Ť Faltó el rocanrolito que ha hecho famoso al cantante en México
Intimo y aburrido el primer recital de Joaquín Sabina
Ť Hubo más de mil 500 imágenes; la mayoría aludió a las letras de sus canciones, otras fueron por puritito gusto Ť Creó los subgéneros acústicos
JORGE CABALLERO
El viernes por la noche se efectuó, en el Teatro
Metropólitan,el primero de los conciertos acústicos del compositor
y cantante español Joaquín Sabina, en el que más que
"sobrarle los motivos" y faltarle las canciones adecuadas, se mostró
contagiado del espíritu de Raúl Velasco y el recital devino
programa de Siempre en Domingo; careció de la materia prima
que han hecho grande a este cantante en nuestro país: su rocanrolito.
El escenario estaba convertido en una especie de habitación
macuarra, invadida de chucherías: maletas, sillas, un dado, baúles
y hasta un caballo que desde el segundo piso se veía hecho de madera.
También contó con una pantalla que lanzó un banquete
visual de mil 500 imágenes: Estatua de la Libertad, teatros, estaciones
ferroviarias, de Axteris, Leonard Cohen, César Vallejo, Einstein,
dibujos de Sergio Arau y hasta fotos de labios surcidos a lo Bob Flanagan,
que aligeraron un poco el tedioso show. Las imágenes a veces
aludían a algunas de las letras de las canciones y otras fueron
por puritito gusto.
Al apagarse las luces una potente voz del público del segundo piso se pronunció: ¡Viva Chiapas!, los apluasos explotaron; la ovación coincidió con la aparición de Sabina en el escenario y las muestras de júbilo se prolongaron. El concierto comenzó; sonaba Medias negras.
Después Sabina comentó: "Bienvenidos a nuestra casa que es la vuestra. Elegimos el Metropólitan porque es más chico que nuestro querido Auditorio Nacional, además nos han dicho que tiene un bar espléndido"; claro fue un toquín íntimo que no se pudo disfrutar en la parte superior porque no se entendía nada de lo que Sabina interpelaba/interactuaba/dialogaba; es más nunca miró hacia la parte de arriba, su voz sólo llegaba como un susurro.
Cantó Rosa de lima, Tan joven y tan viejo, Conductores suicidas, Canción de la Magdalena, Calle melancolía y Donde habita el olvido, entre otras.
También salió vestido de Hombre de hojalata; lanzó un ¡viva Chiapas!, secundando al fan del comienzo del show, y agradeció, en tres ocasiones, la entrega de un público incondiconal.
Sabina y sus músicos, cosa que sí hay que reconocer, innovaron dentro de la franja de los conciertos acústico, pues crearon subgéneros: acústico son, acústico blues, acústico Chabela Vargas ¡por supuesto!, y hasta el acústico hard core, sólo en una rola. Pero en su mayoría las dos horas del espectáculo musical estuvieron plagadas con buenas descargas/ráfagas/dosis de somníferos; únicamente por momentos, y sólo para ser más precisos, en cuatro rolas contagió a un público aburridísimo que en todo momento salió por los tragos, las palomitas o para hacer uso de los sanitarios, esperando/deseando/anhelando un ligero viso de concierto. Público que al final se negó/autoengañó a aceptar que fue la más desangelada presentación del Angel Negro Madrileño, en nuestro país. Lástima porque tenía todos los elementos para dar un buen concierto.