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México, D.F. lunes 5 de marzo de 2001 
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Editorial
  
MOVIMIENTO NACIONAL INDIGENA 

sol.jpg Como era de esperarse, la marcha del EZLN se ha convertido en la marcha por la dignidad de los pueblos indios mexicanos. El documento resolutivo del tercer Congreso Nacional Indígena (CNI) confirma la inclusión de 42 etnias de todo el país a las causas zapatistas. En esta declaración política, el CNI asumió como propia la iniciativa de ley de la Comisión de Concordia y Pacificación (Cocopa), al considerar que retoma en espíritu y letra los acuerdos de San Andrés Larráinzar, firmados por el EZLN y el gobierno federal en febrero de 1996. 

Los representantes de los pueblos indios reunidos en Nurio, Michoacán, se sumaron a la exigencia en el cumplimiento de las tres señales que el EZLN demandó al gobierno federal para reanudar el diálogo. También convocaron a la sociedad civil a realizar movilizaciones el 11 de marzo cuando los zapatistas lleguen al Distrito Federal, y anunciaron la integración de una comisión especial que los acompañará en su recorrido y que formará un cinturón humano alrededor del Palacio de San Lázaro el día 12 de marzo. 

Aquellos que quisieron ver en el EZLN a un grupo aislado, circunscrito a un conflicto local, carente de apoyo y representatividad, hoy tendrán que caer en razón de que el zapatismo no sólo cuenta con el apoyo de los pueblos indios de México, sino que también es reconocido por muchos pueblos indios de todo el continente. 

Con la representatividad alcanzada, es posible suponer que los encuentros entre los indígenas y los legisladores serán más fluidos, ya que por lo menos una de las partes --en este caso la gran mayoría de los indígenas mexicanos-- está de acuerdo en que la propuesta de ley de Derechos y Cultura Indígenas planteada por la Cocopa debe ser aprobada sin modificaciones. 

Evidentemente, las demandas zapatistas nunca se limitaron a la problemática local en Chiapas, pero ayer quedó de manifiesto la existencia de una verdadera cohesión entre los pueblos indios del país y el EZLN. 

Identificados en lo esencial, los indígenas mexicanos demostraron una envidiable capacidad de diálogo. 

Si desde el inicio de la marcha llamó especialmente la atención el apoyo de la sociedad civil nacional y extranjera, después del Congreso Nacional Indígena, en el que participaron más de seis mil observadores y unos 600 invitados especiales, así como cientos de organizaciones sociales, no cabe la menor duda de que el EZLN es una organización capaz de integrar a diversos sectores de la sociedad: desde los grupos indígenas, hasta líderes civiles y políticos, pasando por los ciudadanos que se identifican con la causa indígena. 

Todo parece indicar que los representantes indígenas llegarán a la capital fortalecidos, con un enorme capital político, con la legitimidad de representar a un movimiento indígena nacional. El reconocimiento de los derechos de todos los pueblos indios de México, será, a partir de hoy, el tema central de cualquier mesa de negociación. 

 


 

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