Ť Ramas y raíces, muestra de la artista plástica, se integra de 20 cuadros al acrílico
Alicia Casares, la conjugación hombre y naturaleza
MERRY MAC MASTERS
La vida de Alicia Casares tomó muchos caminos antes
de encontrar su verdadera vocación: la pintura. Formada como socióloga
en la Universidad de Essex, Inglaterra, a principios de los ochenta, Casares
trabajó en el Mission Cultural Center, de San Francisco, donde organizaba
cursos y talleres. Le llamaban tanto la atención las clases de pintura
que un día un chicano, "mojado, por cierto", le dijo, "ya
no me veas, mira, toma; me dio la paleta y me dijo: 'no más hazle
así. Embárrale'".
Si dio sus primeras pinceladas sola, después conoció
a la pintora Begoña Zorrilla y se incorporó a su taller en
México. Cuando Zorrilla tuvo que alejarse del país, empezó
a estudiar con Liliam Duering, aprendizaje que continúa hoy día,
todos los jueves. También estudia materiales con Armando Flora.
Mientras tanto, trabajó en Difusión Cultural de la UNAM,
la Secretaría de Educación Pública y el periódico
Tiempo de Niños, pues también le gusta escribir. En
una época puso un puesto de tortas en frente de los Viveros de Coyoacán,
que "se acreditó muy bien", y cuya venta le permite ahora dedicarse
totalmente a la pintura.
En el momento en que Casares descubrió la pintura supo que ésta ''era mi proyecto de vida". Reconoce, no obstante, haber empezado desde cero. "No nací con el lápiz en la mano. Me tuve que hacer con el trabajo. Llevo unos siete, ocho años pintando seguidito", apunta.
Desde un principio, Casares se interesó por la naturaleza, en concreto los árboles, que le suelen revelar figuras humanas. Explica: "El hombre habla como si no fuera parte de la naturaleza, pero somos uno. Hacer una separación yo/naturaleza, ha justificado la destrucción del hombre". La entrevistada atribuye este interés a su estancia en EU, donde tuvo mucho contacto con los indios Hopi y Navajo. "Me sentí indentificada con su filosofía, que está ligada a la naturaleza. Cuando veo que cortan un árbol me duele. Tanto que uno depende de ellos para la vida, el aire, la lluvia; como ellos dependen de nosotros para que los cuidemos".
Integrar la figura humana al árbol también le permite enfatizar sus raíces y adentrarse en la madre tierra. Esto conlleva una preocupación por lo femenino, es decir, "la mujer que se arraiga y tiene frutos". Pero, al mismo tiempo las ramas de los árboles sugieren brazos, a veces con codos y manos, que se elevan, tratando de tocar el cielo. Casares dice que empezó haciendo manos y que su trabajo más reciente es una síntesis entre éstas, lo que se eleve, lo que se adentra y lo que se arraiga. Buscar la raíz tal vez tenga que ver con sus estancias largas fuera del país.
Con varias exposiciones colectivas en su haber, ahora Alicia Casares tendrá su primera individual. La muestra Ramas y raíces, de alrededor de 20 cuadros al acrílico, será inaugurada el lunes 5 de marzo, a las 19 horas, en El Chisme, restaur-arte, Avenida México 111, colonia Hipódromo Condesa .