MARTES Ť 6 Ť MARZO Ť 2001

Teresa del Conde

Don Manuel en la Juan Martín

Desde el pasado 10 de febrero Manuel Alvarez Bravo expone un conjunto de fotografías de diferentes periodos. La muestra tiene interés no sólo por el nombre del autor y por la perfección de las impresiones, sino por la selección (desde mí punto de vista excelente) a cargo de Colette Alvarez Urbajtel. Aquí sí que es posible contemplar la fotografía como arte, realizar las asociaciones que a uno se le antojen, darse cuenta de los disturbios que muchos entornos han sufrido y a la vez, perdóneseme la expresión, calibrar el humor a veces cabrón de este visionario.

No están ausentes algunas de sus tomas más celebradas, exhibidas y reproducidas en innumerables libros, pero por fortuna hay también obras que para la visión de algunos resultan inéditas. Por ejemplo, Construcciones 1955, con el árbol ominoso centrado a contraluz, el sujeto al lado izquierdo y el horizonte irregular de muros blancos.

Entre las preferidas del público está Figuras en el castillo: las mujeres vistas de espaldas ascendiendo el primer tramo de la escalera fueron inmovilizadas antes de llegar al descanso de donde arranca la doble rampa; un vitral invisible aparece a través de su reflejo, proyectado como el fantasma de la rueda de la fortuna. ''Sobre un torrente negro/ el peine de plata electriza un pelo negro y lacio", dice Octavio Paz refiriéndose seguramente a la foto de la tehuana peinando a Isabel Villaseñor en 1935. Igual que como acontece con Retrato de lo eterno, el rostro casi de perfil mostrando el cuello impecable de la Villaseñor evidencia a una de las mayores bellezas de esos años, pues no en balde Eisenstein la eligió como protagonista en su película Tormenta sobre México. Isabel no conoció deterioro físico, pues los dioses se la llevaron a los 38 años en 1953. La tehuana que alisa su pelo larguísimo tiene algún rasgo en común con ella: el declive de la frente, el labio superior un poco avanzado. Recuerdo ahora otra imagen de la tapatía con los ojos entornados, también un perfil, pero virado hacia la derecha. Conocí esa foto en el IVAM (Valencia), donde ella está con el pelo arremolinado en un nudo, tipo escultura de Apolo, justo al arranque de la frente.

Nunca había visto las tomas de las momias de Guanajuato, serie de 1935 en la que se museografió una toma posterior: el retrato de un cadáver vivo. La modelo que posó para A la mañana siguiente es la fotógrafa Doris Heyden, que era entonces mujer del artista y asistió a la inauguración haciendo las delicias de los concurrentes. Aparece con el cuerpo tendido en una rampa que sólo aparentemente es una escalera, la postura en algo recuerda al Cristo de Mantegna, pero sus manos enjoyadas con el dorso de frente, flanqueando el torso, parecen las manos de Frida Kahlo; un rayo de luz la atraviesa en diagonal, tal que si ese cadáver que no lo es, se encontrara electrificado. Menos mal, la cabeza reposa en una almohadilla, Ƒpara mayor confort?, no, esa usanza es mortuoria y a la vez permite que el rostro no se vea escorzado.

Tengo la impresión, sin poder asegurarlo, que Doris posó también para Dolorosa, otra toma con rictus; los ojos están casi velados por la abundante mata de rizos rubios, y esa misma cabeza aparece ''decapitada" (es un decir) en otra toma, así como en la titulada Con mecates, que me recuerda a uno de los ahorcados de Goitia y las momias me hacen pensar en los relieves en madera de Germán Venegas. Entre éstas hay una notable hasta por el título: Retrato póstumo. Toda la luz se concentra en los dientes y lo que quedó de la mano sostiene el mentón. Si el espíritu de Odilon Redon (1840-1916) pudiera verla, se la apropiaría.

Es cierto, como afirma Robert Littman, que mucho de lo que se ve en México (y no sólo en México) ''parece una fotografía de Alvarez Bravo". En la salita del Museo de Arte Moderno que lleva su nombre, inaugurada špor fin! el pasado diciembre gracias en buena medida a Möet & Chandon es posible apreciar otro conjunto de sus obras, varias entre las más conocidas: Parábola óptica, El obrero asesinado, Retrato de lo eterno... Esa selección es de Eduardo Espinoza con museografía de Hilda Valencia y Raúl Serrato.

Galería Juan Martín (Dickens 33-B, Polanco) dispuso que durante la vigencia de la muestra En el umbral del siglo puedan adquirirse las fotos (varias están vendidas) por una cantidad que objetivamente hablando es baja: mil 500 dólares.