MIERCOLES Ť 7 Ť MARZO Ť 2001
Ť El movimiento indígena acumula fuerza conforme pasan los días
Cuernavaca, tierra de resistencia y sociedad civil, dio cálida bienvenida a los zapatistas
Ť Rinden homenaje a Emiliano Zapata los comandantes del EZLN
JESUS RAMIREZ CUEVAS Y RAMON VERA HERRERA ENVIADOS
Cuernavaca, Mor., 6 de marzo. La jornada de hoy comenzó a mediodía, al salir de La Pilita, en las inmediaciones de Metepec, estado de México. Después de un breve discurso de despedida y algún corrido a cargo de los comandantes Samuel y Gustavo, la Caravana por la dignidad indígena se internó en los lomeríos del Valle de Toluca, cruzando el parque industrial y el gran mercado que es Santiago Tianquistenco, hacia Huitzilac, con rumbo a Cuernavaca. Es región nahua, y se nota. El tequio sigue vigente, así como la comunidad y la celebración y el resguardo de lo sagrado.
A pesar de estar cercados de maquiladoras, los poblados aledaños a Santiago han logrado defender la posesión de sus tierras de cultivo y éstas, en espera de la nueva siembra, se tienden en pequeñas joyas -valles suaves entre cerros-, bordeadas de cortinas de árboles que defienden la milpa del viento que a veces sopla veloz de las tierras altas, haciendo sonar el bosque como olas invisibles, según cuentan los comuneros.
El convoy buscaba la autopista, por una de las puertas escondidas del Valle de México, cruzando extensas zonas producto de la deforestación y en paralelo a la antigua ruta precortesiana de sanación que conectaba Coatepec, Chalma, Malinalco y San Pedro Atlapulco.
En Santiago la gente esperaba a los zapatistas al lado de la carretera, gritando algunos, otros sólo mostrando un cartel pintado con plumón en apoyo a la marcha. Varios obreros saludaban desde camionetas de redilas situadas a la salida de las maquiladoras que han alterado el entorno y la vida de Tianquistenco, y que hacen ondear la bandera estadunidense junto a la mexicana en sus terrenos. Los niños afuera de las escuelas gritaban, y los vecinos se asomaban a los quicios o de plano levantaban las manos al paso de los camiones.
Sahumerio y copal
Al cruzar por Coatepec, en una curva, un compadrito de la tradición nahua, viejo y rayado el rostro de cientos de arrugas, todo él vestido de blanco y con un sahumerio en las manos, elevaba el humo del copal por el aire fino que anunciaba la montaña, bendiciendo a la caravana y a la delegación, sonriente y sobrio.
Después de Ocuilan, el bosque se tragó el convoy en el camino a las Lagunas de Zempoala. Casi no había personas en las dos horas de soledad entre los árboles, pero todos los postes estaban pintados con cuatro siglas: EZLN.
Al entrar a la autopista en Tres Marías, después de cruzar Huitzilac, el tráfico se hizo pesado por el operativo dispuesto por la Policía Federal Preventiva y la Policía Ministerial de Combate a la Delincuencia, de la Judicial Federal, que decidió dejar en la cola de la caravana a toda la prensa. Corría el rumor de auto a auto que el operativo lo había ocasionado un Contour rojo, dizque de prensa, que a la salida de Metepec había tirado a un motociclista de la PFP.
El acto en Cuernavaca se retrasó unas tres horas, en parte por la lentitud del avance carretero, y también porque la entrada a la ciudad anunciaba la multitud y el entusiasmo del acto en la Plaza de Armas o Jardín Morelos. Miles de personas esperaban el paso del convoy que se detuvo para rendir homenaje a Emiliano Zapata y depositar una ofrenda floral en el monumento dedicado al caudillo.
Cuernavaca, cuna de la sociedad civil
El gran Valle de Cuernavaca es un enclave nahua extendido a varios valles aledaños, pero también es cuna, quizá fortuita -y casi no se conoce el hecho-, de eso que llaman sociedad civil.
Desde fines de los sesenta, Ivan Illich, uno de los teóricos de la autogestión; Erich Fromm, psicoanalista, y Sergio Méndez Arceo, quien fuera obispo de la diócesis de Cuernavaca, propiciaron, juntos y por separado, un clima de trabajo barrial y de base, de organización vecinal, que durante los setenta y los ochenta dispararon la proliferación de proyectos de desarrollo local, más una gran cantidad de documentos de diagnóstico y reflexión regional y global, a partir de uno grupo de documentación pioneros en el mundo: el Centro de Información y Documentación (Cidoc), que en los hechos innovó sustancialmente la relación entre los acervos informativos y el público.
A diferencia de las bibliotecas, que guardan miles de volúmenes en espera de ávidos lectores, centros como el Cidoc buscaron atraerlos mediante la publicación continua y creciente de documentos sobre todo tipo de asuntos sociales, como el manejo de la energía, el agua, los bosques, la autogestión y el desarrollo comunitario, asuntos de género, economía y política, y vincularon su quehacer con proyectos concretos que comenzaron a operar en los enclaves campesinos y en los barrios de la entonces no tan enorme ni super industrial ciudad de Cuernavaca.
El Cidoc y muchos centros de documentación o trabajo de base que surgieron después, presumieron con razón de una característica fundamental: habían sido creados independientemente de las instituciones, del mercado y los partidos. Eran organismos no gubernamentales (ONG) en sentido estricto y trabajaban con la sociedad civil, término que fue cuajando para distinguir su impulso de los proyectos militantes de organizaciones gremiales o de los partidos políticos. Sin saberlo quizá, surgía un concepto que hoy es central para el movimiento zapatista.
Esta sociedad civil, impulsada por investigadores independientes y trabajadores de base, concretó algo que prolifera en todo Morelos, pero en especial en Cuernavaca: proyectos de salud, vivienda ecológica, medicina alternativa y holística, trabajo de autogestión barrial, defensoría jurídica, recuperación de saberes tradicionales y contemporáneos locales, trabajo de mujeres, revitalización de la comunidad, teología comprometida con los pobres y trabajo social en general, surgidos gracias a una sociedad civil organizada e independiente.
Claro, no toda la sociedad cuernavaquense está inmersa en estos avatares. La ciudad fue alguna vez la que tenía más albercas por persona en el mundo, nuestra primera ciudad globalizada, refugio de modelos y artistas de Hollywood, duques y condesas, enclave de espías y contraespías japonenes, alemanes, británicos y estadunidenses desde la Depresión de los treinta hasta la terminación de la segunda Guerra Mundial. No obstante, tanto barrio autogestionario, tanto proyecto alternativo, le han configurado un perfil como pocos en el prisma de sociedades del México moderno.
Así, si bien hubo lleno total en el centro de Cuernavaca por la llegada de los delegados zapatistas, esto no fue lo crucial. Lo fue más la calidez de la recepción de una sociedad informada y formada en una historia de lucha alternativa que en voz de una mujer de la sociedad civil hizo el recuento de sectores -indígenas, campesinos, sindicatos de electricistas, maestros, telefonistas, académicos de salud y grupos de estudiantes y ONG- que dieron la bienvenida a un movimiento que sigue acumulando fuerza conforme pasan los días.
Por el municipio libre
Morelos es también territorio en el que la resistencia campesina ha sido continua. La Unión de Pueblos de Morelos o la comunidad de Xoxocotla han defendido su territorio de la especulación en la tenencia de la tierra y contra los proyectos de urbanización, como el areopuerto que a fines de los ochenta puso en movilización a Xoxocotla para frenarlo.
No obstante, el caso de Tepoztlán es sin duda el más conocido. Pueblo tranquilo que comenzó a exportar mano de obra a Estados Unidos desde fines de los cuarenta, siempre fue de oposición, pues en un país alineado con el PRI, así fuera a fuerza, los tepoztecos presumieron de ser del PARM.
La migración propició la renta de casas tepoztecas de fin de semana, y luego la venta encubierta de tierras ejidales y comunales. Esto disparó más compras ilegales y llevó a los tepoztecos a juicios agrarios pot linderos y restitución de tierras.
En 1995, el pueblo tepozteco comenzó a resistir contra la construcción de un funicular y luego un club de golf, en el que estaba involucrada la familia Ocelli. A los tepoztecos les ha quedado claro que las grandes empresas siguen empeñadas en construir un emporio turístico en la zona y decidieron radicalizar sus acciones, lo que en 1996 los hizo levantarse contra las autoridades y declarar Tepoztlán municipio libre, eligiendo a sus autoridades en asamblea sin la intervención de los partidos políticos.
Hoy, el proceso de Tepoztlán está lejos de haber concluido, pero la gente que recibió masivamente a los zapatistas sigue empeñada en resistir.