LUNES Ť 5 Ť MARZO Ť 2001
Ť Hasta ahora los organizadores sólo han imaginado sedes alternas, como CU
El público quiere que la FIL siga en Minería
Ť Descarta Alejandro Osorio que se compita con la feria del libro de Guadalajara Ť Con 22 años de existencia, la fiesta bibliófila aún no cuenta con cifras sobre ventas y títulos
ARTURO JIMENEZ
La gran mayoría del público asistente desea que el Palacio de Minería siga siendo la sede de la Feria Internacional del Libro, adelantó ayer Alejandro Osorio Ibáñez, subdirector de la misma, quien señaló que a mediados de la próxima semana se darán a conocer los resultados de una encuesta aplicada entre los bibliófilos visitantes.
En entrevista, el funcionario descarta la posibilidad de cambiar la sede de la FIL-Minería, pero reconoce que sí existe "la inquietud de imaginarla" en otro sitio. Aclara que ello no implicaría concluir un ciclo en el palacio y más bien se hablaría de un lugar paralelo, quizá Ciudad Universitaria.
Ante la incapacidad para que la feria crezca en cantidad en el reducido espacio del palacio de Tacuba, agrega, se buscará mejorar en cuanto a calidad. Y el mayor reto, considera, es la obligación de "mantener el prestigio" logrado en 22 años de existencia.
A unas horas de que concluyera el último día de esta vigesimosegunda versión, Osorio hace una evaluación y asegura que los resultados son "altamente positivos", además de que el programa diseñado fue "rico, intenso y extenso".
Acerca de la mayor importancia y tamaño de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, Osorio dice que no está en el interés de los directivos de la FIL-Minería competir con aquella.
Comenta que han tenido reuniones con los organizadores de aquella feria, así como las de Monterrey, Xalapa o el Politécnico, y "quedó claro" que cada una tiene "su propio perfil".
La de Minería, ilustra, busca ofrecer los mejores precios al público, realizar ventas directas, además de realizarse en el marco del Centro Histórico y tener buena ubicación. "Tenemos cosas que otras ferias no tienen, y viceversa".
Recuerda que mientras la FIL-Guadalajara cuenta con más de 22 mil metros cuadrados de espacio para los expositores, actividades y servicios, el Palacio de Minería sólo posee 5 mil.
Respecto de que sea la Facultad de Ingeniería de la UNAM la que organiza la FIL-Minería y no otra, como la de Filosofía y Letras, comenta que este palacio es un monumento histórico y patrimonio cultural que siempre ha estado a cargo de la primera institución.
Señala además que ahí se ubicaba la antigua Escuela de Ingeniería y que ahora se alberga el área de Educación Continua de esa facultad. En 1924, sigue, se realizó en el majestuoso edificio una feria del libro que fue la precursora de la actual.
En 1947, dice, se organizó otra en el marco de una reunión de la UNESCO. Y en 1980 comenzó la que hasta el momento se conoce. Como se ve, concluye, se trata de una tradición por parte de la Facultad de Ingeniería.
Sin manera de medir los resultados
Luego de una caída en la asistencia de bibliófilos, de 80 mil en 1999 a 70 mil en 2000, por el conflicto en la UNAM, prevé una cifra parecida a la primera. No obstante, dice que entre sus objetivos no figura "romper récords de visitantes".
Adelanta que mientras el año pasado se dieron unas 150 actividades, en este 2001 la cifra rebasó las 400. Y las dos terceras partes de éstas, precisa, fueron cubiertas por las editoriales privadas.
Dice que en la versión que ayer terminó participaron unas 600 casas editoriales, sólo que 200 lo hicieron de manera directa y el resto como "representadas".
Sin embargo, la carencia de cifras sobre la FIL-Minería es severa. Osorio dice que las editoriales casi no proporcionan datos porque ellas mismas no tienen forma de reunirlos con agilidad.
Así, el funcionario no pudo proporcionar información sobre el dinero obtenido por ventas, los títulos más demandados, las editoriales más exitosas, etcétera.