MIÉRCOLES Ť 7 Ť MARZO Ť 2001
Alejandro Nadal
Amnesia presidencial
El presidente Vicente Fox afirma que la mitad del Presupuesto Federal de Egresos paga errores del pasado. Según su opinión, el peso de los rescates bancario, carretero y de la reforma al sistema de seguridad social hacen que el gobierno carezca de recursos.
La amnesia presidencial debe corregirse. Lo que Vicente Fox llama ahora errores del pasado fueron sus promesas de campaña.
En primer lugar, hizo suyo el proyecto neoliberal como estrategia de desarrollo para México. Las privatizaciones, el reducido papel del Estado, la apertura comercial indiscriminada y la desregulación financiera nunca fueron cuestionados por el Presidente. La generación de desigualdad y pobreza, y los privilegios de unos cuantos tampoco fueron puestos en tela de juicio.
En segundo lugar, durante su campaña aceptó el postulado de lograr un superávit en el balance económico para el año 2003. Alcanzar esta meta implica serias restricciones en el gasto programable al aumentar el desvío de recursos para cubrir el costo financiero de la deuda del gobierno federal.
La Presidencia busca ahora hacer realidad otra promesa de campaña: eliminar la tasa cero del IVA y reducir el impuesto sobre la renta (ISR) para empresas y personas físicas. Esta reforma fiscal regresiva afectará a pobres y marginados (aquéllos a los que aludió en su juramento en la toma de posesión) y consolidará privilegios de grandes empresas.
Fox repite que los recursos recaudados por la reforma fiscal serán destinados a la población de menores ingresos a través del gasto social. Eso no será posible por dos razones. Primero, un incremento en la recaudación por el IVA servirá para compensar la caída en los ingresos fiscales debido al menor ritmo de crecimiento de la economía, la reducción en el ISR y la caída en el precio del petróleo. Segundo, bajo esas condiciones, la única manera de alcanzar un superávit económico en 2003 será contrayendo más el gasto programable.
Al 31 de diciembre pasado, los pasivos del gobierno federal incluían deuda pública interna por 48 mil millones de dólares (mmdd); deuda pública externa por 90 mmdd; pasivos del IPAB por 70 mmdd; del rescate carretero por 7 mmdd, y 13 mmdd por los Programas de Inversión de Impacto Diferido en el Registro del Gasto (Pidiregas). A estos pasivos y su costo financiero hay que sumar la aportación fiscal anual derivada de la reforma del sistema de seguridad social por unos 5 mmdd anuales. Todos esos pasivos equivalen a 65 por ciento del PIB. Habrá que sumar en el futuro el rescate azucarero y la deuda de estados y municipios, estimada en 6 mmdd, y que tendrá que ser absorbida por la Federación.
Este año, el costo financiero de la deuda pública presupuestaria es de 209 mil millones de pesos (mmdp), monto comparable con el gasto en educación (237 mmdp) y muy superior al destinado a salud (135 mmdp) o seguridad social (125 mmdp), por no mencionar el gasto en desarrollo del sector agropecuario (31 mmdp).
No es posible desconocer simple y llanamente la deuda pública interna y externa, pero sí se puede replantear el rescate bancario, así como el de las empresas que construyeron carreteras bajo el sexenio salinista, y revertir otras tendencias que constituyen una amenaza para las finanzas públicas.
Sin embargo, Fox optó por el camino contrario. Como parte de su campaña, en la última convención de la Asociación de Banqueros de México, prometió que la ley del IPAB-Fobaproa sería cumplida hasta sus últimas consecuencias. El rescate bancario (ilegal, costoso e ineficaz) fue asumido plenamente por el ahora Presidente.
No sólo no se corrigen los errores, sino que se promueven pautas negativas en las finanzas públicas. Un ejemplo son los llamados Pidiregas. Esta figura presupuestaria es poco conocida y recientemente el primer mandatario la calificó como un buen invento de la administración saliente. A través de este mecanismo se contrata obra pública con el sector privado mientras el gobierno asume la obligación de adquirir los proyectos al término de cierto plazo. El Presidente cree erróneamente que así se relaja la restricción presupuestaria. Lo cierto es que los pasivos por Pidiregas se siguen acumulando y su costo financiero aumentará inexorablemente. Además, en los Pidiregas el proceso de licitación no es claro y se prestan a un proceso de privatización encubierta en el sector energético, en donde se concentra la mayor parte de estos proyectos.
La amnesia presidencial de hoy puede ser políticamente conveniente. Pero los actos de gobierno a su amparo serán obstáculos futuros para el desarrollo