DOMINGO Ť 4 Ť MARZO Ť 2001

TUMBANDO CAÑA

Albita

Ernesto Márquez

ALBITA RODRIGUEZ SE dio a conocer profesionalmente como una "artista de la revolución", alumna de la gran Celina González y fiel exponente del punto guajiro. Cuando en 1993 emigró, en un viaje rocambolesco de Bogotá a Miami, se habló de uno de los golpes más fuertes recibidos por la estructura cultural de la isla. Cuestionada sobre su decisión, esta mujer que nunca tuvo problemas para salir de la isla e incluso gozaba de privilegios que pocos, pero muy pocos tienen en Cuba, declaró que ya estaba harta del encierro, la ausencia de libertad, la uniformidad en la vida diaria y la falta de individualidad.

SE INSTALO ENTONCES en Miami y tras un examen de fidelidad empezó a actuar en el Centro Vasco, un pequeño restaurante de la Calle 8, desde donde extendió su fama gracias a los elogiosos comentarios de parroquianos ilustres como Liza Minelli, Sharon Stone, Paloma Picasso, Gianni Versace y Emilio Azcárraga.

EN SUS PRIMERAS presentaciones lucía un corte de pelo masculino, al igual que su vestimenta: trajes obscuros, corbata y zapatos de dos tonos. Esta apariencia andrógina hizo que le llamaran la K.D. Lang latina.

A LOS ESTADUNIDENSES les parecía irresistiblemente moderna aunque su música estaba aposentada en los cuarenta y cincuenta. Su primer álbum en el exilio, No se parece a nada, fue todo un suceso. Uno de los temas, Qué culpa tengo yo (de haber nacido en Cuba), lo escribió enardecida cuando un empresario de Florida la rechazó de recién llegada al saber que venía de la Cuba socialista, y otro, Qué manera de quererte, que manera, del compositor cubano Luis Ríos, la elevó a los primeros lugares de popularidad, la que se reafirmó con su segundo material, Dicen que..., producido por su padrino Emilio, quien sin embargo para su tercer plato, Una mujer como yo, la descuidó -"estratégicamente"- para que no significara competencia de su mujer, Gloria, quien ya le había agarrado gusto al sabor cubano y deseaba destacar en el terreno "tropical".

DICEN QUE ALBITA se encabritó por tal descuido, le reclamó a Emilio, le dijo tres cubanadas bien dichas (comemielda fue la más suave), éste la mando al diablo y a partir de ahí toda su carrera se vino a pique.

FUE ENTONCES QUE la soberbia cantante que hacía temblar a empresarios con amenazas de no cantar si no cumplían sus más mínimos caprichos-, hubo de sufrir un periodo de cancelaciones de contratos y escaso interés por sus trabajos musicales.

TOCANDO PUERTAS FUE que se encontró con la "benevolencia" de Universal Music que ha producido su más reciente álbum, Son, del cual un reseñista a sueldo ha dicho que es "una propuesta que renueva el sonido cubano", mientras otro, aún más descarado, menciona que en este trabajo de Albita "se encuentran compendiados 10 tomos de música cubana".

Ciertamente, Son resulta ser una producción musical seria y muy profesional, pero hasta ahí: Tiene cuatro composiciones suyas algo flojonas, recupera por enésima vez El manisero, de Simmons, y 20 años de María Teresa Vera; interpreta un popurrí del folclor cubano y evoca al San Lázaro que popularizara en los cuarenta la enorme Celina González. Nada que llame a la locura.

ALBITA VIENE A MEXICO a presentarse en el Salón 21 y en el Salón Los Angeles (estas dos últimas fechas alternando con el gran Eddie Palmieri). Dicen los que la han escuchado recientemente que viene con otra actitud, menos pedante y más cubana. Veremos.

 

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