DERECHOS HUMANOS: NUEVAS ACTITUDES
En
el primer informe de labores del presidente de la Comisión Nacional
de Derechos Humanos (CNDH), José Luis Soberanes, rendido ayer en
Los Pinos, se plantearon puntos de vista plausibles y hasta cierto punto
inéditos, tanto por parte del ombudsman como del presidente Vicente
Fox. Es pertinente reflexionar sobre algunos de esos aspectos.
Destaca, en primer término, el énfasis con
que Soberanes vinculó la defensa de los derechos humanos con la
necesidad de construir una nueva relación con los pueblos indígenas
del país. La relación entre uno y otro asuntos es por demás
pertinente, toda vez que, en las estructuras sociales, políticas
y legales vigentes en el país, los indígenas --en tanto que
individuos y en tanto que comunidades-- constituyen el sector más
vulnerable a los atropellos y los abusos de autoridad perpetrados por servidores
públicos de los tres niveles del poder público. Esa indefensión
no sólo se explica por la marginación, la opresión,
la explotación y la desatención en que se encuentra ese segmento
de la población nacional, sino también porque la legislación
actual no considera de manera específica los derechos de los pueblos
indios y porque las actitudes discriminatorias y racistas siguen vigentes
--para oprobio nacional-- en diversos sectores sociales. Con el telón
de fondo de la marcha zapatista a la capital, y en el contexto de la lucha
por la aprobación de la iniciativa de la Cocopa en materia de derecho
y cultura indígenas, las reflexiones del titular de la CNDH sobre
indígenas y derechos humanos resultan oportunas y pertinentes.
Otro asunto que Soberanes enfatizó en su informe
es la necesidad de emprender, de manera urgente, una reforma de fondo al
sistema carcelario del país, habida cuenta que los reclusorios se
han convertido en islas de impunidad cuya existencia misma constituye un
mentís a la vigencia del estado de derecho.
En su respuesta al ombdusman, el presidente Fox se comprometió
a respetar la autonomía de la CNDH y a pugnar por su fortalecimiento.
Ello implica, desde la perspectiva del mandatario, involucrar al Poder
Ejecutivo en la erradicación de las "simulaciones de legalidad"
y evitar la complicidad o la complacencia hacia los funcionarios que incumplan
las recomendaciones del organismo.
El exhorto de Fox a las movilizaciones sociales contra
la autoridad, "que se encubre en la discrecionalidad y en la investidura
para abusar de los ciudadanos", evoca lo expresado por el mandatario el
pasado 5 de febrero, en el marco de la conmemoración constitucional,
cuando señaló la necesidad de cambiar las relaciones del
poder con la sociedad y se refirió a la intolerable contradicción
entre "una sociedad democrática y muchas instituciones autoritarias".
Después de seis años de deterioro de los
derechos humanos --Amnistía Internacional se refirió incluso
a una "crisis de los derechos humanos en México--, los señalamientos
formulados ayer por el ombudsman nacional y por el Presidente de la República
abren un nuevo margen para pugnar por el respeto irrestricto a las garantías
individuales y combatir la impunidad de las autoridades que las quebrantan.
Cabe esperar que los propósitos gubernamentales se reflejen en hechos
concretos. Para lograrlo, la voluntad presidencial es indispensable, pero
no suficiente; es necesario, además, que la ciudadanía mantenga
una actitud vigilante, organizada, apegada a la legalidad e intransigente
ante los abusos cometidos desde cualquier instancia del poder público.
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