de capítulos que por su sólo nombre dan cuenta de esa otra ciudad: El abismo, La huida, El infierno, El encierro, El tormento, Juegos de muerte, La peste, El último viaje y Esquelas.
?Hay una vocación periodística natural en el volumen, pero no sólo ello, hay también un claro llamado a la conciencia social. ¿Era esa la intención al escribirlo?
Karina Avilés: La idea del libro es estar con los niños de las coladeras, es como tener una cámara que sea capaz de registrar quiénes son y qué dicen. Buscamos saber qué significan, cómo viven, cuáles son sus amores y sus tragedias cotidianas. En el caso particular de este trabajo tratamos a una banda muy atípica, llamada Los Ponis. Ellos cuentan sus propias historias y nosotros somos nada más la pluma de su voz. Quisimos hacerlo así porque sentimos que la mayor parte de los escritos que se han hecho sobre el tema han sido a nivel académico y el registro de lo que dicen los habitantes de ese mundo subterráneo no está ahí. Hablamos de una especie de coro que nos cuenta historias que van desde el suicidio a la violación. Es un ámbito trágico, sin comparación con casi nada de lo que podamos ver en la superficie.
Francoise Escarpit: En cuanto a que son atípicos queremos decir que Los Ponis no eran ni los más violentos, ni los más cercanos a la drogadicción. Claro que no queremos ser solamente espectadoras y quedarnos al margen: buscamos hablar con educadores y siquiatras para entender cómo se mueve ese mundo subterráneo. Y nos encontramos que la gente de afuera, de la superficie, con toda su buena voluntad logra entender el problema de estos grupos de niños pero no consigue resolverlo. Es un conflicto que se repite y se reproduce por las condiciones sociales de una urbe como ésta. Ofrecemos entonces, por su lado, un retrato de lo que son las casas-hogar, de las terapias que se les brindan, y de cómo todo esto es en vano.
Karina: Son dos tragedias paralelas: la de los niños de la calle y la de la gente que se dedica a atenderlos. A final de cuentas la estrategia concreta para apoyar a los menores lo que intenta es que el fenómeno se detenga, que ya no vayan más de ellos a la calle ni a las coladeras.
?Dentro de los intentos de suicidio, las violaciones,
la vida al margen, habrá alguna parte positiva, así sea mínima,
que quizá se exprese en la fortaleza misma del grupo. ¿Están
de acuerdo?
Francoise: Hasta cierto punto hay solidaridad
entre ellos. Cuando obtienen un poco de dinero en la calle, lo convierten
en comida para repartirla. Hay también un cierto grado de coquetería
en las niñas. Pero a fin de cuentas no creo que haya muchos momentos
de alegría o de tranquilidad entre ellos. Lo que porcentualmente
mostramos más en el volumen son las partes complicadas, aunque buscamos
evitar el amarillismo, ese fue el punto de partida. Ahora que pienso en
esa parte de nuestro trabajo periodístico, no recuerdo algún
momento de felicidad.
Karina: Hay fragmentos fugaces de serenidad. Pienso sobre todo en el valor humano de los niños, su calidad grupal, que evidencia una sensibilidad mucho más amplia que cualquier persona que viva en otras circunstancias. Eso puede deberse a que sus sentidos de alerta están mucho más atentos, tienen una gran capacidad para escuchar, lo mismo que una amplia posibilidad de autoflagelarse. Desde luego que conforman una gran familia, con todos los problemas que esto implica. Eso los mantiene unidos.
?Finalmente el interés y con seguridad el volumen de datos concretos es lo que las lleva conformar un libro tan amplio como el que ahora vemos.
Francoise: En cierto momento teníamos tanta información que podíamos ya hacer un libro sobre la violencia social en contra de los niños. El proceso siguiente consistió en que yo me dediqué a realizar entrevistas y Karina a retrabajar sus reportajes.
Karina: Enfatizo que el volumen es parte del compromiso que tiene La Jornada con este tipo de realidades que casi nadie conoce y sobre la que casi nadie escribe. El diario nos dio una gran oportunidad para continuar con el proyecto y hacerlo de una manera más firme, más completa, en un solo documento. El interés que tiene el periódico en estos temas sociales fue lo que nos completó la posibilidad de armarlo.
(Los niños de las coladeras será presentado este domingo a las 18:00 horas en la Sala Académica de Ingenieros, dentro de la Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería.)